El descontento y el aumento de población impulsan el independentismo en La Manga
Cartagena ve «inviable» que se cree el Consistorio número 46 de la Región y San Javier promete «más coordinación con las asociaciones»
Vivir en La Manga y alrededores no es vivir en cualquier sitio. Un vecino de Veneziola -al norte- tiene que recorrer unos 13 kilómetros para ... ir al centro de salud, a través de la calle más larga de España, una Gran Vía alargada y angosta, encastrada entre dos mares como un sándwich. Un turista puede tardar horas en verano en salir del atasco de tráfico para bañarse en alguna de sus playas. Un residente de la zona norte de La Manga tarda -con nivel de tráfico medio- 58 minutos en acudir a cualquier gestión en el Ayuntamiento de San Javier, situado a 56,4 kilómetros. Los de la zona de Cartagena -antes de Monte Blanco más o menos- tardan una media hora en llegar al Ayuntamiento de Cartagena, algo menos desde Los Nietos. Cualquier iniciativa global, como las fiestas anuales, debe coordinarse entre los dos ayuntamientos.
Desplazarse en autobús entre los dos términos municipales ha sido siempre una aventura, y la seguridad, una lotería: los cambios de turno de los agentes aún se hacen en el cuartel de San Javier, así que el tiempo de los desplazamientos de ida y vuelta son agujeros negros en la vigilancia.
Estas son algunas de las carencias que señalan los mangueños, aunque la nueva comisión Pro Ayuntamiento Entre Dos Mares ha elegido ya su nuevo gentilicio: mareños. El objetivo es el mismo que movió al grupo segregacionista de La Manga en los años noventa: lograr una gestión propia de los recursos y servicios. Aquella intentona fracasó al topar con la sentencia en contra del Tribunal Supremo, que puso fin a la vía legal para la creación del municipio. La decisión judicial fue un revés para los vecinos que impulsaban la iniciativa, ya que habían logrado con el Partido Independiente Dos Mares (PIDM) «en las elecciones de 1996 más de dos mil votos, el 64% del censo», cuenta Ginés Navarro, uno de los promotores, que sigue unido a la lucha independentista.
El PIDM pactó con el PP no presentarse a los comicios municipales a cambio de que los populares no impugnaran una supuesta sentencia favorable del TS, según confirma Navarro. Fue la defunción del movimiento municipalista mangueño. «Ahora hay más razones», afirma, luciendo el polo azul claro con el logotipo del perseguido ayuntamiento. «Actualmente hay más población. Si en los años noventa había 4.000 personas, ahora podemos reunir con Los Belones, Cabo de Palos, La Manga y el resto de poblaciones más de 15.000 habitantes», destaca el presidente de la nueva Comisión, Luis Cabello, un veterano empresario del sector turístico de la zona costera. Advierte además de que «verano puede haber más de 300.000 personas, que perciben que los servicios fallan».
El primer intento segregacionista, en los años 90 del siglo XX, fue tumbado por una sentencia del Supremo
Desánimo ambiental
La crisis ambiental del Mar Menor y el impacto de la invasión urbanística en sus playas ha contribuido al resurgimiento del ánimo emancipador de La Manga y su entorno. La doctora en Economía por la Universidad Politécnica de Cartagena, Genoveva Aparicio, quien ha elaborado el estudio de viabilidad económica del posible ayuntamiento Entre Dos Mares junto al catedrático Juan Patricio Castro, recuerda que «cuanto mejor conservado está el entorno, se dan menores servicios ecosistémicos». «La calidad ambiental aumenta el PIB per cápita del residente, reduce el fracaso empresarial y mejora el nivel de los servicios», afirma.
Los 'mareños' ven esa imagen en negativo. «Ahora no tenemos nada, pero con el ayuntamiento propio lo tendríamos», sostiene el empresario José Ángel Hernández. Suma 45 años en el sector hostelero de La Manga y reconoce que «ahora tengo mucha ilusión con esta nueva iniciativa». En los últimos años ha invertido en sus restaurantes Surfing y Marea, de cara al Mediterráneo, pero no ve la misma apuesta en el entorno. «A la entrada de La Manga no hay luz, los accesos de tráfico son un problema, faltan policías y, para colmo, la dejadez mostrada este año con la apertura tardía de los chiringuitos», lamenta. Teme que la pérdida de arena en las playas perjudique el potencial turístico de esta franja litoral.
