Formación y empleo para una nueva vida fuera del centro penintenciario

Para una persona, la entrada en prisión supone un terremoto que resquebraja los cimientos de su vida. La condena pulsa un botón de pausa que se mantiene intacto hasta conseguir, al menos, el tercer grado. Tras este parón, el individuo privado de libertad debe volver a un mundo que ha seguido girando sin él, por lo que muchas veces salir de un centro penitenciaro también implica armar -no sin dificultad- una nueva normalidad que incluya fuertes lazos familiares y sociales y un trabajo estable.

En esta lucha por conformar su nuevo entorno, Colectivo Paréntesis juega una pieza fundamental. La entidad trabaja con el fin de mejorar la vida de las personas reclusas y sus familias. Promueve su integración sociolaboral mediante su participación en iniciativas como el programa Reincorpora, creado y dirigido por Fundación 'La Caixa'.

La iniciativa, que dio sus primeros pasos en 2011, se desarrolla de la mano de 48 entidades sociales, en colaboración con el Ministerio del Interior a través de la entidad Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo (TPFE). En la Región está presente en los centros penitenciaros gracias a Colectivo Paréntesis.

Los participantes del proyecto no son elegidos al azar. El equipo que lo lleva a cabo seleccionan, de entre todas las personas privadas de libertad, a aquellas que «tengan una sentencia firme, que cuenten con una trayectoria positiva en el centro penitenciario, que tengan la documentación necesaria para trabajar y que en un período breve de tiempo, más o menos un año, vayan a pasar a un tercer grado», especifica la técnica de Reincorpora en Colectivo Paréntesis, Mayte Ballesta. Un requisito no menos importante: tienen que estar comprometidos a seguir las indicaciones que se les van dando y a asistir a todo lo que se les propone para mejorar su situación.

Tras seleccionar a aquellos que cumplen todas estas demandas, los participantes pasan a una nueva fase en la que se les instruye en competencias básicas.

Así, se trabajan aspectos como la autoconfianza, el autocontrol o la capacidad de relacionarse, todas ellas «habilidades transversales que les ayudan a mejorar su búsqueda de empleo y desarrollar sus competencias en la empresa de la mejor manera posible», explica Ballesta.

Además, las personas privadas de libertad también realizan servicios a la comunidad, dirigidos a dar respuesta a las necesidades del entorno más inmediato, al mismo tiempo que se promueve su participación social y su compromiso cívico.

Entre las actividades que se han organizado en la Comunidad están, por ejemplo, la ayuda al Banco de Alimentos del Segura y a Jesús Abandonado y la realización de actividades que trabajan temas sociales como la violencia de género.

La segunda parte está más centrada en la formación. Los miembros de Reincorpora pueden aprender nuevos oficios y adquirir competencias técnicas tanto dentro como fuera de la prisión y, una vez conseguido el tercer grado, tienen la opción de realizar prácticas en empresas, donde aplican esos conocimientos y en las que pueden conseguir empleo estable. «La formación en el centro de trabajo es una opción interesante, porque muchos de los que hacen las prácticas luego se quedan trabajando», indica Ballesta.

Tras la incorporación a cualquier empresa, el trabajador cuenta con un seguimiento continuo por parte de los técnicos de Reincorpora, que colaboran con el Centro de Inserción Social de Murcia Guillermo Miranda, «que debe autorizar esa salida laboral, hacer un seguimiento y comprobar que realmente asiste a su puesto de trabajo, porque todavía están cumpliendo una condena. Hacemos una labor importante de mediación institucional», subraya, al tiempo que resalta el valor de ese nuevo empleo, «que es importantísimo para el desarrollo de su vida».

El inicio de las prácticas profesionales es el primer paso de una nueva vida. En este cambio, los participantes del programa Reincorpora no están solos, sino que siguen contando con el apoyo de Colectivo Paréntesis, que no solo está con ellos, sino también con las empresas, para eliminar posibles prejuicios y estereotipos.

«Son ellos los que deben enfrentarse a la nueva situación, pero siempre estamos allí, acompañándoles y asesorándoles, ante las situaciones que se puedan plantear, para que se sientan empoderados y capaces», recalca Mayte Ballesta.

«A las empresas -añade- les presentamos lo que entendemos que es un buen trabajador potencial. Además, si tienen esta oportunidad es porque llevan una evolución muy positiva en el desarrollo de su condena y están capacitadas para trabajar. Al final lo se quiere es alguien que esté formado y que cumpla con sus tareas», recalca.

En esta relación continua, los profesionales de Reincorpora no quedan exentos de aprendizaje. No juzgar es una de las enseñanzas que se haquedado grabada a fuego en Mayte Ballesta, que ha aprendido a empatizar, a entender la situación de cada una de las personas con las que trabaja y a luchar por darles un futuro mejor.

«Lo que se intenta es que aprovechen al máximo los recursos que se ponen a su disposición y que salgan mejor de lo que han entrado», concluye.

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