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Joaquín G. V., el acusado de asesinar a su tía abuela en Abarán, junto a su abogado, Pablo Martínez, en el juicio celebrado este jueves. Javier Carrión / AGM

El acusado de tratar de violar y asesinar a su tía abuela en Abarán defiende su inocencia: «Yo la respetaba»

Joaquín G. reconoce que mandó un WhatsApp a una amiga en el que le confesaba un supuesto ataque sexual a la víctima pero sostiene que eran «fanfarronadas»

Jueves, 12 de mayo 2022

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Joaquín G.V. se sentó este jueves en el banquillo con una aparente tranquilidad pese al importante peso que soportaba a sus espaldas. Este vecino de Abarán, de 41 años, afronta la primera prisión permanente revisable de la Región acusado de asesinar a su tía abuela, de 82 años, cuando esta trató de resistirse a un intento de violación.

Ante el jurado popular que decidirá en su caso, Joaquín negó que acabara con la vida de su tía abuela, María Velandrino, y que la tratase de atacar sexualmente. «Yo a mi tía la respetaba», recalcó. «No he matado ni violado a nadie. Es un disparate lo que están haciendo conmigo».

En la primavera de 2019, la muerte de María Velandrino sacudió Abarán. El cuerpo de Maruja, como la conocían sus allegados, fue encontrado en su habitación. En un primer examen, se apuntó que la muerte podría haberse producido de forma natural, pero la autopsia acabó confirmando, al día siguiente, que la anciana había sido asesinada.

El fiscal sostiene que la noche del 22 de abril la octogenaria recibió la visita de Joaquín, su sobrino nieto, y que este estaba «obsesionado sexualmente con ella». Para adentrarse en la casa, según relata el Ministerio Público, usó una copia de las llaves de Maruja que esta había confiado a su madre.

Una vez dentro, esgrimiendo una navaja, presuntamente la obligó a trasladarse al dormitorio para tener sexo. Una petición a la que la anciana se negó, advirtiéndole de que lo iba a denunciar. Ante esta situación, Joaquín supuestamente le asestó tres cuchilladas en el cuello que le causaron la muerte.

Aunque estos hechos no se juzgan en esta vista, el fiscal Diego Francisco Molina sostiene, además, que no era la primera vez que Joaquín se presentaba en la casa de Maruja, que «le tenía pánico». Ya lo hizo, según esta parte, en la noche del 16 de enero de ese año, tres meses antes, cuando supuestamente violó a la anciana.

El procesado, que afronta la primera prisión permanente revisable de la Región, niega que fuese a la casa de su familiar

Joaquín, sin embargo, negó ayer todas las acusaciones que pesan sobre él. Descartó que acudiese a casa de su familiar la noche del 22 de diciembre. No pisaba ese domicilio, según sostuvo, desde meses antes, en noviembre. En esa ocasión, explicó, visitó a la anciana con una cocaína que acababa de comprar -y a la que asegura era adicto- y ella le pilló metiéndose una raya en el baño. «Me dijo que era una vergüenza y que no volviese por allí».

La noche en que, según la Fiscalía, se produjo el crimen, el procesado asegura que llegó de trabajar y estuvo en su vivienda, en compañía de sus padres, viendo pornografía en el móvil y un debate electoral en televisión.

«Me gustan las viejas»

Joaquín tuvo que hacer frente, a lo largo de la declaración, a los mensajes de WhatsApp que envió a la mujer de un primo meses antes del crimen y en los que este relataba un supuesto ataque sexual a la víctima. El fiscal puso encima de la mesa el contenido de unas conversaciones que no dejaron al jurado indiferente: «Me tiré encima. Me va a denunciar. Estoy 'jiñao'», explicaban esos mensajes. «No veas cómo lloraba (...) Me gustan las viejas».

El procesado aseguró que esos mensajes no se correspondían con la realidad y que fueron elucubraciones que inventó para atraer a su amiga. «Pensé en ponerla celosa porque quería acostarme con ella», incidió. «Eran fanfarronadas. Le hubiera dicho cualquier cosa con tal de acostarme con ella», aseguró el procesado, que denunció que en las conversaciones extraídas en la causa faltan fragmentos y que estas pudieron ser manipuladas. La mujer declaró asegurando que entregó a la Guardia Civil esas conversaciones sin alterarlas.

El procesado fue interrogado, además, por otro episodio en el que supuestamente mostró sus genitales a otra familiar de avanzada edad. Él explicó que tenía «la paranoia» de que su pene era pequeño y que le pidió a la anciana que lo observase, accediendo ella voluntariamente.

El abogado defensor, Pablo Martínez, pidió al jurado que se enfrentase al juicio libre de prejuicios. «Venimos a decir que es inocente, que se han equivocado», subrayó.

Una vecina de la anciana afirma que «ella le tenía miedo»

En la sesión de ayer también declaró ante el jurado una amiga de la víctima con la que esta salía habitualmente a andar. Meses antes del crimen, según relató, Maruja le explicó que había recibido una visita de Joaquín G., el procesado, y que este «hacía cosas muy raras». Desde entonces, aseguró, la octogenaria tomó la decisión de no abrirle porque «desconfiaba de él».

En otro momento, según el relato que desplegó esta vecina, Maruja le dijo también que quería explicarle algo que le pasaba pero que «era muy fuerte». La testigo descartó, sin embargo, que se refiriese en ningún momento a un ataque sexual.

El tribunal popular también escuchó, en la primera sesión del juicio, a una mujer que cuidaba a un anciano, vecino de Maruja. «Ella me dijo que le tenía miedo a un sobrino», recordó esta testigo.

La vista continuará la próxima semana con la declaración de más testigos, entre ellos algunos familiares de la víctima. El miércoles le tocará el turno a la Guardia Civil.

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