Un móvil perdido en Portmán da la clave para desmantelar una red de narcotráfico
El hallazgo de un teléfono olvidado por un traficante ofreció las claves para desmantelar una banda que metió por las costas españolas más de quince toneladas de hachís
Un malo dijo una vez que llevar un teléfono móvil encima equivale a llevar a un guardia civil montado en la chepa. No exageraba. ... No debe de extrañar pues que el camino hacia la perdición para una potente y muy sofisticada organización de narcotraficantes, desmantelada esta semana en Murcia, Almería y Málaga y sospechosa de la introducción de unas quince toneladas de hachís marroquí por las costas del Levante español, se iniciara en el preciso momento en que uno de sus integrantes, acuciado por las prisas y los nervios, se dejó olvidado su flamante iPhone SE, de color rojo por más señas, en el perdido punto de observación desde el que controlaba la posible llegada de guardias civiles que pudieran frustrar el desembarco de un alijo de drogas.
Los beneméritos agentes acabaron llegando, como temían los narcos. Y en la caótica desbandada, el responsable de organizar a los 'puntos' o vigilantes se dejó el móvil en su improvisada atalaya. Con tan mala fortuna que, horas después de aquella movida madrugada del 28 de octubre de 2020, en que los de verde evitaron la entrada por la bahía de Portmán de varios miles de kilos de cannabis y arrestaron a los dos españoles y los siete marroquíes que estaban llamados a acarrerar los fardos, los investigadores efectuaron un rastreo por los montes de la zona y se toparon con ese iPhone que, de tan rojo, ya parecía anunciar la cuchillada mortal que permitiría asestarle a la organización criminal.
'Capitán', 'Gato gordo'...
El celular, en manos de los especialistas del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidrogas (Edoa) de la Comandancia de Murcia, acabó ofreciendo sus muchos secretos después de que, con la pertinente autorización del Juzgado de Instrucción número 3 de Cartagena, los informáticos del cuerpo lo destriparan a conciencia.
Los agentes se toparon con chats de mensajería –bautizados como 'Sureste40sur' o 'Pimpampim'– en los que varios integrantes de la red delictiva, que empleaban alias tan llamativos como 'Gordo', 'Capitán', 'Sicario', 'Dartacán', 'Zello', 'Gato gordo', 'Gitano', 'El Coletas' o 'Polla gorda', con perdón, habían intercambiado relevante información sobre descargas de alijos de cannabis en las costas andaluzas y murcianas.
Y en los que, por desgracia para ellos, llegaban también a incurrir en deslices casi infantiles, como el de escapárseles un nombre de pila, dar la matrícula íntegra de un coche sospechoso y confirmar luego que pertenecía a un miembro de la banda, o señalar que estaban viendo pasar un vehículo «junto al campo de fútbol de nuestro pueblo», que se terminaría averiguando cuál era gracias al posicionamiento de las antenas.
Unas pistas que, después de muchos cruces de datos, muchas horas de trabajo y muchos seguimientos, acabarían conduciendo a la identificación de hasta cuarenta integrantes de la organización y haciéndoles caer en las garras de los agentes antidroga.
Conscientes ya de que se enfrentaban a una banda internacional de traficantes de hachís, muy sofisticada y profesional y que, debido a la enorme presión policial existente en Andalucía sobre estos delitos, estaba desplazando progresivamente su actividad desde las provincias de Málaga y Almería hacia Murcia y Alicante, los funcionarios del Edoa comenzaron a trabajar estrechamente junto a sus compañeros de Ocon Sur. Esta unidad, cuyas siglas responden a Órgano de Coordinación contra el Narcotráfico, fue creada por el Ministerio del Interior en 2018 dentro de un plan especial para poner coto a la creciente sensación de impunidad con la que actuaban las organizaciones del narcotráfico en el sur de España, y en sus dos primeros años permitió incautar 268 toneladas de hachís y detener a 1.800 sospechosos.
