Científicos de México y Francia se unen al IEO en el reto de recuperar el Mar Menor
Expertos de Baja California estudian la evolución y «la ruta» del nitrógeno vertido a la laguna y la capacidad de esta para usar una parte y liberar otra a la atmósfera, en un mecanismo clave para el equilibrio del ecosistema
La recuperación ambiental del Mar Menor, un ecosistema no hundido pero sí tocado tras la 'sopa verde' de 2016 y la muerte masiva de peces ... y crustáceos de 2019 y 2021, es un reto creciente para la comunidad científica. Y no solo para los grupos de la Región de Murcia que realizan estudios y proyectos para la Comunidad Autónoma y el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) desde institutos de investigación y universidades. Conocer con todo detalle los procesos ecológicos de la albufera y su cuenca y dar claves para su protección y restauración, sin tiempo que perder porque la amenaza de desequilibrio y colapso sigue muy presente, es un desafío para los investigadores a nivel internacional.
Así lo demuestra la colaboración de equipos de varios países con el Ministerio en el Marco de Actuaciones Prioritarias para la Recuperación del Mar Menor. En el Proyecto Belich, de seguimiento, estudio y modelización del estado de la laguna, el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) tiene estos días el apoyo de investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California, estado de México limítrofe con Estados Unidos. Tres expertos en química y botánica marina del Instituto de Investigaciones Oceanológicas, en la ciudad de Ensenada, realizan un estudio de campo y en laboratorio.
Buscan cuantificar los flujos de entrada de nitrógeno a la laguna –en una labor complementaria al rastreo de nitratos en la cuenca por parte de Tragsa y del Cebas-CSIC–, y el balance final de este compuesto químico, que es procesado de forma natural por las comunidades bentónicas (organismos del fondo marino). Como antecedentes, Tragsa cifró en 12 hectómetros al año la descarga de agua con nitratos al Mar Menor desde el acuífero, y el Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) la elevó a 37,6. A ello hay que sumar la escorrentía superficial, sobre todo la de la rambla del Albujón.
Además de los investigadores mexicanos, científicos de la Universidad de Toulouse, en concreto del grupo Legos (Laboratorio de Estudios Geofísicos y Oceanográficos Espaciales ), coopera con el IEO en el Mar Menor. Este equipo de Francia trabaja en un sistema de modelización de la laguna. Para esta herramienta de control hidrodinámica y biogeoquímica, que simulará el comportamiento de la laguna en diversos escenarios, el IEO cuenta con la Universidad Politécnica de Valencia y con Claude Estournel y Patrick Marsaleix, especialistas en desarrollar estos modelos en lagunas costeras. Es el caso del africano Lago Nokoué, situado en Benín y conectado al Atlántico por el Golfo de Guinea.
Vegetación y sedimentos
Acerca del estudio de la Universidad Autónoma de Baja California, Juan Manuel Ruiz explica que «el ciclo del nitrógeno es un tema muy relevante para el Mar Menor, pero aún no se ha cuantificado. Nos interesa conocer, con la mayor precisión posible, qué pasa con ese nitrógeno y carbono que llegan de la cuenca vertiente; dónde están; cómo se utilizan y transforman por el ecosistema; y el balance final» de lo que entra y lo que sale, dice a LA VERDAD el investigador del IEO-CSIC Juan Manuel Ruiz, director y coordinador del Proyecto Belich. Éste se centra en crear un sistema de monitorización de la laguna costera y mejorar el conocimiento sobre el funcionamiento de esta, su evolución y su capacidad de recuperación.
En Lo Pagán, sede del Centro Oceanográfico de Murcia, Ruiz indica que este mes hay inmersiones para tomar muestras de vegetación y sedimentos y analizarlas con potentes equipos. «Con todo lo que ha ocurrido en el Mar Menor, con episodios de eutrofización, hipoxia y anoxia, y con tantos nutrientes que entran a diario, nos preguntamos cómo es posible que el ecosistema resista tanto y que, en algunas zonas, veamos aguas transparentes», comenta.
Apunta una primera respuesta: «Los microorganismos, las praderas marinas y otros productores primarios del fondo cumplen una función esencial. Transforman parte del nitrógeno, que retiran de la columna de agua y almacenan en las plantas y en el sedimento, y liberan otra parte a la atmósfera en forma gaseosa. Que esta vía de escape siga funcionando, pese al colapso de 2016, cuando desapareció el 85% de las praderas, puede ser una explicación a la resiliencia del ecosistema». Ahora, pondrán cifras al proceso, para «conocer bien la ruta del nitrógeno de origen antropogénico (humano), su impacto y el funcionamiento de este sistema secuestrador» o biofiltrador de compuestos nitrogenados, en sus distintas expresiones: nitrato, amonio...
En el equipo de Baja California participa el mexicano Víctor Camacho, especialista en química de nutrientes con amplia experiencia en lagunas costeras, como la mexicana de San Quintín. Tras sus primeras inmersiones, ve que «el Mar Menor tiene muchos contrastes. Hay zonas profundas sin oxígeno y donde los sedimentos huelen a huevo podrido, a ácido sulfhídrico. Y hay zonas con diferente cobertura vegetal: hay pastos (praderas), pero en la mayoría hay alga Caulerpa. Este escenario me tiene impactado por eso y por la cantidad de medusas».
