Denuncian la ocupación sin control del Paisaje Protegido de Cuatro Calas de Águilas
Decenas de caravanas de todo tamaño y puestos de venta de productos y servicios se instalan todo el año en un tramo muy vulnerable del litoral
Ya ha mediado enero y la temperatura es más que agradable en el litoral aguileño, luce el sol y el viento no es especialmente fuerte. ... Las condiciones atmosféricas permiten disfrutar de una jornada sin contratiempos a pie de playa, algo que no desconocen los cientos de extranjeros que, atraídos por el efecto llamada de miles de comentarios de las 'app' que emplean habitualmente los usuarios de caravanas y autocaravanas, se instalan por decenas, por cientos, en los aparcamientos habilitados junto a las playas.
«La presencia permanente y masiva de caravanas en nuestras costas está alcanzando una dimensión que la convierten en uno de los problemas ambientales más graves del litoral, pues supone una ocupación ilegal de la línea costera y una presión constante sobre ecosistemas muy vulnerables», resume Paco López de Haro, miembro de la directiva de la asociación Amacope de Águilas.
Habla en concreto del Paisaje Protegido de Cuatro Calas, constituido por las playas Calarreona, La Higuerica, La Carolina y Los Cocedores o Cala Cerrada; lugar de interés comunitario por las especies de flora que alberga (con iberoafricanismos) y espacio de la Red Natura 2000, que protege hasta su litoral sumergido; con valores etnográficos (como los cocederos de esparto y las casas 'trogloditas' esculpidas en las dunas fósiles, que usaban antaño pescadores y esparteros); y con zonas de importancia geológica (como el volcán de Punta Parda, que es LIG, o las dunas fósiles). López de Haro habla desde el promontorio situado en terreno almeriense, en concreto Pulpí, desde donde se aprecia la perspectiva sobre este reducto virgen del litoral mediterráneo. «¿Es un paraíso idílico o una urbanización cutre?», pregunta retóricamente para lamentar después que, pese al milagro de que este tramo del litoral se haya librado durante décadas del urbanismo voraz que ha fagocitado casi todo el Mediterráneo, haya acabado así.
Desde el mismo promontorio se aprecia desde hace ya años siempre ocupada esta zona: en verano son los bañistas los que acuden a disfrutar de este paraíso marino y, acabado el verano, las hordas de extranjeros cabalgando sus superdotadas autocaravanas (con placas solares, toldos, duchas, bicis o motos eléctricas).
«Imaginemos un visitante que decide viajar a Cuatro Calas porque ha visto en internet que se trata de un Paisaje Protegido con excepcionales vistas y valores y, cuando llega, se encuentra que una parte muy importante del espacio natural está ocupado por un poblado de casas con ruedas, mesas, sillas, toldos, tendederos, placas solares, remolques... y hasta un quiosco. Por no hablar de la furgoneta que vende el pan o los anuncios de oficios diversos. ¡Un súper campamento en un espacio protegido!», plantea López de Haro. Y desde el Ayuntamiento justifican que el quiosco de La Carolina «está en terreno privado y cuenta con autorización de la Consejería de Medio Ambiente».
No es un ejercicio de creatividad. Paseando por los aparcamientos se puede encontrar una cuerda con ropa tendida amarrada al poste de prohibido acampar o una autocaravana enorme y con el toldo desplegado junto al cartel de prohibido aparcar vehículos de más de 5,2 m &ndashcasi todas las autocaravanas&ndash. «Un esperpento y una tomadura de pelo. Imposible tomar una buena foto panorámica. Imposible escuchar el rumor de las olas. Imposible ver el firmamento en condiciones por la noche, además de dunas pisoteadas, mascotas espantando aves... La impunidad que sienten llega al extremo y cuando les dices que es ilegal acampar allí, responden que sí pueden porque nadie les echa; si les dices que vas a llamar a la Guardia Civil, se ríen», resume indignado Paco López. Y reconoce el edil de Turismo, José Antonio Consentino que «solo se multa a los españoles, a los extranjeros se les informa y advierte».
«Medidas urgentes y eficaces»
Para salvaguardar estos espacios costeros vírgenes, desde Amacope exigen a la Comunidad que vele por la conservación de los valores naturales y paisajísticos de este espacio protegido y haga cumplir las leyes, normativas y ordenanzas que le afectan. Y piden al Ayuntamiento de Águilas que actúe, como se comprometió la alcaldesa, Mari Carmen Moreno, en la reunión que mantuvo con ellos en abril pasado: que instale los galibos en los accesos a las playas; que tome medidas eficaces y urgentes para acabar con esta situación que se produce también en playas como la del Arroz, Matalentisco y la de la Casica Verde; que ponga en marcha medidas de vigilancia y control efectivos; y que elabore una normativa municipal clara y contundente para atajar esta situación que, recuerda López de Haro, «afecta de manera global a todo el litoral regional».
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El Ayuntamiento pide una solución conjunta desde Medio Ambiente
Reconoce el concejal de Turismo de Águilas, José Antonio Consentino, que es necesario controlar el volumen y la permanencia de autocaravanas en las costas de Águilas y de toda la Región en general. Y propone «trabajar juntos los ayuntamientos afectados y la Consejería de Medio Ambiente para convertir esta situación, cada vez más controvertida para la población, en una oportunidad y no en un problema». Cree que habría que elaborar «una normativa autonómica que ayude a proteger el entorno natural y que logre que este flujo de visitantes, que desestacionaliza el consumo, no sea problemático».
De momento y mientras que las administraciones se ponen de acuerdo en una solución conjunta, Consentino asegura que ya disponen del permiso de Medio Ambiente para instalar los galibos que limiten la altura de los vehículos que acceden a los aparcamientos de las playas, que trabajan en la creación de una estación de vertido de aguas grises y negras en un espacio público, que la Policía va a seguir con su trabajo de vigilancia y sanción de quienes incumplen la normativa –aunque no concreta cuántas multas se imponen– y que van a iniciar contactos con los dueños de los terrenos en los que se instalan las autocaravanas para regularizar la situación e impedir que pernocten –algo que ya prohíbe la normativa–.
De momento, Consentino asegura que Turismo informa a los 'caravanistas', en cuatro idiomas, de la prohibición de acampar bajo multa de 3.000 euros y las áreas en que se permite.
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