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La ampliación del tranvía hacia el sur. Esta idea se ha convertido ya, en apenas una década, en una 'vieja' aspiración de muchos vecinos ... de Murcia. Pero, ¿lo es realmente de todos? Esta propuesta fue señalada como prioridad y eje vertebrador del transporte urbano en el Plan de Movilidad Urbana Sostenible del Municipio, publicado hace ocho años por el Consistorio. Durante todos estos años no ha llegado a apostarse con decisión por este proyecto, que se ha encontrado, primero y ante todo, con dificultades presupuestarias, ya que la inversión necesaria para llevar este medio de transporte a la estación de tren del Carmen ronda, según los primeros cálculos, los 70 millones de euros.
Sin embargo, la ventana de oportunidad que ha supuesto la llegada de los fondos 'Next Generation', unida a la remodelación urbana que promete el soterramiento de las vías del tren, ha llevado a muchos a acariciar de nuevo esta idea, cuando ya parecía dejada de lado. Los primeros que se han apuntado con entusiasmo –aunque sin concreción– a este carro, o al convoy, mejor dicho, son los miembros de la coalición del gobierno compuesta por PSOE y Cs.
Lo ha hecho expresamente el vicealcalde, Mario Gómez, pero también el propio primer edil, José Antonio Serrano, que señaló hace unos días que la peatonalización de la zona soterrada no excluía la llegada de los raíles. También lo apoyó nuevamente la concesionaria, Tranvía de Murcia, a través de sus redes sociales, y han aplaudido y reclamado esta opción especialmente asociaciones vecinales de zonas como Barriomar, San Pío X y Ronda Sur, que ven en esta infraestructura una posibilidad de integrarse definitivamente en el entorno urbano de la ciudad.
Pero no hay que olvidar que, además de las cuestiones económicas, los problemas técnicos también han tenido mucho que ver en que la iniciativa no haya acabado de cuajar y, en particular, el desarrollo de un trazado que no convence especialmente a los residentes de una parte concreta de la ciudad: el barrio del Carmen. «Hace unos años ya se promovieron unas jornadas con expertos para explicar las opciones del proyecto, en las que también participaron técnicos de Tranvía de Murcia, pero nosotros no salimos convencidos y pensábamos que no era el momento», explica Paquita López, presidenta de la Asociación de Vecinos Carmelitanos.
Gran parte de esas reticencias siempre han pasado por aquella percepción generalizada de que el Carmen es una ratonera para el tráfico. «Esto no es Juan Carlos I ni Juan de Borbón; nuestras calles son estrechas, en ocasiones de un solo sentido y el barrio ya cuenta con unas entradas y salidas complicadas; una infraestructura como la del tranvía puede dificultar mucho el día a día a los vecinos», subraya López, destacando los «horrorosos atascos» que sufren vías como la calle Industria o el nudo del Rollo.
Con todo, López considera que, a la vista de posibles soluciones técnicas, la oposición ya no es tan frontal como hace unos años, «pero si llega el caso, queremos que se cuente con nosotros, se expongan los inconvenientes mediante un estudio profundo y se les encuentren soluciones de manera negociada». En definitiva: tranvía, quizás, pero «no de cualquier manera», zanja.
José Oñate
Presidente de los Comerciantes
Paquita López
Presidenta AAVV Carmelitanos
Francisco Ruipérez
Plataforma Defensa Transporte
Estas inquietudes se hacen palpables tan solo con dar una vuelta por la zona. «Seguro que tiene sus ventajas y conectarnos directamente con los centros comerciales o la Universidad siempre llama, pero el cómo articular el desembarco nos inquieta», expone Sergio. Tanto a Fuensanta, de la zapatería Tres en Raya, como a Juanjo y Pedro, propietarios del Bar Roses y de una administración de Loterías, respectivamente, les preocupa un hipotético cierre al tráfico del Puente de los Peligros o la propuesta de peatonalizar la plaza Camachos. «La gente está acostumbrada a cruzar en coche por ahí, como el paso más natural, y queremos que lo puedan seguir haciendo; ya existe de por sí demasiada sensación de barrera como para crear otra», expone Fuensanta.
Mientras Juanjo destaca «los embudos y el follón» que ya ha generado la entrada por el Plano de San Francisco el nuevo carril bus. «Puede parecer bonito sobre el papel, pero la gente y el comercio de aquí le tiene miedo a esta convivencia», confiesa Pedro. «Lo que está claro es que no se pueden cerrar vías sin dar alternativas, como abrirnos el Puente de Hierro», defiende José Oñate, presidente de la Asociación de Comerciantes, que apuesta, además, por la construcción de un nuevo parking en el barrio, «para paliar el problema del aparcamiento».
«No hay que olvidar que la ampliación del tranvía también responde a un interés económico: el de hacer rentable un servicio, el de la Línea 1, que ahora es deficitario», valora Enrique de Andrés. Este arquitecto, que además de ser carmelitano, participó en su día en las jornadas promovidas por la asociación de vecinos, no tiene claro si una solución tan drástica es lo que necesita el casco histórico de Murcia. «No se puede mejorar el servicio en otras zonas más alejadas dejando problemas aquí, si se produce un error de planificación; tampoco hay que olvidar que el subsuelo de la ciudad, con tanto resto arqueológico, no está para mucha zanja», expone.
«Con los coches hay que convivir, queramos o no», defiende Francisco Ruipérez, portavoz de la Plataforma en Defensa del Transporte Público que, como De Andrés, no ve tan mal una solución como la del BTR (antes tranvibús). «Somos un municipio complejo; no se puede ampliar el tranvía a costa de comprometer económicamente el servicio a pedanías», incide.
Los dos hacen también suyo el planteamiento del ingeniero civil Luis Bernardeu, que hizo en su día un informe para la asociación vecinal: «Cualquier decisión de este tipo va a cargar aún más un tramo negro como la Ronda Oeste (A-30) y sus accesos; hay que esperar a la finalización de los Arcos Norte y Noroeste y de las rondas perimetrales».
«Diez minutos estuve ayer para salir por la pasarela Miguel Caballero», ejemplifica. Bernardeu piensa, no obstante, que el tranvía es una buena solución para Murcia, siempre y cuando se integre en un plan de movilidad actualizado que analice los verdaderos flujos de tráfico. «Estos proyectos requieren de actuaciones paulatinas y mucha pedagogía», considera. Esto, y mucho diálogo, es lo que necesitará el Consistorio para vencer las resistencias del Carmen.
Desde el Consistorio, el vicealcalde, Mario Gómez, considera que las reticencias de los vecinos se disiparán con una correcta explicación de la mejora de la movilidad que puede traer para el barrio el proyecto de llegada del tranvía que se está planteando. «En primer lugar, si se lleva a término, ellos podrán seguir circulando con normalidad con sus vehículos; lo que vamos a contribuir es a que se reduzca la entrada de coches externos», defiende. La última propuesta que se maneja en el Consistorio consiste en aprovechar la red de carriles segregados destinada a los buses de tránsito (BTR) para instalar los raíles. Esta actuación vial, financiada con fondos europeos Feder y que deberá estar concluida a finales del año próximo, plantea un itinerario, en principio, a través del Puente Viejo, la alameda de Colón y la calle Floridablanca, para acabar cruzando el río de vuelta por la pasarela Miguel Caballero. «Estos carriles serían compartidos por el tranvía, autobuses y taxis, ya que la plataforma no estará elevada ni será de uso exclusivo», remarca Gómez, añadiendo que la catenaria iría soterrada con un sistema de suministro de corriente a través de puntos de paso, separados por la distancia de un convoy.
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