Conversaciones con Dios
JOSÉ MARÍA ESTEBAN IBÁÑEZ
Viernes, 6 de noviembre 2020, 02:12
Si hubiera sido hace unos años, algunos años, la noticia de la muerte de Manuel Torres habría sido anunciada por los teletipos con esas campanillas que nos hacían correr hacia la larga tira de papel enrollable que contenía todas las noticias del día. Y, sin embargo, para mí, que lo conocí durante mi dirección en el periódico LA VERDAD, Manuel no era un hombre de campanillas; no era un huertano, pero tenía esa campechanía de quien es capaz de salir de madrugada a cantar los aguilandos navideños si se lo proponían y luego enfrascarse en su último invento.
Hizo su vida laboral entre Navarra y su región murciana. En la primera para trabajar en Papelera Navarra y allí comenzó el nacimiento de sus patentes: mecanismo para evitar el parón de rotativa cuando se iba acabando la bobina, ganar tiempo en la edición y perder menos papel, algo que no muy propiamente llamábamos posteta. Pero esa es parte de una larga vida de invenciones y de desarrollo laboral y empresarial en Murcia, en Navarra, en España y fuera de ella.
Pero quizás no muchos conozcan –o a lo mejor sí, pero es bueno recordarlo en este momento– su filosofía de vida respecto de la creencia religiosa que sentía en su interior, pero que quizás no expresaba en la liturgia. Manuel y su mujer, Amparo, celebraban muchas comidas en su casa y en la ocasión que voy a relatarles lo hacían con el obispo de Cartagena. Amparo le recriminaba cariñosamente a Manuel, delante del obispo –¡que ya es presión!–, que no iba a misa y otras cosas de práctica religiosa. Manuel, ¿con flema murciana?, le respondía: «Yo estoy muy en contacto con Dios y le hablo todos los días». «¿Y qué le dices?», inquirió el obispo. «Pues, le digo: pero, vamos a ver, Dios. ¿Tú no eres Dios? ¿Acaso tienes algún problema en el cielo que crees que te lo puedo resolver yo? Tú déjame aquí en la tierra creando puestos de trabajo, cuidando a mi familia y disfrutando con mis amigos».
Hoy, estoy convencido de que Dios no le habrá tirado amistosamente de las orejas por la «rebeldía» de su pensamiento, porque sabe que ha llegado al cielo un murciano-navarro con el que puede contar cuando Él lo desee. Manuel, cuida de tu empresa para que siga creando puestos de trabajo y riqueza en Murcia y Navarra, como siempre tú has deseado. Un abrazo.