La disolución del 'efecto Teo'
El ya exsecretario general del PP triunfó cuando desactivó la moción de censura en Murcia, pero se granjeó la antipatía de los barones con los congresos provinciales
Pocas figuras en la historia política de España han suscitado tanto rechazo como Teodoro García Egea (Cieza, 1985), ya exsecretario general del PP, el gran ... villano de esta guerra popular. Su dimisión, por la que ansiaba la mitad de su partido y parte de la otra mitad, además de barones y referentes mediáticos del centro-derecha español, llegó al final, aunque tarde para que su amigo Pablo Casado pueda conservar el liderazgo del partido
El puesto de secretario general del PP es ingrato por naturaleza, pues se ocupa de las cuestiones organizativas y de las listas. Álvarez-Cascos, Acebes y Cospedal ya se granjearon enemigos, dentro y fuera del partido, durante sus años en la planta noble de Génova. Pero Teo los superó a todos. ¿Por qué esa animadversión hacia él en solo tres años al frente del aparato?
Su designación como número dos ya sorprendió en el PP tras el cónclave de julio de 2018. Casado tomaba una decisión arriesgada, pues Teo no era más que un joven y desconocido diputado, que hablaba de 'bitcoin' y drones, sin padrinos en Madrid y procedente de una región de escaso peso como Murcia. Nada de eso frenó la confianza del líder del PP en este ingeniero de telecomunicaciones, que fue quien lo convenció, sentados ambos una tarde en un banco del madrileño Parque del Retiro, para que se presentase al congreso de 2018, en el que movió Roma con Santiago para que se impusiera a Soraya Sáenz de Santamaría.
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García Egea creció en política a las faldas de Pedro Antonio Sánchez, expresidente murciano que dimitió procesado por la Justicia. Fue concejal en Cieza y dirigió la Agencia de la Energía (Argem), un organismo autonómico hoy extinto. Al Congreso de los Diputados accedió de rebote, pues era el número 9 de la lista del PP por Murcia en las generales de 2011, en las que los populares lograron 8 de los 10 escaños en liza. La salida de Jaime García-Legaz (aznarista de pro) le dejó hueco en la Carrera de San Jerónimo, de donde no ha salido. Encabezó la candidatura del PP por Murcia en cuatro comicios (2015, 2016 y los dos de 2019). En los últimos, Vox le superó en votos hasta en su Cieza natal.
Lo que no se le puede negar es que es polifacético e hiperactivo. Padre de tres hijos, es un deportista nato que practica yudo, ciclismo, 'running', natación y esquí. El pasado diciembre, recién recuperado de la Covid, realizó una travesía a nado por el Mediterráneo. Toca el piano, el clarinete, el tambor y la guitarra. Fue campeón del concurso de lanzamiento de hueso de oliva de Cieza, una tradición de su pueblo que sus enemigos utilizaron constantemente para ridiculizarlo.
Su trayectoria en Génova comenzó bien, pues fue el artífice del pacto que sacó al PSOE de la Junta de Andalucía tras 40 años. Tras las autonómicas de 2019, capitaneó las negociaciones para conservar el poder en Castilla y León, Murcia y Madrid, así como reconquistar la alcaldía madrileña. Sus primeros problemas llegaron con los congresos provinciales. Dentro de su idea de construir el 'casadismo' de abajo hacia arriba, situó a afines en puestos orgánicos claves, lo que provocó que los barones le tomaran la matrícula.
Su esplendor llegó cuando logró abortar, con métodos maquiavélicos, la moción de censura de PSOE y Cs en Murcia. Gracias al chivatazo que recibió de lo que se cocinaba en su tierra, Isabel Díaz Ayuso tuvo tiempo de convocar las elecciones que la encumbraron y que, según parecía entonces, inauguraban un ciclo ganador del PP. «El efecto Teo», lo llamó entonces el alcalde Martínez-Almeida, del Atleti como él.
Desde entonces, su estrella se fue apagando. La salida del Gobierno de Pablo Iglesias, con quien confrontaba en el Parlamento, le acabó perjudicando, pues los duelos con Yolanda Díaz -«le voy a dar un dato, señor García Egea»- no le fueron favorables. Además, se inició el conflicto con Ayuso por el control del PP de Madrid, mecha de este incendio que abrasa la organización. Para colmo, Cayetana Álvarez de Toledo dedicó un libro a atacarlo y se le culpó del sainete en la votación de la reforma laboral, aprobada por el error de uno de sus hombres de confianza.
Tipo con sentido del humor, en una conversación con él no faltan las coletillas «líder», «máquina», «brother». Quizás su estilo llegue a exasperar a quienes no lo conocen. Optimista antropológico, hasta última hora pensó que Casado y él ganarían esta partida. Las victorias en el congreso de 2018 y las elecciones en Madrid las celebró subiendo a las redes una foto junto a su presidente acompañada de la frase: «Como no sabíamos que era imposible, lo hicimos». Dicen que no hay dos sin tres, pero esta vez no pudo ser. Teo ya es historia (negra) del PP.
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