Alegría y originalidad para la Media Luna
Belleza ·
Francisco Martínez y Julia Martínez repiten como Ceyt Abucety y Ayla
Este año, coincidiendo con el Jubileo, se cumple el 20 aniversario de la declaración de Interés Turístico Internacional para las Fiestas de la Vera Cruz. Fueron las primeras de la Región de Murcia en recibir este reconocimiento que después comparten con manifestaciones culturales y festivas de otros municipios murcianos. Los primeros documentos sobre la presencia de moros y cristianos en estas fiestas datan del siglo XIX, por lo que se puede afirmar que son los más antiguos de la Región de Murcia.
Las kábilas que componen el Bando Moro tienen como común denominador la alegría de sus componentes y la originalidad en su vestuario, sin dejar de ser un reflejo del pasado medieval de la ciudad. Los festeros de la Media Luna lucen trajes inspirados en los que llevarían los aguerridos musulmanes que vivieron en las tierras altas del Reino de Murcia; las mujeres que desfilan con las kábilas femeninas visten lujosos trajes que podrían pertenecer a las sultanas más poderosas.
Los rituales en torno a la Sagrada Reliquia se fusionan con una historia en una mezcla en la que las kábilas dan colorido y musicalidad a las celebraciones y a los desfiles que se celebran a lo largo de los días de fiesta. La presencia del Bando Moro es un recuerdo del pasado de Caravaca como ciudad fronteriza y los trajes dan brillo y color a las diferentes manifestaciones festivas.
Los niños Herminio Montiel y Nathalia Sáez vuelven a ser a los Sultanes Infantiles
Al frente de las huestes agarenas siguen estando los Sultanes Moros, Francisco Martínez y Julia Martínez, representando al sayid almohade Ceyt Abuceyt y a su esposa Ayla. Los niños Herminio Montiel y Nathalia Sáez serán los Sultanes Infantiles.
La participación de Moros y Cristianos en las fiestas experimentaron un gran auge a final de los años cincuenta del siglo pasado. El pabellón de la Media Luna festera cuenta actualmente con una veintena de kábilas en las que destaca la vistosidad de su vestuario; su compromiso con la organización festera y la belleza de sus desfiles. La música acompaña a los agarenos más fieros y rubrica la belleza de las kabileñas que llenan la ciudad de fantasía con su vestuario, de majestuosidad con sus coreografías y de la alegría con la que desfilan por toda la ciudad.
