Los Alcázares, 'zona cero' del diluvio
Las ramblas desbordadas volcaron ríos de agua hacia los cascos urbanos de Los Alcázares y San Javier, donde 208 personas fueron evacuadas y 150 rescatadas de vehículos
ALEXIA SALAS
Martes, 20 de diciembre 2016, 01:44
Miedo al agua. Como ya lo vivieron hace justo tres décadas, ese golpe frío y húmedo que lo arrebata todo, los vecinos de la comarca del Mar Menor han vuelto a vivir la pesadilla de las inundaciones a gran escala. Fueron aumentando durante el pasado fin de semana y al final de una jornada agotadora del domingo, repleta de peticiones de ayuda y calles cortadas, la crecida fue a más, con nocturnidad y alevosía, hasta convertirse en una fuerza temible, que se llevó por delante coches y mobiliario, destruyó vallados e inundó bajos y viviendas.
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Lo peor de todo fue la pérdida de una vida. Un hombre de 40 años apareció ahogado en Los Alcázares, al verse arrastrado por una fuerte corriente de agua. Su cuerpo terminó en la piscina de un chalé.
Anoche, sobre las 23 horas, otro vecino, de 47 años, fue hallado muerto en el garaje inundado de su casa, en la calle Calixto Sánchez. En un primer momento se le incluyó entre las víctimas de las inundaciones, pero el 112 informó del en la mañana de este martes de que su deceso se debió a «causas ajenas a al temporal». El cadáver fue rescatado por buzos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y por los bomberos, después de que la mujer de la víctima avisara de que su esposo no había regresado del aparcamiento al que había bajado para comprobar el estado de su vehículo.
Las ramblas desbordadas de La Maraña, Casas Blancas, La Sala y Cobatillas volcaron hacia los cascos urbanos ríos de agua y barro que bajaron con fuerza a medida que avanzaba la noche por la zona del polideportivo y el instituto Antonio Menárguez de Los Alcázares hacia el centro urbano, y por el barrio de Los Ríos, El Recuerdo y cabo Huertas en San Javier. A un kilómetro de la línea de costa del Mar Menor, el caudal bajaba con el poderío que le reconoce el refrán que tanto han recordado los mayores del entorno: 'El agua llega con la escritura bajo el brazo'.
Por las calles que bajan desde el Consistorio alcazareño hacia el mar y por las de Coronel López Peñas de La Ribera, que discurre junto a la valla de la base militar, y todas las paralelas, el agua se hizo dueña con furia hasta encontrar la laguna. Desplazó vehículos calle abajo hasta estrellarlos contra farolas y jugó con los contenedores de basuras repartiéndolos a su antojo.
La riada oscureció aún más la madrugada y la hizo eterna. Para los vecinos que buscaron los pisos más altos de las casas porque el agua ya había entrado en los bajos, la noche pasó mirando por la ventana para ver si les llegaba el turno del rescate.
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Viaje a viaje, los servicios de Protección Civil, Policía Local, Bomberos, Cruz Roja, Guardia Civil y los vehículos pesados del aeropuerto y de la Academia General del Aire, que permitieron acceder a zonas inundadas, fueron rescatando a familias asustadas, ancianos incomunicados y niños. Algunos fueron trasladados a casas de familiares y otros a centros públicos. Solo en Los Alcázares, donde la crecida se hizo mayor a partir de medianoche, las llamadas al teléfono de emergencias 112 rozaron el millar.
Noche en los albergues
Dos albergues principales acogieron a los refugiados: uno en el Centro de Alto Rendimiento de Los Narejos, donde se habilitaron 190 camas, y otro en el centro cívico Parque Almansa del municipio de San Javier, donde durmieron unas 60 personas, que encontraron al llegar tazas de caldo caliente, mantas y personal de Protección Civil para acompañarlos en la noche más inquieta y atender cualquier incidente, que los hubo.
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Desde el CAR, las ambulancias tuvieron que desplazar a dos personas mayores al hospital de Cartagena, ya que Los Arcos se encontraba completamente aislado por el agua, uno con una crisis diabética y otro con un golpe en la cadera. Entre los vecinos alojados en el centro deportivo, unos 30 niños vivieron más aliviados el trance, ya que los operarios de Protección Civil les habilitaron una zona de juegos. «Hemos intentado darles cariño», aseguró ayer el director general de Deportes, Alonso Gómez, quien dirige el CAR.
