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Puerta principal de la nave abandonada en Puente Tocinos. ROS CAVAL / AGM

Un vergel de marihuana balcánica oculto en un antiguo taller de Murcia

La Policía Nacional detiene a tres albaneses que utilizaban una nave de Puente Tocinos para plantar maría y exportarla a Europa

Lunes, 22 de septiembre 2025, 01:24

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La puerta oxidada de la nave del Carril de Enmedio, en la pedanía murciana de Puente Tocinos, crujió apenas unos segundos antes de que los agentes se identificaran. Hasta entonces, aquella instalación de chapa abollada, con el hueco de la cerradura arrancada y un aire de abandono, había sido una tapadera.

Dentro no había maquinaria, ni polvo de una fábrica vieja, ni señales de que fuera un almacén. Solo el runrún constante de compresores y extractores, el zumbido de las lámparas y el olor a zorrillo por los terpenos dándolo todo, que se escapaba por rendijas. Un tufo imposible de disfrazar.

La Brigada de Estupefacientes de la Unidad de Droga y Crimen Organizado (Udyco) de la Policía Nacional llevaba semanas oliéndolo a distancia. Unos vecinos les contaron que había visitas a deshoras, que había furgonetas que aparcaban unos minutos y se iban, que unos hombres vestidos con ropa de trabajo entraban y salían.

Admitieron que cultivaban las plantas y las entregaron de manera voluntaria. No sabían, dijeron, que aquello era delito

Que el ruido de los aires acondicionados era permanente y que la nave estaba iluminada siempre, brillaba de noche. El agujero de la cerradura terminó de confirmar que detrás del pladur se levantaba la estructura clásica de un cultivo indoor. Toallas secándose, cañas de madera para sujetar tallos, filtros de carbono arrumbados y la manguera de un tendido eléctrico ilegal que chupaba energía como una boca de metro.

El 27 de agosto la vigilancia ya era estrecha. Desde una parcela colindante, los agentes olieron lo que los extractores no podían disimular. El parte de Iberdrola se lo confirmó, ya que un transformador del Parque Azul estaba perdiendo casi 60 kilovatios cada día, un modelo eléctrico compatible con una plantación. Había que esperar a que alguien se delatara.

Ese alguien llegó el 1 de septiembre a las cinco de la tarde. Una Peugeot Partner gris se detuvo ante la verja. Dos hombres abrieron la nave con sus llaves. Dentro les esperaba un tercero, que vivía allí. La oficina se había convertido en dormitorio con una cama, hornillo y una piscina infantil de plástico que servía de depósito improvisado. El olor a marihuana ya no se podía maquillar.

Plantación de marihuana hallada por la Policía dentro del almacén. LV

Los agentes no tuvieron que forzar nada. Los tres hombres de nacionalidad albanesa admitieron lo que cultivaban y entregaron voluntariamente las plantas. No sabían, dijeron, que aquello era delito. El registro fue meticuloso. Los agentes encontraron en dos habitáculos, 460 plantas de unos cincuenta centímetros, más de sesenta lámparas LED, ventiladores, filtros de carbono, extractores, aires acondicionados y un sistema eléctrico preparado para hacer crecer la hierba a marchas forzadas. En la furgoneta aún quedaban macetas, tubos y cables destinados a otros montajes. La inversión superaba los 20.000 euros. El que residía dentro de la nave se había convertido en el guardián y 'jardinero' de la plantación, figura habitual en este tipo de entramados. La persona que duerme, come y respira entre los tallos para mantener el ciclo de luz y riego sin interrupciones. Los otros dos se encargaban de entrar y salir a deshoras, transportando material y dinero. Entre todos sus bolsillos sumaban 4.245 euros en efectivo.

La operación se cerró a las ocho de la tarde. Los tres ciudadanos balcánicos salieron esposados de la nave. El negocio de la droga, que había funcionado durante meses camuflado tras la chapa oxidada de un almacén, quedó sin actividad y adoptó por dentro la impresión de abandono que daba por fuera.

Un negocio fuera de España

El atestado de la Udyco, al que LA VERDAD ha tenido acceso, concluye que la nave se destinó «única y exclusivamente» al cultivo. En la nave, que había albergado anteriormente un negocio de reparación y venta de vehículos, no había ni un tornillo, ni una caja de herramientas. Solo cannabis, cultivado en un invernadero profesional. El dueño de la nave no estaba implicado en el cultivo. El propietario, un vecino de Águilas ya jubilado, fue citado a declarar como testigo.

Aportó el contrato de arrendamiento firmado a comienzos de año y se desmarcó de cualquier relación con la plantación. La sorpresa para él fue mayúscula cuando supo que lo que alquiló como un simple almacén agrícola había terminado convertido en un invernadero clandestino con centenares de plantas de marihuana bajo lámparas y sistemas de riego ocultos.

Los arrestados entraron en España con estancia regular de tres meses, levantaron la plantación, recogían la cosecha y se la llevaban fuera del país

Los investigadores sospechan que los tres albaneses detenidos, que fueron puestos en libertad provisional tras declarar en el juzgado, entraron en España con estancia regular de tres meses, levantaron la plantación, recogían la cosecha y se marchaban fuera del país.

Un ciclo rápido, legal en papeles de extranjería y que les permitía exportar marihuana, uno de los productos más demandados de España en Europa y que en la Región florece en cualquier casa, invernadero o nave abandonada.

  1. Imagen principal - La defensa niega que el cultivo sea ilegal: «Era cáñamo con CBD»

    La defensa niega que el cultivo sea ilegal: «Era cáñamo con CBD»

Los tres ciudadanos albaneses detenidos en Puente Tocinos por una plantación en el interior de una nave industrial no habrían cometido un delito contra la salud pública, según la versión de su abogado defensor, Eduardo Romera. El letrado considera que las plantas intervenidas «no son exactamente marihuana», sino una variedad de semillas de cáñamo que contienen CBD y que «no superan el 0,2% de THC», el límite fijado por la normativa comunitaria para diferenciar entre un cultivo legal y uno ilícito. Romera recordó que el juez de guardia, al tomar declaración a los arrestados, acordó su puesta en libertad con medidas consideradas «leves», como la retirada del pasaporte y la obligación de comparecer en el juzgado los días 1 y 15 de cada mes, descartando el ingreso en prisión o medidas más restrictivas.

«En mi opinión, eso significa que el magistrado no ve indicios de que pertenezcan a ninguna organización criminal y que las cautelares fijadas son suficientes», apuntó.

En este sentido, el abogado reclamó que se abra un debate político y jurídico para «regular con claridad la diferencia entre el CBD y el THC», ya que, a su juicio, la falta de un marco normativo actualizado provoca «detenciones y actuaciones judiciales que cargan de trabajo a los tribunales, sin que finalmente se impongan condenas ni sanciones».

Romera insistió en que la normativa española debería adaptarse a la europea, que en algunos países ya eleva el límite de THC permitido en cultivos destinados a usos medicinales. «Lo que está pasando en Canadá, en varios Estados de EE UU y en buena parte de Europa apunta hacia una regulación más clara del consumo de cannabis. Aquí, mientras tanto, seguimos con una línea muy fina entre lo que es delito y lo que no lo es», subrayó.

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