Preocupación en la huerta de Murcia por el avance de una enredadera invasora que asfixia los cítricos
Vecinos, agricultores y colectivos como Huermur exigen medidas urgentes para frenar la expansión de la 'Araujia sericifera' en parcelas de cultivos
Su nombre vulgar es 'planta cruel', pero en la huerta se le conoce más como 'ahorcaperros'. Uno y otro apelativo apuntan a su poder daniño ... para el entorno, al tratarse de una especie catalogada como «invasora» y «muy agresiva». Según los expertos consultados, la húmeda primavera ha favorecido este año la propagación de la 'Araujia sericifera', su denominación científica, y la invasión de esta enredadera leñosa, que además contiene un látex irritante, inquieta a huertanos, colectivos ecologistas y propietarios de parcelas desde Los Dolores a Nonduermas.
«Está acabando con huertos enteros en diferentes zonas», advierte Sergio Pacheco, presidente de la Asociación para la Conservación de la Huerta (Huermur). La lucha contra esta planta exótica «tiene desesperados a muchos huertanos» debido a que se expande a un ritmo «muy preocupante», añade. «Es terrible, si no se controla puede llegar a asfixiar al arbolado», principalmente cítricos, remarca Juan Jesús Sánchez, secretario de la Junta de Hacendados, que recomienda el arranque como medida para mantenerla a raya.
Pese a su dañino avance, no existe un plan integral para evitar la propagación, según denuncian los afectados, que tienen que hacer frente a la plaga cada uno por su cuenta. Su erradicación se ha convertido en un quebradero de cabeza: «Es muy costosa y, en algunos casos, incluso imposible», mantiene Pacheco.
Sergio Pacheco: «Está acabando con huertos enteros; muchos propietarios se muestran desesperados»
«Llevo dos décadas viviendo aquí y nunca antes había visto nada parecido. Este año la expansión es brutal; está en todas partes», señala Klaus Schriewer, propietario de una tahúlla de terreno entre Beniaján y Torreagüera. «El problema –indica– es que la planta campa a sus anchas en huertos abandonados y de ahí se propaga fácilmente a las parcelas del entorno. La Administración debería obligar a los propietarios a mantener en condiciones esos terrenos como medida para contener la invasión».
El agricultor Serafín Moreno sostiene que «este año la plaga aparece más extendida; probablemente las lluvias de la primavera han favorecido su propagación. La estamos viendo en fincas donde antes no la habíamos detectado». Como Klaus Schriewer, cree que el problema tiene su origen en los huertos abandonados, de donde la planta se expande por los alrededores.
Huermur acaba de emprender una 'batalla' en los despachos. La asociación presentó ayer una batería de escritos en la Consejería de Medio Ambiente y el Ministerio para la Transición Ecológica, «solicitando información y medidas urgentes» no solo contra la 'Araujia sericifera'. También contra otras dos especies invasoras: la planta conocida como 'rabo de gato' y las cotorras argentinas.
Cotorras argentinas
La primera «está muy extendida» en cunetas de carreteras y caminos de Casillas, El Esparragal y Espìnardo, entre otras pedanías. «'El rabo de gato' desplaza a las variedades autóctonas de hierbas», indica Pacheco. En cuanto a las citadas aves, sus colonias se localizan de momento en La Albatalía, La Arboleja, el entorno del Malecón y El Valle, pero van ganando terreno y algunas voces ya avisan de los riesgos que se avecinan. El último censo fijaba su población en unos 550 ejemplares y suponen una amenaza «para las aves propias de la huerta», según el presidente de Huermur. En ciudades como Málaga y Madrid, las autoridades todavía no saben cómo atajar el problema.
La asociación conservacionista solicita a la Comunidad y al Ministerio un informe acerca de la situación real de la expansión de estas tres especies y «qué se ha hecho hasta ahora para frenar su desarrollo». Además exige una explicación acerca de las medidas necesarias para contener la propagación, y no descarta acudir a los tribunales «por si se incurre en algún delito al estar catalogadas como invasoras».
Sergio Pacheco también reclama recursos para combatir otra plaga que parece olvidada: la del picudo rojo, que, no obstante, «sigue devorando palmeras».
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