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Clientes en cola en una administración de Murcia, en una imagen de archivo. Ros Caval / AGM

El motivo por el que a nuestro cerebro le gusta jugar a la Lotería de Navidad

El tradicional sorteo del Gordo tiene mucho en común a nivel psicológico y neurológico con el uso de redes sociales, comer chocolate o jugar a videojuegos

Juan Pastor

Miércoles, 9 de octubre 2024, 10:14

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Aunque a priori parezca descabellado, jugar a la Lotería de Navidad tiene bastante en común con otras actividades como usar las redes sociales, comer chocolate o jugar a videojuegos, desde un punto de vista psicológico y neurológico. Al participar en un sorteo o en cualquier otro juego de azar, se activan en el cerebro una serie de señales neuronales que conforman el circuito que relaciona una acción con una recompensa o placer instantáneo.

Comprar un décimo para participar en la Lotería de Navidad, al igual que recibir un 'me gusta' en Instagram, un 'match' en Tinder o vencer a un enemigo poderoso en un videojuego, desencadena en el cerebro una respuesta de dopamina, el neurotransmisor catecolaminérgico más importante del sistema nervioso central, encargado de regular diversas funciones como la conducta, la afectividad, la comunicación o la emotividad. El 'subidón' de dopamina se traduce en una sensación inmediata de placer, un mecanismo neuronal que recompensa al individuo por haber realizado una acción potencialmente positiva para él. Por decirlo así, es una solución evolutiva que ha encontrado el cerebro para decirte «esto es bueno». Se trata de la satisfacción que experimentamos al desempeñar funciones vitales como comer o copular, pero también al obtener un importante logro académico, compartir un secreto con un amigo y también comprar un décimo que podría poner fin a todas las preocupaciones económicas.

La respuesta del cerebro ante los juegos de azar tiene un lado no tan positivo y es que algunas personas especialmente vulnerables ante la respuesta placentera de esos mecanismos neuronales de acción y recompensa puede desembocar en adicciones. Incluso si no necesariamente se llega al punto de sufrir ludopatía, como los adictos a las máquinas tragaperras o los asiduos a los salones de juego, algunas personas se dejan llevar por ese cosquilleo que sienten al comprar Lotería de Navidad y acaban acumulando una cantidad de décimos que muchos podrían considerar exagerada o irresponsable.

En este caso hay que considerar algunas particularidades que hacen que el sorteo del 22 de diciembre sea especialmente adictivo. Por decirlo así, el sorteo del Gordo de Navidad es un cóctel perfecto de dopamina para el cerebro porque no solo genera las respuestas habitualmente asociadas a los juegos de azar, sino que cuenta con un importante componente social.

A diferencia de otros juegos de azar, la Lotería de Navidad no es completamente individual. Se trata de un sorteo con componente social, ya que se suelen compartir décimos con amigos o familiares, e incluso si no es el caso se tiene una sensación de cohesión de grupo o pertenencia. Cuando compras tu boleto para el Gordo de Navidad no solo estás apostando dinero por un número, también estás participando en una tradición que forma parte de las fiestas navideñas, al igual que la mayoría de los españoles. La mañana del 22 de diciembre no estarás solo comprobando tus décimos, estarás compartiendo la ilusión con tus padres, tus primos o tus compañeros de trabajo. De hecho, es muy posible que incluso hayas comprado algún boleto de la empresa motivado exclusivamente por la presión social y el miedo a ser el único sin premio si resulta que toca ese número. Ningún otro juego de azar es tan colectivo y universal como la Lotería de Navidad.

Si bien desde un punto de vista consciente todos sabemos que las posibilidades de conseguir alguno de los premios de la Lotería de Navidad son realmente remotas, resulta inevitable que nuestro cerebro sea vulnereable a los procesos neurocognitivos que se activan al comprar décimos. La ilusión por el «¿y si gano?», compartir la experiencia de participar en el sorteo, la diversión de seguir el sorteo en directo en compañía o comprobar los décimos, son algunos de los ingredientes que hacen que cada edición de la Lotería de Navidad nos lleve por una montaña rusa emocional.

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