Arrecian las quejas de usuarios de bus con movilidad reducida en Murcia por fallos en las rampas
Denuncian «deficiencias» para acceder al transporte público en silla de ruedas por el mal funcionamiento de pasarelas en los vehículos
Antonia Muñoz puede presumir de ser la primera murciana que se sacó el carné de conducir para personas con discapacidad. Sin embargo, esta vecina ... de Cabezo de Torres con movilidad reducida y que va en silla de ruedas cuenta que en los últimos años prefiere optar por el transporte público para desplazarse por la ciudad, ya que le resulta más cómodo que ir en su vehículo particular adaptado, principalmente por las dificultades que se encuentra a la hora de aparcar en las zonas habilitadas.
Una alternativa que, según apunta, le está dando muchos disgustos en las últimas semanas. «Estoy desesperada porque llevo una racha muy mala; siempre me toca el mismo autobús, que circula pese a llevar la rampa rota, y tengo que salir de casa con mucha antelación por si el primero que pasa me deja tirada», destaca esta farmacéutica jubilada de 74 años sobre las múltiples ocasiones en la que se queda 'aparcada' en la parada de la avenida Alto de las Atalayas, junto al Colegio Salesianos Don Bosco, cuando pretende subirse en uno de los vehículos que cubren la línea 50.
«Estoy curada de espanto»
Entre los obstáculos que hacen cuesta arriba su vida cotidiana, Antonia pone el foco en las rampas de autobús, ya que las considera «un elemento fundamental». A lo que esta usuaria habitual añade que no logra comprender cómo los vehículos que no tienen en perfectas condiciones estas piezas «esenciales» circulan por el municipio de Murcia.
«Subir al autobús es una lotería; nos encontramos con muchos obstáculos para hacer vida normal», dice un vecino de Aljucer
«Yo estoy curada de espanto, pero me parece vergonzoso», sostiene sobre esta realidad que, además de provocarle «una pérdida de tiempo y energía», le hace sentirse «como una ciudadana de segunda fila» cada vez que no puede acceder al servicio público como una pasajera más. «Me siento fatal y me da mucha rabia; mi tiempo es oro y las personas que vamos en silla de ruedas estamos sufriendo muchos perjuicios», denuncia. Ella ya ha reclamado formalmente al Ayuntamiento de Murcia para que resuelvan el problema.

«Una vida normal»
«Me faltó oxígeno al nacer y padezco hemiplejía, lo que me ha provocado problemas de equilibrio desde que era una cría. El primer bastón lo cogí a los 18 años cuando llegué a la universidad y desde hace veinte años necesito usar la silla por mis limitaciones físicas», detalla Antonia sobre los motivos que le impiden caminar sin ayuda. Pese a su situación, resalta que es «una persona inquieta» que desea hacer «una vida normal». «Quiero participar en todo aquello que la sociedad me ofrece, ya que tengo mucha disponibilidad desde que estoy jubilada», comenta.
Cuando la suerte está de su parte y la rampa del autobús funciona, Antonia explica que no siempre es garantía de éxito. «A veces no me puedo subir porque aparcan coches en la parada y el autobús no puede hacer la maniobra para pegarse al bordillo de la acera y desplegar la rampa», manifiesta sobre la falta de concienciación de la sociedad con las personas con movilidad reducida.
«Un problema de los gordos»
El caso de Antonia no es aislado. Las deficiencias en el funcionamiento de las rampas también afectan a Manoli Sánchez, vecina del barrio del Progreso que utiliza silla de ruedas. «Nunca sabes si va a funcionar; es un problema y de los gordos», afirma esta mujer que padece distrofia muscular y necesita usar silla de ruedas. Ella también es pasajera frecuente de la línea 50.
«Me siento impotente, no queremos dar quejas, solo pretendemos ser como un ciudadano más, pero parece que estamos retrocediendo en cuanto a accesibilidad», lamenta haciendo referencia a las múltiples reclamaciones que ha presentado en el Consistorio desde que va en silla de ruedas. Su hermano padece la misma enfermedad degenerativa y Manoli señala que, al haber solo una plaza para personas con discapacidad física por autobús, es imposible que viajen juntos. En este sentido, remarca que «si va otra persona con silla, te quedas en tierra».

Miguel Ángel Brocal, de Aljucer, también dice sentirse «frustrado y con mucha rabia». Este vecino, que el pasado mes de enero ya denunció el mal funcionamiento de las rampas de autobús en un reportaje publicado en LA VERDAD, confirma que coger el transporte público en silla de ruedas sigue siendo una ardua tarea. «Subir al autobús es una auténtica lotería; nos encontramos con muchos obstáculos para poder hacer una vida normal», alerta Brocal, usuario de la línea 26 –que conecta la ciudad con la pedanía de El Palmar–, con problemas de movilidad a raíz de un grave accidente de moto.
Desde la Federación de Asociaciones Murcianas de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Famdif), llevan tiempo advirtiendo de que «existe un problema muy serio y frecuente de accesibilidad en los autobuses urbanos de Murcia».
Renovación de la flota
A preguntas de este diario, por parte del Ayuntamiento responden que «la incorporación de vehículos en el último año ha permitido reducir a la mínima expresión» dichas incidencias. Asimismo, hacen hincapié en que «la accesibilidad es una prioridad fundamental en materia de movilidad». A lo que fuentes municipales añadieron que «el nuevo modelo de transporte permitirá acabar con estos problemas gracias a la renovación de la flota de autobuses».
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