Especialistas de Toulouse colaboran con el IEO en un modelo que simule los cambios en la laguna ante diversas situaciones
Sobre la situación del Mar Menor respecto a otras áreas del mundo, Camacho señala que «el aporte de fertilizantes en todo su espectro, tanto inorgánico como orgánico, hacia las zonas costera es un problema global». En el orgánico incluye abonos y uso de aguas residuales tratadas pero con altos niveles de nitratos. Con una nota de humor, el científico mexicano reflexiona: «Las personas tenemos el mal hábito de comer y la actividad agrícola tiene que existir. Yo estoy muy familiarizado con el Golfo de México, al que llegan las descargas del río Mississippi. Es uno de los casos más impactantes. Cuando llegan estos escurrimientos, cada verano se genera una zona muerte. Lo que vemos en el Mar Menor, allí ocurre en una escala de 500 kilómetros todos los años». Además, Camacho ahonda en el conflicto ambiental y económico que generan estas situaciones.
«En el Golfo de México, una vez que se forma la capa anóxica, tiene problemas la gente del sector pesquero. Tiene que salir de esa zona. Existe un gran problema entre el sector pesca y el agrícola. A diferencia del Mar Menor, donde la zona agrícola está pegadita al mar, allí el sector agrícola, la fuente de nitratos, está muy alejado de la costa, a decenas y cientos de kilómetros. Pero existe el problema de tener que conciliar intereses. Es un problema complejo, pero ocurre en todo el planeta», afirma.
El investigador indica que, como en este mar de 170 kilómetros cuadrados conectado con el Mediterráneo, «el aporte de fertilizantes en todo su espectro, inorgánico y orgánico, hacia las zonas costera es un problema global». Cita el Golfo de México, «al que llegan descargas del río Mississippi» con nitratos agrícolas y donde «cada verano se genera una zona muerta», algo grave para la biodiversidad y la pesca, entre otros sectores.
Víctor Camacho, experto en lagunas litorales: «El aporte de fertilizantes hacia las zonas costeras es un problema global»
Numerosos estudios científicos de instituciones de prestigio acreditan, desde hace décadas, que los nitratos son la principal causa de contaminación del Mar Menor. Y Camacho tiene claro el origen del deterioro: «La información científica es sólida, para mí no es controversial. Aquí en el Mar Menor, la historia es muy fácil. De los años 70 hacia atrás, era agua del Mediterráneo, oligotrófica [con bajos niveles de nutrientes]. Que de repente en un cuerpo de agua empiece a subir el nivel de nutrientes… no hay otra, es materia. Y la materia viene de algún lado».
Cambio climático
Junto a Camacho, han viajado hasta el Mar Menor dos investigadores españoles de su equipo: José Miguel Sandoval Gil, biólogo de Molina de Segura formado en la Universidad de Murcia y el IEO de San Pedro del Pinatar, y el madrileño Guillermo Samperio. «Los murcianos que vivimos ahora en otros países estamos afligidos por los eventos del Mar Menor. Poder venir aquí y trabajar en este estudio es satisfactorio y esperanzador», comenta Sandoval. Y espera arrojar luz al impacto de los factores de cambio climático, como olas de calor marinas y lluvias torrenciales, a ese escudo biofiltrador con tras las 'balas' de nitrato.
Y comenta que «en el Mar Menor hay dos grandes especies dominantes: el alga 'Caulerpa prolifera' y la fanerógama marina 'Cymodocea nodosa'. Y estamos interesados en evaluar las tasas de incorporación de compuestos nitrogenados como amonio y nitrato por estos macrófitos».
Samperio alude a que «hay muchas rutas y muchos actores que están actuando en los sedimentos y con trazadores de nitrógeno pesado, de nitrógeno-15 (un isótopo estable y no radiactivo del nitrógeno), podemos ver la ruta que toma el nitrógeno y calcular unas tasas que luego pueden ser extrapoladas al Mar Menor». Y concluye: «Hay procesos que son aliados para reducir las condiciones no prístinas, pero sí mejoradas, del Mar Menor y otros procesos que agravan la situación, porque recirculan amonio en el sistema».
Juan Manuel Ruiz, investigador del IEO-CSIC: «Negar el exceso de nitratos es un bulo»
El investigador del IEO-CSIC Juan Manuel Ruiz destaca la importancia de «eliminar incertidumbres científicas sobre los procesos ecológicos del Mar Menor». «En el debate público ciertos sectores de la sociedad niegan el exceso de nitrógeno, de nitratos, en la laguna. Negar ese exceso es un bulo, el nitrógeno no desaparece», añade. Y señala: «No es posible que se viertan 200 miligramos por litro por la rambla del Albujón y que en la laguna desaparezca el nitrógeno. No desaparece por arte de magia. Se acumula en compartimentos del ecosistema, y es usado en el crecimiento de las plantas y convertido en distintas formas. Y parte se elimina del sistema, en un mecanismo de autodepuración que estamos cuantificando». Ruiz ve clave «reducir ese ruido externo y poder centrarnos, desde un punto de vista científico y técnico, en el problema de los aportes de nutrientes y otros». El Proyecto Belich implica a un consorcio con centros del IEO, otros institutos del CSIC (Cebas, IACT e IPE), la Universidad de Murcia, la Universidad Politécnica de Cartagena, la Universidad de Alicante, Fundación Nueva Cultura del Agua, Socib, JRC (Centro Común de Investigación de la Comisión Europea) y Universidad de Toulouse.
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