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Martínez, González Tovar, Miguel Sánchez y Urralburu.
La bronca toma el Parlamento

La bronca toma el Parlamento

El desaforado discurso de Podemos da pie a un combate de descalificaciones personales. La política regional quedó orillada por los intentos de unos y otros de pisotear al adversario

Julián Mollejo

Viernes, 28 de abril 2017, 01:15

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Más que de investir ayer de lo que se trató fue de embestir. El debate celebrado en la Asamblea Regional debía haber girado sobre el proyecto de Región que el candidato del PP a la presidencia, Fernando López Miras, expuso para los dos próximos años, pero degeneró en una bronca de bar en la que los portavoces parlamentarios midieron su ingenio para ver quién daba la réplica más aguda a la pulla personal oída minutos antes. Entre las descalificaciones de unos, los pretendidos golpes de efecto de otros y las alusiones personales de todos, el debate dejó a su finalización un sabor desagradable en el que la política regional fue la gran perdedora.

La sesión fue cogiendo brío, tras el arranque anodino y monocorde del candidato popular, con una intervención del portavoz socialista, Rafael González Tovar, en la que se olvidó durante buena parte de López Miras para sacudir al PP y a Ciudadanos por haberle frustrado la moción de censura en la que él figuraba como candidato a la presidencia.

«Serán responsables -dijo mirando a los diputados naranjas- de que siga habiendo imputados en esta Cámara» y «el soporte de un presidente que antepone los intereses de su partido a los de la Región». «¿No hablaban de nueva política?».

Sereno, pero contundente, Tovar siguió defendido la necesidad del utópico tripartito para propiciar el cambio que, a su juicio, necesita la Región y resumió el debate en dos opciones: «O apostar por la coherencia, la decencia y la regeneración, o ser cómplices del continuismo, la falta de ética, la irresponsabilidad y el bochorno». Aunque la frase más celebrada por sus compañeros fue cuando, tras recordar que había sido médico del portavoz popular en Santomera, señaló: «Pero no pude arreglárselo todo».

Sin embargo, fue quien le siguió en la tribuna de oradores, el portavoz de Podemos, Óscar Urralburu, el que definitivamente hizo hervir la sangre de los populares, dando pie a la gresca en la degeneró el pleno.

Quiso hacer del debate un juicio sumarísimo contra el PP por corrupción, al que tachó de «clan mafioso», y no escatimó criticas hacia López Miras, del que dijo que su «única experiencia política es la de haber sido fontanero del partido» y al que pidió: «Sea sincero, usted no viene a gobernar, ya que son otros los que gobiernan, viene a calentar la silla». Insistió en su acusación de 'títere' al bromear con que en Podemos habían apostado sobre si Miras iría al debate con «telepronter o con pinganillo» y queriendo hacer un chiste al señalar que el nuevo «Ejecutivo será muy corto de miras».

Si se quedó a gusto con el PP, tampoco se guardó nada contra Ciudadanos. «Para que esta escena alcance su clímax necesita sus mascotas», dijo de la formación naranja. «Son los cooperadores necesarios del mantenimiento de la corrupción», lo que levantó las imprecaciones de los diputados azules, que aumentaron de volumen cuando Urralburu acusó a Cs de ser «las amistades peligrosas de esa organización criminal que es el PP», lo que fue contestado con gritos de «indecente».

«Se acabó la fiesta»

Urralburu concluyó su pendenciera intervención con una predicción: «Este será el último gobierno del PP. Se acabó el saqueo, el pillaje y la fiesta, ya no forman parte del futuro de la Región de Murcia».

El portavoz popular, Víctor Martínez, encendido por las invectivas de PSOE y Podemos, hizo de sus intervenciones un ariete cuyas acometidas eran jaleadas desde la bancada popular y puso su granito de arena para desviar aún más la atención sobre el asunto de la convocatoria. «La mayor diferencia entre usted y yo -dijo señalando a Urralburu- es que yo pertenezco al partido de Miguel Ángel Blanco y usted al que apoya a Arnaldo Otegi». Y otra perla: «Usted ha querido escenificar su discurso como Pablo Iglesias, pero tiene un problema porque no es Iglesias y se ha quedado en Rufián».

Quiso, además, darle un toque teatral a su discurso exhibiendo una bandera de Venezuela para reprocharle a Podemos su apoyo a Nicolás Maduro y un camión de la basura en miniatura con el logotipo de Podemos -«es lo que mejor define su estrategia», apuntó- como parodia del 'Tramabús'.

«Si lo llego a saber me traigo la bolsa con los juguetes del Entierro de la Sardina», declaró Miguel Sánchez, portavoz de Ciudadanos, quien calificó de «esperpento» los excesos de unos y otros, mientras hacía malabarismos por mantener el equilibro entre las censuras al PSOE y Podemos para erradicar cualquier olor al tripartito y las críticas al PP para eludir la imagen de muleta popular.

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