Zonas de pedanías se convierten en inhabitables por el cultivo de 'maría'
Los residentes denuncian graves situaciones de inseguridad y amenazas por los clanes de la droga, que incluso obligan a familias a dejar sus casas
«Mi calle huele a marihuana. Todos los días y a todas horas hay un olor insoportable, pegajoso, que se te mete en la cabeza; ... todo apesta a ese tufo». Esta es una de las múltiples quejas de los vecinos de la pedanía murciana de Patiño, que prefieren no dar sus nombres por miedo a represalias, pero que aseguran que el centro de la localidad se ha convertido en una gran plantación clandestina de marihuana.
Denuncian que existen varias casas, «hasta una veintena», ubicadas en viviendas en bajo y en pisos, que se han convertido en auténticos invernaderos de 'maría'. La mayoría están situadas en las calles Concepción, La Paz, Padre Damián, la carretera de la Fuensanta, el carril Puente Alto y en un edificio abandonado de la calle Ángel, según señalan los afectados por la cercana presencia de estas actividades ilegales.
«Mi hija ya no lleva a su hijo al parque que hay junto al campo de fútbol, por no pasar por esas calles. Los padres y madres están alarmados y no quieren llegar a acostumbrarse a eso. Ya han denunciado esta situación, aunque por ahora nadie les ha hecho caso», afirmó una mujer.
«No podemos abrir las ventanas porque el tufo se mete en la casa y mis nietos no tienen por qué estar oliendo esa droga»
Los residentes de la zona aseguran que tienen miedo de los ocupantes de esos domicilios. «Son gente peligrosa y, si la toman contigo, te hacen la vida imposible». Eso le ocurrió a la dueña de un comercio, situado en las inmediaciones de la zona donde se concentran los cultivos.
Según las denuncias de los vecinos, corroboradas por fuentes consultadas por LA VERDAD, las viviendas antiguas de las calles Padre Damián, La Paz y Concepción han sido ocupadas a la fuerza, aparentemente, por una familia que se está lucrando con este negocio. «En las que estaban abandonadas, pegaron una patada a la puerta y se metieron. Y en las que estaban habitadas, obligaron bajo amenazas a sus inquilinos, la mayoría personas mayores, a abandonarlas, para luego realquilarlas a grupos dedicados al cultivo y venta de droga», explica un vecino.
Las fuerzas de seguridad tratan de atajar este fenómeno con continuas redadas en un gran número de localidades
El lunes por la mañana, un grupo de operarios, acompañados por una patrulla de la Policía Local, procedieron a realizar un corte de suministro de agua de otras tres casas ocupadas, cuyos moradores se habían enganchado ilegalmente a la red. Las tres viviendas en bajo están situadas en la carretera de la Fuensanta, próximas a la iglesia.
«Hemos bloqueado el suministro desde la llave de paso en superficie una decena de veces, pero al poco se volvían a enganchar. Esta vez se ha cortado el agua directamente desde suelo, levantando la acera para acceder a la acometida. Ahora lo tienen más difícil», explicó un trabajador.
Los afectados lamentan que lo peor está por llegar, ya que las molestias odoríferas se incrementarán en primavera y verano, porque es cuando las plantas florecen y desprenden un olor más intenso. Además, con el calor, los vecinos se ven obligados a tener las ventanas y balcones abiertos, «por lo que toda la casa huele, y mis nietos no tiene por qué estar oliendo esa droga. Estoy amargada», lamenta una mujer.
Las protestas de los residentes de pedanías acerca de las molestias por la presencia de marihuana en sus calles no se circunscriben a Patiño. Los vecinos de un bloque de pisos ocupados, situado entre las calles Velarde y Alegría de la pedanía murciana de Los Dolores, llevan años quejándose de las plantaciones de marihuana en el sótano del edificio. «Llevo residiendo en esta calle más de cuarenta años, pero ahora está completamente degradada. Vivir ahora aquí es insoportable», lamentaba un vecino.
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La acción de los clanes de la marihuana, cada día más necesitados de viviendas en las que instalar sus cultivos clandestinos, está convirtiendo algunas zonas de pedanías en inhabitables. El trasiego de compradores de droga, las amenazas, la creciente inseguridad... están llevando a familias enteras a mudarse para mantener unas mínimas condiciones de vida.
Y las fuerzas de seguridad, conscientes del problema que generan esas mafias, vienen desarrollando desde hace meses continuas operaciones en una infinidad de pequeñas localidades del entorno de la capital murciana. Prueba de ello son los grandes operativos antidroga de la Policía Nacional la semana pasada, con golpes en cadena a redes que se dedicaban al cultivo en casas de La Alberca, El Palmar, Espinardo y Casillas.
Las sospechas de que en esas zonas se estaban cultivando grandes cantidades de marihuana afloraron por las reiteradas quejas de los vecinos de esos 'narcos'. No se equivocaban: se incautaron de 2.800 plantas de 'Cannabis sativa' y nueve kilos de marihuana congelada para la producción de aceite de cannabis.
«Una sola familia tiene atemorizados a los vecinos de Patiño»
«En Patiño hay un clan que ha montado un negocio en torno a la ocupación de viviendas y su posterior realquiler a gente afín a ellos, para instalar invernaderos de marihuana y venderla. Tienen al pueblo atemorizado». Un ciudadano, que no quiere revelar su identidad, asegura que una familia ha montado una organización perfectamente jerarquizada, en la que cada uno de sus miembros ejerce distintas funciones. «El grupo está comandado por la matriarca. Su marido es el que amenaza y agrede a quienes no pagan –también son prestamistas, cuyos intereses son descomunales–, y el que hostiga a los inquilinos para que abandonen las casas. Por debajo de ellos están los hijos. Cada uno se encarga de cobrar y controlar las casas asignadas. Las viviendas están situadas en pleno centro del pueblo: la carretera de la Fuensanta, la calle Concepción, La Paz, Padre Damián y varios pisos de un edificio abandonado al final de la calle Ángel. Además, ahora se están expandiendo a casas de la huerta. En unas se dedican al cultivo y en otras a la venta al menudeo», expuso la fuente.
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