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Francisco Marín revisando el traje y material antes de un vuelo. En la imagen de la derecha, charlando con un compañero. J. CARRIÓN / AGM
Accidente caza en Murcia: «Ha caído el corazón de la Academia»

«Ha caído el corazón de la Academia»

Francisco Marín era el único piloto del mundo capaz de realizar en exhibición oficial el 'looping invertido'. Todos recuerdan el día en que trazó con el humo de su avión una flecha sobre un corazón en el cielo; fue la forma de pedirle matrimonio a su novia

Alexia Salas

San Javier

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Martes, 27 de agosto 2019

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«Ha caído un pájaro en San Javier». Fue la primera frase que circuló ayer por los grupos de WhatsApp de los pilotos militares. Así se alertaban del siniestro de una aeronave, algo que siempre conmociona incluso a los que tienen presente esa brizna de azar que tiene la vida por mucho rigor que se ponga en los preparativos o la experiencia que se arrastre en horas de vuelo. «Claro que lo tienes presente. Dependemos de una máquina y de otros factores», comentaba ayer el piloto Rubén Pérez, quien ha sido compañero y amigo del comandante Francisco Marín Núñez durante los últimos cuatro años en la Patrulla Águila. Pérez decidió bajarse del avión hace unos meses para presentarse en la lista electoral del PP de San Javier, donde ejerce de concejal de Seguridad. Nunca imaginó que su primera operación de rescate sería la de su amigo.

Quién podría pensarlo sobre el único piloto del mundo que realizaba, en exhibición oficial, el 'looping invertido', que no lo incluye ninguna otra patrulla acrobática. Ayer era difícil encajar al experimentado aviador, con 3.300 horas de vuelo, en esa caída en picado sobre el mar, después de haber superado con nervios templados piruetas que ponen a prueba los límites del hombre y la máquina. «Era muy seguro de sí mismo, siempre como referencia en el trabajo con los alumnos y en la patrulla porque era admirado y querido», comentaba ayer su compañero de vuelo. «Era el intelectual de la patrulla. Sabía de pintura, de escultura, de literatura; cualquier duda se le preguntábamos a él», explica Rubén Pérez.

Deja un hijo de un año

Tras dejar su puesto de Águila 5 en la patrulla, el comandante Marín Núñez, nacido en 1976, iba a ocuparse de la jefatura del escuadrón de vuelo básico en la Academia General del Aire (AGA). Casado y con un hijo de un año, parecía reservado y discreto, como suelen mostrarse los militares, aunque en privado sus amigos lo reconocen como divertido e incluso festero.

«Muy murciano y divertido»

El alcalde de San Javier, José Miguel Luengo, corrobora la faceta más espontánea del piloto malogrado: «Era sardinero, del grupo Ulises, y muy murciano y muy divertido». El regidor compartió carroza con él cuando la sardina desembarcó en San Javier. A pesar de su plano de discreción y disciplina propia del Ejército, Marín preparó toda una escena de película hace dos años en un verano que nadie olvida en Santiago de la Ribera. Era el día festivo del Patrón y, nada más poner el pie en tierra tras la tradicional exhibición de la patrulla Águila, todos los pilotos acudieron a la recepción en el Club Náutico. Como un Richard Gere murciano, el piloto se arrodilló ante su novia y le pidió la promesa de una vida juntos. Solo unos minutos antes, él fue quien trazó la flecha que atravesó el corazón de humo que los 'águilas' dibujaron en el cielo. Recordando aquella escena, un exalumno suyo intentaba describir ayer el impacto que ha causado en el ámbito militar la muerte del comandante Marín: «Es que ha caído el corazón de la AGA».

Sus allegados dicen que a Marín se le despertó la vocación de volar ya en el instituto, cuando cursaba estudios secundarios en el centro de los Maristas, de Murcia. No dudó en su objetivo.

Misión en Afganistán

Formó parte de la 51 promoción de oficiales del Ejército del Aire y participó en una misión en Afganistán en 2008 como parte de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad. Cuando entró en la Patrulla Águila, el líder lo eligió para las acrobacias del 'Solo', con el consenso de todo el equipo. Tenía que mantener en forma tanto su cuerpo como su mente. Gran deportista, era imbatible en los partidos de fútbol sala.

En una entrevista concedida a 'La Verdad' en 2015, se reconocía como un gran lector y con capacidad para concentrarse, sobre todo al entrar en la estrechísima cabina del C-101, cuya aviónica requiere una precisión y destreza absolutas al piloto, lejos de la tecnología punta de otras aeronaves. «Cuando vuelo no dejo que nada del exterior entre en la cabina. Es como una meditación», contaba. En otra entrevista concedida en 2015 a La 7, confesaba que, para él, dibujar los colores de la bandera de España en el cielo era «lo más grande». Entre risas, el joven militar comentaba que su madre le rogaba a él lo mismo que la de Carlos Saiz al piloto de 'rally:' «Nene, tú vuela bajo y despacio».

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