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El féretro llega a la Catedral.

Multitudinario adiós al obispo Javier Azagra

José Manuel Lorca Planes oficia el funeral en la Catedral, donde recibió sepultura. Más de un millar de fieles copan el templo en una sentida ceremonia

Manuel Madrid

Lunes, 17 de noviembre 2014, 12:32

Numerosos murcianos acudieron esta tarde para despedir al obispo emérito Javier Azagra, fallecido a los 91 años, en una multitudinaria y sentida ceremonia ante más de un millar de fieles que coparon la Catedral. El obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, ofició el funeral en la Catedral, donde Azagra recibió sepultura. También estuvo presente en la ceremonia fúnebre el prelado de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, que fue obispo en la Región, así como los obispos de Pamplona, Granada, Guadix-Baza y Zaragoza.

La Coral Discantus interpretó una docena de piezas durante la liturgia, en la que Lorca Planes dió las gracias a Azagra por entregarse todos los días "con sus ojos y sus brazos a todos los que llamaban a su puerta". El presidente Alberto Garre, el Delegado del Gobierno, Joaquín Bascuñana, y el alcalde de Murcia, Miguel Ángel Cámara, asistieron al funeral, así como el presidente de la UCAM, José Luis Mendoza, diputados, consejeros, concejales y gente de a pie.

Ante una Catedral abarrotada y aún recuperándose del accidente de Cieza que dejó 14 víctimas y multitud de heridos, entre ellos el párroco de Bullas, Lorca Planes ensalzó la figura de Azagra, "el obispo del pueblo, de la calle, el obispo de Dios para todos, un pastor querido y respetado por todos".

"Fue un gran pastor que pasará a la historia de la Iglesia por su entrega a los demás", destacó en su homilía Lorca Planes, que definió a Azagra como un hombre "sencillo, alegre y que se entregó sin reservas a los demás".

El obispo de Cartagena recordó emocionado cómo Azagra vivió sus últimos años "reconciliado con la vejez" y "siempre con una sonrisa en los labios", y aseguró que fue un "hombre que quería a Murcia", que tenía en los jóvenes su gran pasión y que "atendió con los ojos abiertos las necesidades de quienes llamaban a su puerta".

Antes, decenas de personas se acercaron a la capilla ardiente. El cuerpo se veló en la capilla de Santiago del Palacio Episcopal, donde desde el domingo por la tarde se rezaron vigilias de oración por su eterno descanso.

El féretro estuvo rodeado de flores enviadas por instituciones y cofradías, y a su alrededor instalaron el Leccionario (con las Sagradas Escrituras), la mitra y el báculo de obispo, el Cirio Pascual y a Cristo crucificado. Entre las manos, Azagra tenía enrollado un rosario y porta la cruz pectoral y el solideo. Pedro Lozano, antiguo vicario y capellán de la capilla donde se realizó el velatorio, recordó su cordialidad, alegría y optimismo ante la vida, y su habilidad para "hacer buenas migas" con todos los obispos que le sucedieron.

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