Fallece Valentín Contreras, la voz del rigor informativo
Todo comenzó en su Molina de Segura natal, cuando una compañera de estudios le sugirió que se presentase en la emisora parroquial para prestar su voz. Así lo hizo el joven Valentín Contreras para, un año después, dar el salto profesional a Radio Murcia, donde coincidió con otras voces ya consolidadas como la de Elías Ros, José Antonio Cuevas, Alfredo Marcili o Conchita Lorente. Y, con el tiempo, allí conocería a una locutora novel, Maruja Gallardo, que se convertiría en su compañera de vida durante más de cinco décadas y con la que tuvo dos hijos.
Al principio, se ejercitó en la radio comercial, que era lo que más se llevaba entonces, con participación directa de los oyentes, y dio referencia puntual en los programas diarios, ya que no se permitía mucho más, de las actividades generadas por el Gobierno Civil y el Ayuntamiento de Murcia. Pasaron los años y, en la tarde-noche del 23 de febrero de 1981, tras el intento de golpe de Estado, se quedó en la emisora, junto a un técnico, consiguiendo eludir las órdenes del capitán general de la Tercera Región Militar, Jaime Milans del Bosch, y estableciendo conexión con la cabecera central de la SER, Radio Madrid, para mantener a la audiencia informada de cuanto ocurría en el interior del Congreso de los Diputados.
Cuando por entonces me inicié en el mundo de la radio, Valentín ya era un referente informativo cada día en la Región. Solía despachar la actualidad con una exactitud y certeza admirables. Había sido pionero al poner en antena un informativo autóctono de una emisora privada en esta comunidad autónoma, en la que había sido su segunda casa, Radio Murcia. Y se constituyó en aquellos años en pilar fundamental de la modernización de la emisora, fundada en 1933 por Arsenio Sánchez Alcarria, bajo la dirección del valenciano Ismael Mascarell Cubells, incorporando como responsable de los servicios informativos y emisiones una unidad móvil para transmitir en exteriores. Sus contrastadas informaciones, a través de una voz modulada, diáfana y rigurosa, algo que tanto escasea en la radio de ahora, siempre fueron respetadas, tanto dentro como fuera de la profesión.
En 1990 se puso en marcha la emisora autonómica Onda Regional y Contreras fue elegido para pilotar aquel ambicioso proyecto en el que reclutó a un puñado de profesionales. Muchos, de su antigua empresa; y otros, procedentes de medios diversos. Montó de la nada un potente altavoz informativo en el que el rigor, que siempre defendió, fuese sello de calidad.
Pasado el tiempo, Valentín Contreras abandonó la dirección. Corría el año 1994. Intuyo que por posibles divergencias con los convulsos gobernantes autonómicos de aquel entonces, los socialistas. Meses después, el PP llegó como se esperaba al Ejecutivo regional sustituyendo al PSOE, el partido que había impulsado esa radio autonómica. Los populares, que rectificaron sus intenciones iniciales cuando estaban en la oposición de echar el cerrojo a aquel medio al que consideraban oneroso y hostil, hicieron sus nombramientos, no contaron con Contreras –o él, si se lo llegaron a proponer, prefirió no participar–, ubicándose en la edición de los informativos vespertinos y nocturnos de la emisora con una dignidad admirable. A veces, al escucharlo entrada la noche, recordaba aquellos años ochenta cuando uno ambicionaba ser como él: firme ante el micrófono, seguro, preciso y limpio en la ejecución.
Siempre he mantenido que prescindir durante años de la gestión directiva de alguien como Valentín fue un lujo asiático. Y así lo dejé patente cada vez que pude, de viva voz o por escrito. Pero resulta comprensible que, para todo gobernante, tener en un puesto clave a alguien con criterio propio y una profesionalidad a prueba de bomba es harto más complicado que echar mano de otras eventuales alternativas, que casi siempre suelen resultar más dúctiles para su causa.
El periodista y radiofonista Valentín Contreras, fallecido este martes en Murcia a los 80 años, fue alguien al que, reconozco, siempre quise parecerme cuando me sentaba ante el micrófono para informar a la audiencia. Deja una escuela irrepetible de profesionales, tanto en Radio Murcia como en Onda Regional, hombres y mujeres que tuvieron la fortuna de trabajar a su lado y a la que sentiré, de por vida, ahora que acaricio la jubilación, no haber podido pertenecer.