Convertidos en sus sombras
A lo largo de muchos meses, los investigadores se convirtieron en la sombra de los principales dirigentes de esta red, de manera que prácticamente no había desplazamiento en los que no fueran seguidos, ni encuentro que no fuera controlado, ni conversación telefónica que no fuera escuchada. Llegaron así al descubrimiento de naves, almacenes y casetas en las que la red almacenaba decenas de garrafas de gasolina y pequeñas embarcaciones neumáticas, lo que les permitió concluir que la banda se dedicaba a transportar hasta las costas españolas grandes alijos de hachís en potentes planeadoras, descargaba la droga en calas y playas de difícil acceso y seguidamente los tripulantes eran aprovisionados de combustible y comida con los que retornar a territorio marroquí.
Los fardos eran trasladados rápidamente hasta alguno de esos escondrijos o 'guarderías', hasta que se podían sacar sin demasiado riesgo al mercado negro.
Desembarcos abortados
Mientras llegaba el momento de asestarle el zarpazo definitivo a la red criminal, el férreo control al que estaban sometidos sus principales responsables permitió abortar varios desembarcos de grandes cantidades de hachís.
Así ocurrió, por ejemplo, en la noche del 26 de diciembre de 2020, cuando guardias civiles observaron cómo cinco personas extraían decenas de garrafas de gasolina de una chabola de El Gorguel, en Cartagena, y las subían en tres zodiacs de pequeño tamaño. Una actividad que fue interpretada como los preparativos últimos de una inminente operación de narcotráfico en la zona y que activó todas las alarmas.
Hacia las cuatro de la madrugada, los radares y cámaras de gran potencia del sistema de vigilancia costera SIVE localizó dos gomas de grandes dimensiones dirigiéndose, a todo motor, hacia Cabo Negrete, en las proximidades de El Gorguel. La irrupción de una patrullera del Servicio Marítimo de la Guardia Civil las hizo volver proa hacia África, pero en su precipitación debieron de cometer un error al fondear la droga. Al día siguiente, la playa de Portmán se llenó de fardos de cannabis y, con ayuda de los GEAS, se acabaron recuperando 91 bultos, con un peso superior a las tres toneladas.
Ya antes habían conseguido abortar la introducción de alijos en la reserva natural de Punta Entina-El Sabinar, en El Ejido (Almería), en dos ocasiones, a finales de septiembre de 2020; en la bahía de Portmán, en la madrugada del 9 de octubre; en la reserva natural de La Albufera de Adra (Almería), en la madrugada del 12 de octubre; nuevamente en Portmán, en las noches del 22 y el 28 de octubre, o el 13 de noviembre de 2021, con la interceptación de una lancha semirrígida frente al Monte de las Cenizas, en Cartagena.
En otras ocasiones, incluso se acabó interviniendo la droga, como ocurrió el 19 de mayo de 2021 en Villajoyosa (Alicante), donde fueron arrestados diez traficantes con cuatro toneladas de hachís, y el 28 de agosto de ese mismo año frente a El Gorguel, donde se atrapó una planeadora con 2.200 kilos de cannabis y se detuvo a los dos tripulantes.
Al cabo de un año y medio
Había transcurrido casi un año y medio desde que aquel IPhone rojo, hallado en un monte de Portmán gracias al buen hacer de unos agentes, aportara los primeros datos de la que se acabó desvelando como una de las organizaciones de traficantes más activas y mejor preparadas del sureste español, responsable de la introducción en España de hasta quince toneladas de droga.
La pasada semana, al detectarse los preparativos para un nuevo intento de alijar en la costa murciana, se activó la 'Operación Abfall-Romelina' y un dispositivo integrado por más de 200 agentes efectuó cerca de cuarenta detenciones en Murcia –una quincena, en cuya defensa participan los letrados Jorge Novella y Ángel Galindo–, Almería y Málaga y certificó de esa manera la defunción de la banda.
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