La 'mafia de las gasolineras' de Águilas: «Las garrafas son para el campo, no para las pateras»
La Guardia Civil desmantela una red de petaqueros acusada de abastecer de combustible a barcazas cargadas de inmigrantes
Que el mar estuviese en calma no significaba que por las noches no se estremeciera al verse atravesado por las pateras cargadas de almas. Los motores dibujaban las estelas en el azulejo oscuro de madrugada, entre las dos y las cuatro. A bordo de las embarcaciones había figuras que se movían en silencio. En la orilla, un todoterreno descendía por la playa de La Cola, en Águilas. Varios hombres descargaban garrafas sin hablar. Son litros de gasolina para una embarcación que viene del otro lado, del África pobre y sin papeles. Pateras-taxi que necesitan abastecerse de combustible para el viaje de vuelta.
La Guardia Civil descabezó el mes pasado una red de pateristas con base en Águilas dedicada a abastecer de carburante a las mafias que trafican con seres humanos en el Mediterráneo. 'La gasolinera de las mafias' tenía su base en una nave encajada en un barrio periférico. Funcionaba como centro logístico para el repostaje nocturno de embarcaciones ilegales. No muy lejos de las casas donde los vecinos colgaban la ropa o llevaban a sus hijos al colegio, se almacenaba un arsenal inflamable sin medidas de seguridad ni permisos.
No en vano, los agentes intervinieron más de 2.000 litros de gasolina en garrafas, cinco embarcaciones, varios motores, cinco turismos, ocho móviles, tres teléfonos satelitales, y restos del oficio al margen de la ley que desempeñaban, como chalecos sucios, mapas con coordenadas, herramientas manchadas de salitre.
La embarcación estaba preñada de bidones de combustible. Su destino parecía ser abastecer a las pateras en alta mar
Los agentes detuvieron el mes pasado a cinco personas a las que se les imputan delitos de pertenencia a organización criminal, favorecimiento de la inmigración irregular y almacenamiento y transporte de sustancias explosivas.
Un año tras ellos
La 'Operación Dbus', en la que también participó la Policía Local de Águilas, comenzó sin embargo un año antes, a finales de julio, cuando el equipo de Policía Judicial de Águilas recibió un chivatazo sobre un grupo de personas que estaban realizando «movimientos extraños, a deshoras, en una nave situada dentro de otra nave mucho más grande, que servía de aparcamiento para caravanas y embarcaciones». Desde el 23 de agosto del año pasado, día en que la Guardia Civil recibió la primera alerta y la logística de garrafas desde la nave de Águilas, los seguimientos no cesaron.
Esa misma jornada, un tal 'Chincheta', viejo conocido de la Policía Local, junto a otros dos individuos, sacaron de la nave varias garrafas de gasolina. Ese movimiento de combustible coincidió esa noche con la llegada ilegal de diez argelinos al muelle de Águilas. El hilo del que empezaban a tirar tenía buena pinta y parecía confirmar la conexión entre el combustible y la inmigración ilegal. El 29 de agosto, el mismo hombre fue visto preparando una embarcación al caer la noche, y se captaron varias entradas y salidas de la nave en su todoterreno y distintas lanchas, algunas sin matrícula.
Carga de día, descarga de noche
Las semanas siguientes consolidaron, a juicio de los investigadores, a 'Chincheta' como uno de los supuestos cabecillas. El 3 de septiembre, una patrulla de la Benemérita en Almería le cazó transportando treinta garrafas de gasolina en una Peugeot Partner, acompañado por otro hombre. Ese día también llegó otra patera a Águilas. Este modo de operar se repitió ese mes varias veces con el uso de todoterrenos para remolcar embarcaciones de entre seis y doce metros, en plena noche, según consta en las diligencias a las que LA VERDAD ha tenido acceso.