Falta de transparencia
El escueto estudio de viabilidad económica que acaba de presentar la nueva Comisión Pro Ayuntamiento garantiza que «los dos municipios de origen no verán afectada negativamente su estabilidad financiera», en caso de perder un territorio que no es pequeño ni pobre. Reúne un potente parque inmobiliario, empresas turísticas y la mayor concentración hotelera de la Región.
Desde El Sabinar hasta el norte de La Manga, incluyendo el espacio natural de Calblanque, La Manga Club con sus 2.300 viviendas de lujo, Atamaría, la Batería de las Cenizas y la Peña del Águila, Las Cobaticas, Los Nietos, Los Belones, Mar de Cristal y La Manga entre otras poblaciones aledañas. La falta de datos, tanto por parte de la Comisión como por los ayuntamientos, dificulta una visión clara para el ciudadano.
Solo en La Manga de San Javier, la última cifra conocida -en 2014- eleva el censo inmobiliario a 33.233 viviendas, aunque en la última década la construcción ha avanzado con fuerza. Ese mismo año, el Ayuntamiento de San Javier hizo público que el IBI de La Manga le generaba unos ingresos de 15 millones de euros. Las fuentes municipales consultadas no han actualizado estos datos. Por su parte, la alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, que ha aportado datos más claros, calcula que los ingresos por IBI del territorio cuestionado pueden llegar a los 12 millones de euros, a lo que habría que añadir -igual que en San Javier- las licencias de obra y apertura de negocios, las tasas de vehículos, vados, los recibos de la recogida de basuras y el agua, sin contar las multas y otros ingresos.
Arroyo asegura que «para Cartagena, los gastos en estas zonas resultan deficitarios, ya que se gasta más de lo que se ingresa». Enumera los 2,2 millones previstos de inversión, más los 400.000 euros que aportarán al Consorcio de La Manga, que incluirá bonificaciones al bus urbano. «En total, solo en Cartagena, el gasto se eleva a 4,7 millones de euros», afirma. La alcaldesa recuerda que ese supuesto municipio «nacería con su parte de deuda municipal, que asciende a 5,6 millones de euros (3,6 millones de Cartagena y 2 millones de San Javier), es decir, que cada ciudadano (11.000 cartageneros y 4.000 de San Javier) de ese municipio tendría una deuda de 373 euros».
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La zona norte, con el futuro pendiente de un túnel
«Si hay alguna desgracia, ¿cómo llegarán los bomberos o una ambulancia?», se pregunta el presidente de la Asociación de Vecinos La Manga Veneziola, Joaquín Carrasco. Su conexión a pie o en coche depende del horario de aperturas del puente del Estacio, para compatibilizar el paso de barcos por el canal. Las roturas, cada vez más frecuentes, del puente basculante incordian gravemente la movilidad de los residentes en una franja de terreno que siempre estuvo aislada, pero que con la irrefrenable construcción de edificios, la va convirtiendo en una ratonera. «Ya somos demasiados. Desde el puerto hacia el norte, unas 50.000 personas. Este verano ha sido un 'boom' de gente», comenta Carrasco. Ya han pedido al Ayuntamiento la construcción de un túnel para evitar la incomunicación con el resto de La Manga.
Apoya la independencia municipal porque «lo que sacan de aquí lo invierten en otros sitios». Cree que «viviría más gente en invierno si hubiera mejores servicios». Reclaman una consulta médica, al menos un día a la semana, en invierno. Con el aumento de robos que, según el representante de los vecinos, se ha registrado este año, querrían una mayor presencia policial.
Entre sus quejas, señala «el alcantarillado obsoleto, porque tenemos las mismas infraestructuras que hace 25 años pero hay muchas más viviendas». Le entristece el olvido del norte de La Manga, porque «sigue siendo un paraíso, que deberían cuidar más».
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