Denuncian la vuelta de los okupas al esqueleto de hormigón del cruce del Alias de Murcia
Los vecinos temen que se produzca un efecto llamada que genere una situación similar a la que motivó el macrodesalojo de hace más de tres años
Tres años de tranquilidad. Ese es el periodo que suman las hojas arrancadas del calendario por parte de los vecinos que viven junto a ... la estructura abandonada del llamado 'cruce del Alias', en el barrio de San Pío X. Sin embargo, los residentes de esta zona periférica de la ciudad han vuelto a poner el contador a cero en las últimas semanas, con la mosca asentada ya detrás de la oreja, tras constatar que este esqueleto de hormigón, testimonio vivo de la ya lejana crisis del ladrillo, vuelve a estar ocupado.
En torno a una decena de personas sin hogar de origen extranjero -subsaharianos y magrebíes, fundamentalmente- pernoctan en estos momentos en lo que fue una vez un proyecto de edificio de viviendas, según señalan los habitantes del vecindario. En principio, el cierre perimetral creado a base de láminas de chapa metálica habían disuadido en los últimos años a los potenciales 'okupas'. Pero parecía lógico que tan sólo fuera cuestión de tiempo que alguien encontrara la manera de volver a acceder a este inmueble, convertido otra vez en infravivienda.
Una abertura hecha entre las distintas planchas de metal permite a sus actuales ocupantes entrar y salir de la estructura sin mayor problema, como pudo constatar ayer este periódico. «La verdad es que a algún sitio tendrá que ir esta pobre gente, que muchas veces no tiene otra alternativa», reconocen los empleados de un taller mecánico cercano. De hecho, en los últimos meses se han producido diferentes desalojos en varios puntos próximos, ubicados bajo a la autovía A-30, así como en el poblado chabolista junto a La Fica, que pueden haber ayudado a desplazar a sus antiguos moradores hacia este enclave.
Reconocen los vecinos que en estos momentos no existen especiales problemas con los ocupantes del espacio, más allá de la periódica acumulación de basura que generan. Sin embargo, como llueve sobre mojado, tienen miedo de que se produzca un efecto llamada y se genere una situación similar a la que motivó la polémica macrointervención desarrollada por efectivos policiales y trabajadores sociales en noviembre de 2020, todavía en plena pandemia, y que desató las críticas de varias entidades de carácter social.
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«Peleas y trapicheos»
En aquel momento, sus más de medio centenar de ocupantes fueron desalojados ante la insalubridad y la peligrosidad para la vida esta mole, escenario de «peleas, trapicheos y actividades ilítas», según insisten los vecinos. «No estamos dispuestos a volver a encontrarnos con otra población de un tamaño incontrolable, capaz de generar montañas de más de un metro de basura y a la que incluso hemos visto defecar desde las alturas», comenta un vecino de la zona, que prefiere no dar su nombre. «Hace unas semanas tuvo que venir una pala a limpiar la zona y el lunes estuvo la Policía Nacional por aquí», concluye.
Reconocen desde el Consistorio que ha habido en los últimos años varios intentos de ocupación más de esta estructura ante los que se ha logrado actuar con éxito y que en esta ocasión se volverán a tomar medidas. No obstante, recuerdan que se trata de una propiedad privada y que cualquier intervención más allá de la negociación con los moradores y de aquellas de las que no se haga cargo su titular requiere de la solicitud de una orden judicial. Vuelve la intranquilidad.
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