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Antiguo olivar de la finca lorquina La Quinquilla, en la red de la Asociación para la Custodia del Territorio (Acude), con el Cejo de los Enamorados al fondo.

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Antiguo olivar de la finca lorquina La Quinquilla, en la red de la Asociación para la Custodia del Territorio (Acude), con el Cejo de los Enamorados al fondo. ACUDE

La Quinquilla se apunta a la custodia del territorio

Con 153 hectáreas, la finca lorquina alberga la villa romana de La Quintilla, del s. I aC, además de un olivo monumental en un territorio de alto valor ambiental

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Lunes, 22 de abril 2024, 01:00

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La finca La Quinquilla, en la Sierra de la Torrecilla (Lorca), ha sido la última en integrarse en la red de la Asociación para la Custodia del Territorio y el Desarrollo Sostenible (Acude). Tras la firma del convenio con la familia Gil Barnés, propietaria de la cortijada que se extiende bajo las laderas del Cejo de los Enamorados, ya son 507 los acuerdos de custodia que mantiene la asociación, radicada en Lorca pero con presencia en seis autonomías (Extremadura, Andalucía, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Asturias, además de la Región).

Esta ONG dedicada a la defensa del medio rural y natural continúa ampliando su campo de acción. Así, a los datos facilitados en el último Inventario de Iniciativas de Custodia del Territorio de España elaborado por la Fundación Biodiversidad, en el que figuraba como la entidad con más convenios en vigor en el territorio español (413 de los 457 de la Región), la única a nivel nacional con más de 250 acuerdos de custodia y la titular de los contratos sobre el 85% de la superficie acogida a esta herramienta para la conservación de la biodiversidad y el paisaje (8.291 has. de las 9.670 de la Región), suma a día de hoy 94 acuerdos más (507 en total) y otras casi 800 hectáreas más, superando las fincas asociadas a Acude las 9.000 hectáreas totales de superficie.

Ahora, acaban de integrarse a la red de Acude, que tiene su mayor grado de implantación en los municipios de Lorca y Abanilla, las 153 hectáreas de la finca La Quinquilla. Una cortijada dedicada al cultivo tradicional de oliva y cereal, con pinares de pino carrasco, matorrales, 'badlands' y roquedos, en la umbría del Cejo de los Enamorados, «uno de los parajes más emblemáticos del entorno de Lorca, de los de mayor calidad paisajística y ambiental», describe la presidenta de Acude, Pilar Sánchez, que aclara que la finca está en su mayor parte en Red Natura 2000 como zona de especial protección para la aves (Zepa). Entre los destacados valores ambientales de la finca, desde Acude inciden en la variedad de hábitats y su gran biodiversidad, favorecida por la existencia de un nacimiento y la proximidad de la rambla La Quintilla.

Patrimonio arbóreo

Además, La Quinquilla, como la denominan sus propietarios y vecinos, cuenta, como elemento natural destacable, con un olivo milenario incluido en el Catálogo de Árboles Monumentales y Singulares del Municipio de Lorca y recogido en la Ley 14/2016, de 7 de noviembre, de Patrimonio Arbóreo Monumental de la Región. Su tronco tiene un perímetro de 6,10 metros, aunque el catálogo municipal destaca que su estado de conservación es muy malo, ya que el tronco está hueco –secularmente se usaba la madera de su interior como combustible–, no presenta brazos principales y está constituido por rebrotes que nacen del mismo tronco. Igualmente, «el catálogo del Ayuntamiento indica que podría tener un origen romano, pues a su lado se ubica una villa romana, por lo que es muy posible que fuese plantado por sus antiguos habitantes».

Acude cuenta ya con 507 acuerdos con particulares, administraciones y colectivos sobre más de 9.000 hectáreas de suelo

Para proteger este ejemplar catalogado, Acude solicitará a las administraciones competentes que tomen las medidas necesarias para asegurar el mantenimiento del olivo, ya que, «al considerarse monumental, existe una clara responsabilidad administrativa en su conservación», recuerdan desde la asociación.

Además, en la finca ahora conveniada crecen «un ciruelo y un peral añosos de variedades que antiguamente se cultivaban en la zona, por lo que podría tratarse de un recurso genético interesante de conservar y multiplicar», apostillan desde la ONG. «La familia Gil-Barnés, propietaria, y Acude colaborarán para mejorar y conservar la propiedad y ampliar sus valores ambientales», afirma Pilar Sánchez.

Junto a los valores naturales de esta finca del entorno rural lorquino, destaca también el patrimonio arqueológico y cultural que atesora. Así, además de un antiguo lavadero de época posterior, en su interior se sitúa una villa romana datada en la segunda mitad del s. I aC, descubierta en 1876, cuando se pusieron al descubierto los restos de una serie de estancias, tres de las cuales estaban pavimentadas con mosaicos de 'opus tessellatum' sobre la 'navegación de Venus' y «las paredes de las habitaciones desenterradas, que se alzaban en torno a medio metro, conservaban todavía estucado compuesto de colores brillantes, del gusto de los romanos», según investigadores de finales del siglo XX.

Mosaicos, estucos y lujo

Algunos de los mosaicos hallados fueron extraídos a finales del s. XIX y, actualmente, se desconoce su paradero. De hecho, tuvieron que pasar más de 100 años para que en 1981 comenzara una intervención arqueológica de urgencia dirigida por Sebastián Ramallo, de la Universidad de Murcia, debido al deterioro que afectaba al mosaico del atrio. La importancia de los hallazgos y su excelente estado de conservación hizo que estas excavaciones se convirtieran en un proyecto de investigación, con excavaciones sistemáticas que se prolongaron hasta 1985 y, tras una interrupción, se retomaron en 1998.

Esta reanudación permitió documentar 35 estancias en dos niveles distintos; en el primero, las de servicio y un complejo balnear y, en la parte superior, las habitaciones más lujosas, donde se descubrieron pavimentos con mosaicos y decoraciones con pinturas. En 2002, fue declarada bien de interés cultural (expediente incoado en 1998) y, actualmente, sus mosaicos se ven en el Museo de Arqueología de Lorca.

Además, la finca tiene dos yacimientos eneolíticos –la presencia permanente de agua la convirtieron en un lugar ideal para el poblamiento desde la Prehistoria–; y una cantera y yesera, que, como otros valores que reúne, han llegado hasta hoy «gracias al esfuerzo de quienes durante siglos han vivido allí y mantenido un aprovechamiento tradicional de recursos», agradecen en Acude.

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