El servicio de Protección Civil de San Javier se ocupó además de llevar mantas a los 340 pasajeros de los vuelos a Londres y Holanda que no pudieron despegar por el estado de la pista. Los bares y cafeterías de la terminal permanecieron abiertos para proporcionarles alimentos calientes, ya que los servicios de emergencias recomendaron que no se desplazara a los turistas ni a hoteles ni a otros aeródromos ante las numerosas carreteras cortadas.
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Tampoco el vuelo procedente del aeropuerto londinense de Gatwick pudo aterrizar ayer lunes por la mañana y fue desviado a la pista de Alicante, aunque todos los enlaces previstos aterrizaron ya con normalidad por la tarde.
Ni colegios ni centros de salud ni el Juzgado de San Javier funcionaron ayer. El estado de las carreteras impidió la llegada de los funcionarios en un lunes atípico de barro y resignación que ha enturbiado en el litoral el ambiente festivo de los días previos a las fiestas de la Navidad.
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En los próximos días, el recuento de daños se impondrá a los villancicos y la preocupación por el Mar Menor ya se ha apoderado del ánimo de los vecinos. Por las redes sociales, las ramblas han corrido con igual fuerza que en los cauces llevando enormes cantidades de lodo, materiales de arrastre y sustancias tóxicas a la laguna, acompañadas de los comentarios pesimistas de los autores de cientos de fotos y vídeos colgados en Facebook y compartidos a través de la aplicación móvil de Whatsapp.
«No viene bien», se refirió ayer el catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia y portavoz del Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor, Ángel Pérez Ruzafa, sobre el nuevo color de la laguna, desde el pasado domingo teñido de café con leche. «Estas riadas forman parte de la dinámica natural pero la situación actual es muy delicada y hay que evaluar la naturaleza de lo que ha entrado», explicó ayer, cuando las escorrentías aún circulaban a velocidad de crucero hacia la laguna. «La entrada de sedimentos puede ser preocupante», explicó el catedrático, quien indica que esa enorme capa de aportes «tiende a depositarse en el fondo y forma una capa de fango». Hoy martes tiene prevista su primera salida al Mar Menor a modo de exploración por lo que ayer aseguró que «es pronto para decir empeorará las previsiones, aunque no tiene por qué arruinar los planes de recuperación».
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Para el doctor en Biología y científico del Centro Oceanográfico de Murcia Julio Más, los efectos de las riadas se notarán en «un aumento de la turbidez». «En un Mar Menor con condiciones muy malas de transparencia ha entrado mucha materia en suspensión», afirma el científico, quien señala como una de las alarmas «los limos rojos de la zona sur, con concentraciones de óxido de hierro y concentraciones de metales que habrá entrado» en la laguna.
Tras la pérdida del 85% de la pradera marina, como ha confirmado un estudio reciente, Más cree que «la caulerpa prolifera, que se llama así porque es capaz de regenerarse si tiene las condiciones favorables, puede tener de nuevo falta de luz». Ve urgente «hacer un estudio de los componentes de materia orgánica que hay en el fondo porque nos daría idea de cuánto tiempo tardaría la columna de agua en absorberlo».
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Más llama la atención sobre la «necesidad de retener la entrada de sólidos al Mar Menor por medio de sistemas de contención de tierras». El Pacto por el Mar Menor lamentó ayer «una catástrofe natural en la que el ser humano ha contribuido en gran medida» y recordó que «hemos pedido en numerosas ocasiones la limpieza de los cauces, la creación de masas vegetales que retengan parte de las escorrentías y un adecuado sistema de recogida de pluviales, ya que los tanques de tormenta sin inútiles». Critica «las malas prácticas agrícolas que pueden intensificar los daños por inundación con la erosión de suelos y desvío de cauces naturales» y, sobre todo, el abuso de «fertilizantes solubles en el Campo de Cartagena sin barreras físicas o vegetales».
Preocupación en ANSE
La Asociación Naturalistas del Sureste (ANSE) tachó de «preocupante» el nuevo aporte de nitratos al Mar Menor procedentes de la agricultura intensiva a través de las escorrentías. «Probablemente nadie sepa dimensionar muy bien la repercusión que va a tener la llegada de este caudal, pero la cantidad de sedimentos que van a llegar a la laguna en forma de nitratos procedentes de la agricultura intensiva no van a hacer ningún bien», advirtió a Europa Press el portavoz del colectivo, Pedro García.
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