Ramón García y su cámara

Ramón García Pérez nació en Cartagena en 1917, en el seno de una familia que estaba ligada a la historia de la cinematografía. Su padre y sus tíos, los conocidísimos hermanos García, fueron los pioneros en traer el cine a Cartagena en el año 1897, proyectando sus películas en una barraca que existía en el paseo del Muelle en donde se alternaban las proyecciones con variedades.

En un principio, Ramón se formó profesionalmente como orfebre en una platería que había en un callejón de la calle de San Francisco, pero a los 15 años decidió que su vida profesional sería la de fotógrafo.

Primero como fotógrafo ambulante, pero enseguida fue contratado como reportero grafico en los diarios locales: LA VERDAD, 'Línea', 'La Hoja del Lunes' y 'El Noticiero', entre otros, toda una vida profesional dedicada al fotorreporterismo, lo que le proporcionÓ ser testigo del latido de toda una ciudad en cada una de sus manifestaciones.

Por esa labor obtuvo varios premios y reconocimientos importantes, como el de Europa Pres, pero quizás el más importante fue por el reportaje realizado en el incendio de la refinería de Escombreras en 1969. Tuvo, además, otros grandes galardones en su haber: Universitario de Honor de la Escuela de Turismo, Popular de La Unión y sobre todo Cartagenero del Año 2007.

Su biografía ha sido conocida y relatada en numerosas ocasiones, por lo tanto no me extenderé mucho en ella y lo que sí me gustaría es reconocer la valía de su obra como sempiterno fotógrafo de Cartagena.

Su figura icónica forma parte de la historia propia de esta ciudad, es uno de esos personajes únicos y peculiares que ya no abundan por nuestras calles. Como lo describió el cronista José Monerri: «Ramón García es una figura menuda, inquieta, activa, cartagenero, familiar, entrañable, silencioso, pero efectivo, dinámico, servicial y sobre todo de gran corazón, vivió vocacionalmente su profesión como nadie siempre de madera modesta, discreta, sencilla y sin duda forma ya parte de esa extensa galería de cartageneros irrepetibles».

Su propia personalidad se desbordaba en su aspecto, inconfundible, siempre junto a su inseparable cámara fotográfica, tuneada por él. El propio Ramón reconocía que sin su cámara no sería el mismo y que todo lo vivido fue junto a ella.

Ella fue su compañera hasta los últimos días de su vida; se calcula que a lo largo de los 78 años de profesión interrumpida pudo realizar unas 400.000 instantáneas fotografías, la mayoría desaparecidas, pues sufrió un robo en un inmueble de la calle Honda donde las tenía depositadas y quizás hoy se encuentren en manos de coleccionistas y perdidas en su autoría.

De todas formas, logró reunir en los últimos años una colección de diez mil fotografías y de estas 1.400 fueron donadas al Archivo Municipal de Cartagena junto a otros enseres personales, incluida su famosa cámara, a la que llamaba Suspiros de España, expuesta en esta muestra presente en el Archivo Municipal.

Como podrán comprobar, su obra abarca toda clase de fotos realizadas a personajes, eventos, localizaciones y artísticas, pero él siempre recordaba con más cariño las realizadas a los Reyes de España en sus numerosas visitas a Cartagena. Hay multitud de anécdotas: cuando estuvo con los Reyes volando durante más de 45 minutos en un helicóptero y las atenciones que tuvieron con él, siempre que lo veían con ese aspecto un poco extravagante, y sobre todo por esa cámara tan tuneada y tan personalizada que llevaba.

La alcaldesa Pilar Barreiro dijo que Ramón elaboró la memoria gráfica de toda su trayectoria política; otro político cartagenero con el que tuvo una estrecha relación hasta los últimos días de su vida y que asistió a su funeral fue Federico Trillo. Interminables anécdotas no tendrían cabida en este artículo, pero siempre se le preguntaba si llevaba el carrete puesto, porque una vez hizo un reportaje muy extenso y cuando terminó de hacerlo y de estar varias horas trabajando aseguró que se le había olvidado poner el carrete.

A este bohemio fotógrafo que fue el decano gráfico de Cartagena durante decenios esta ciudad le debe un reconocimiento. Con esta muestra que debió realizarse hace ya muchos años no basta; se le tiene que añadir alguna nominación en el callejero o espacio cultural.

Pero mientras esto no ocurra, tienen ahora la oportunidad de contemplar parte de su trabajo en esta exposición que estará abierta hasta el 12 de septiembre de 2022 y por supuesto podrán contemplar su cámara, aquella que lleva el nombre del otro gran amor de Ramón García, 'Suspiros de España', el pasodoble que el maestro Álvarez compuso en Cartagena en 1902 y que ahora se encuentra huérfana a la espera de reencontrarse de nuevo con su inseparable compañero, quizás en el más allá, para seguir fotografiando eternamente las cosas que pasan en Cartagena.