El 2 de octubre la investigación tomó un nuevo giro. La Guardia Civil interceptó una embarcación en Marina de Cope, tras recibir un aviso a las cinco de la madrugada. Al llegar, los agentes sorprendieron a varias personas que huían a pie por la loma de la playa de La Cola, dejando una lancha ya en el agua y un vehículo remolcador abandonado. Pero no huyeron todos los que estaban. Durante el rastreo se localizó a un hombre, W. M., oculto entre los matorrales. Llevaba un teléfono satelital y desprendía un fuerte olor a gasolina. La embarcación, de seis metros de eslora y motor de 150 caballos, estaba preñada de garrafas de 20 litros de combustible. Parecía claro que su destino era abastecer a las pateras en alta mar.

Otra actuación policial refleja bien la naturaleza de la red. En la madrugada del 22 de octubre, una patrulla detectó a varios sospechosos en una calle del casco urbano de Águilas. En el maletero del coche había 28 garrafas de 25 litros cada una. Nadie llevaba licencia para transportar combustible. «Las llevamos a mi campo», dijo uno de ellos. «No son para narcolanchas ni pateras», intentó justificar. Pero cuando le preguntaron por la ubicación, se cerró en banda. «Eso no os importa, así que déjame tranquilo». Pero la Guardia Civil ya sabía que mentía. Llevaban semanas siguiéndolos.
'Guarderías' para el material
Las vigilancias destaparon que durante el día, repostaban en estaciones de servicio rurales. Cargaban pequeñas cantidades en cada visita para no levantar sospechas. Luego las almacenaban y, de noche, las trasladaban a la costa. La organización, supuestamente, recogía carburante por encargo, distribuían rutas, ofrecían embarcaciones de fibra ligera, motores de alta potencia, y tenía 'guarderías' para la gasolina. Algunos vehículos utilizados como lanzadera también eran usados para transportar el combustible, sin ningún tipo de precaución. El riesgo de explosión era real, pero era el negocio.
En el argot de los expertos en inmigración ilegal, su papel era el de «proveedores logísticos». En el de los detenidos, «ayudicas», es decir, favores menores sin importancia, aunque en realidad eran, presuntamente, quienes echaban gasolina a la tragedia en el mar.
Hubo cinco detenidos el mes pasado por favorecer la inmigración irregular y almacenar y transportar sustancias explosivas
El abogado defensor de uno de los investigados, Eduardo Simó, del despacho Simó Abogados, ha declinado realizar declaraciones sobre la presunta implicación de su cliente. «El procedimiento se encuentra en una fase muy preliminar y, por respeto a la situación procesal, no vamos a hacer manifestaciones», señala el letrado, que ha confirmado que prevén pedir su libertad en las próximas fechas.
La Guardia Civil pudo identificar al menos seis puntos de carga y desembarco en las calas de El Rafal y La Galera, la playa de Poniente, Los Cocedores, El Hornillo y La Cola. Y destaca que algunas noches, las pateras ni siquiera tocaban tierra. Dejaban a los inmigrantes a varios metros de la orilla, los lanzaban al mar, mientras el paterista -con el depósito recién cargado de combustible- ponía rumbo a mar abierto.
Teléfonos vía satélite para coordinar la llegada a las playas
El grupo de supuestos petaqueros desarticulado en Águilas estaba presuntamente dedicado a abastecer de gasolina a las llamadas 'pateras taxi', embarcaciones potentes que operan desde Argelia y Marruecos y que, ante la presión policial en Andalucía, han desviado su actividad hacia la Región de Murcia. Según el atestado, los detenidos formaban parte de un grupo organizado que almacenaba y transportaba grandes cantidades de carburante hasta zonas de difícil acceso del litoral aguileño, donde era entregado a las embarcaciones para facilitar su regreso. Uno de los hallazgos más destacados de la operación fueron los teléfonos vía satélite, utilizados para coordinar las llegadas desde el norte de África. A diferencia de los móviles comunes permiten comunicaciones seguras fuera del alcance de las redes terrestres, incluso en alta mar. Su uso es habitual en redes criminales especializadas, con capacidad logística y previsión táctica.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.