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La anguila ha saltado a la escena internacional en las últimas semanas a raíz del debate sobre su pesca y consumo, ya que es una ... especie que se halla en peligro crítico de extinción y la Comisión Europea ha aprobado nuevas cuotas de capturas para este año, donde está incluido este pez que habita en el Mar Menor, uno de los mayores reservorios de este animal en todo el continente. La polémica ha coincidido con la publicación de un estudio científico del centro en Murcia del Instituto Español de Oceanografía, donde se reflejan los resultados de los primeros análisis que se llevaron a cabo en el Mar Menor, en los años 2014 y 2015, sobre la presencia en esta especie de contaminantes químicos como compuestos organoclorados, pesticidas ahora prohibidos y otras sustancias emergentes.
En dicha publicación, los investigadores constatan que las anguilas, antes de los episodios de eutrofización y mortandad masiva de especies en el Mar Menor, acumulaban en sus tejidos grasos contaminantes tóxicos y persistentes, lo que acabó derivando en fallos en su material genético. «Sabemos que las anguilas de la laguna estuvieron expuestas a compuestos genotóxicos», explica la investigadora del instituto en San Pedro del Pinatar, Concepción Martínez Gómez. Unos compuestos que provocaban alteraciones en la división celular, cuyo núcleo quedaba fragmentado a consecuencia de la presencia de estas sustancias en el organismo.
Los expertos emplearon varios biomarcadores para comprobar el comportamiento de estos contaminantes en el cuerpo de este teleósteo. «El hígado de la anguila trata de eliminar esas toxinas y, cuando ocurre esto, lo que se producen son compuestos todavía más tóxicos o más reactivos que causan daños en los tejidos», y acaban en la grasa. «Ese tejido graso está cargado de contaminantes», y entre ellos se detectaron algunos como viejos insecticidas que la Unión Europea acabó prohibiendo por el perjuicio ambiental que causaban.
El estudio de esos biomarcadores en las anguilas no ha continuado desde entonces, pero la investigadora del IEO cree que, a raíz de los episodios de 'sopa verde' que ha vivido la laguna, y la descomposición de una gran cantidad de materia orgánica que se ha incorporado a los sedimentos del suelo marino, la situación de la anguila «probablemente sea peor» que hace nueve años. De ahí, señalan en el estudio, la necesidad de continuar monitorizando a este animal. «La mayoría de los ejemplares de angulas (cría de la anguila) que llegan al Mar Menor permanecen y crecen en la laguna antes de migrar para reproducirse. Como era de esperar, encontramos bioacumulación de los principales contaminantes artificiales en anguilas premigratorias, previamente encontradas en el sedimento, el agua y los invertebrados de esta laguna», sostienen los científicos del IEO.
La pesca de anguilas en el Mar Menor se limitó hace tres años a 25 toneladas por campaña, el 50% de todas las que se capturan en el Mediterráneo, para reducir la presión sobre esta especie amenazada. La Consejería de Pesca, consultada por este periódico, asegura que los análisis que se llevan a cabo cada trimestre sobre las especies de interés pesquero muestran «resultados negativos» en cuanto a la presencia de sustancias químicas tóxicas en las anguilas capturadas. Los muestreos, realizados junto a Salud Pública, controlan desde 2018 la presencia de estos elementos inorgánicos y metales pesados, tras la primera gran 'sopa verde' de la laguna.
Añaden que los investigadores del IEO indicaron en su estudio que las mayores concentraciones de contaminantes para la anguila se hallaron en primavera, durante los análisis de aquellos años, anteriores «a las tomas de muestras del plan de control de la Consejería». Pesca recuerda que la anguila «se captura entre el 1 de diciembre y el 15 enero, cuando se pesca la mayor parte de los ejemplares. En febrero no está permitido y no todos los años se puede pescar en el mes de marzo», mientras que en el resto del año está prohibida su pesca.
El Consejo Internacional para la Exploración del Mar emplazó a la Comisión Europea a aprobar en 2024 una moratoria internacional para la pesca de anguila por el debilitamiento de su población. La investigadora del centro oceanográfico de Murcia, Concepción Martínez, considera que su captura debería prohibirse, y no establecer una veda de seis meses en periodo migratorio para respetar la reproducción. En el Mar Menor, se debe garantizar que al menos el 40% de la población que migre cada año al mar de los Sargazos para reproducirse, pueda hacerlo.
La Asociación de Naturalistas del Sureste ha llevado a cabo varias campañas de marcaje y seguimiento de las anguilas en el Mar Menor, con el objetivo científico de conocer cómo se comportan dentro de la albufera y en qué fechas comienzan a abandonarla por las golas para iniciar una larga travesía hasta su lugar de reproducción. Estos trabajos permitieron a la Comunidad limitar el calendario de capturas en 2021. Al igual que el IEO, el director de ANSE, Pedro García, afirma que a día de hoy se «conocen muy pocos datos» sobre esta especie y su presencia en el Mar Menor, lo que impediría realizar una buena gestión de conservación de la especie y de su pesca. La asociación presentará este mismo lunes un nuevo proyecto de estudio de la anguila en la laguna para determinar de la forma más precisa posible qué población real tiene. Espera conseguir fondos de la Fundación Biodiversidad.
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