Autoras de novelas románticas que son... hombres
C. COCA
Domingo, 9 de agosto 2015, 00:33
Un subgénero literario ha sido dominado por las mujeres desde siempre: el de la novela romántica. El tópico machista condenaba a las autoras -y a las lectoras- a ese segmento creativo, que siempre ha sido económicamente muy rentable. Aún hoy, actualizado en sus formas y en el contenido, con una carga explícitamente sexual mucho mayor, todavía lo es.
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Sucede así porque las mujeres siguen siendo lectoras muy fieles de esos libros y porque cada vez se acercan más hombres a sus páginas. Pablo Álvarez explica que en EE UU los editores han recurrido a cambiar la imagen de las novelas erótico-románticas, haciendo portadas «que no avergüencen a quienes las van leyendo en el metro». Habría que decir que para conseguir también un hueco en las librerías y no solo en los grandes supermercados y los quioscos, donde consiguen ventas voluminosas. De todos modos, los hombres todavía tienen ante esos libros una actitud de cazadores furtivos. Muchos han leído '50 sombras de Grey' y lo justifican diciendo que ha sido para saber «qué tiene» que interesa a tantas mujeres.
Perspectiva femenina
Ese furtivismo se está dando también en la autoría. En el ámbito anglosajón ya ha trascendido que unas cuantas grandes firmas femeninas del género romántico escondían a varones: el escocés Ian Blair, por ejemplo, firmaba como Emma Blair; su paisano Hugh Rae es Jessica Stirling en la portada de sus libros, y Jill Sanderson es en realidad Roger Sanderson. ¿Por qué buscar seudónimos femeninos? «Es un asunto de credibilidad, de identificarse con el personaje», explica Elisabet Benavent, que con poco más de 30 años lleva ya nueve libros de este género y es un auténtico fenómeno de la llamada 'chick lit'. «La mujer siempre ha sido predominante en este género y los hombres ni se acercan, al menos con su nombre», explica.
El interés en ocultar la identidad -y el sexo- de los autores cuando son varones se debe a dos razones: la primera está orientada a las lectoras. Ellas se introducen con más facilidad en relatos escritos con la perspectiva de una mujer si están escritos por una de ellas. La segunda razón tiene que ver con el tópico: aún hoy, la carrera como escritor 'serio' de un varón que escriba novela romántica está muy comprometida. Por eso ocultan su identidad. Pero existir, existen. También en España.
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