Una tormenta científica agita el Mar Menor

«No me remuerde la conciencia. Hay mucho en juego y hago lo que tengo que hacer». Son palabras a LA VERDAD del portavoz del comité de asesoramiento científico, el catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia Ángel Pérez Ruzafa, dos días después de que el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) hiciese público un informe del Instituto Español de Oceanografía (IEO) que rechaza el aumento del calado en los canales que comunican el Mar Menor con el Mediterráneo, y en el que además se descarta el aumento de temperatura como desencadenante de la mortandad de peces sucedida en agosto. No fue el calor, como alegó en un primer momento la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente, sino el ya insoportable 'dopaje' de la masa de agua por el cóctel de nutrientes procedentes de la actividad agraria, según el diagnóstico del IEO, que Ruzafa admitía no haber leído aún el pasado miércoles.

No ha sido la única enmienda a las soluciones de emergencia planteadas por el comité científico: el Colegio Oficial de Biólogos considera una «temeridad» el dragado de Marchamalo y apuesta por reducir drásticamente el regadío en el entorno de la laguna; el también catedrático de Ecología de la UMU Miguel Ángel Esteve y la directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua, Julia Martínez, discrepan de las soluciones «de final de tubería» que avalarían el mantenimiento de la agricultura intensiva, como extraer los caudales del acuífero para desnitrificarlos y ponerlos de nuevo a disposición de los regantes –tanto Esteve como Martínez, también miembros de Ecologistas en Acción, asesoran al Miteco en su hoja de ruta 'verde' para el Mar Menor–; incluso el mediático ecólogo Fernando Valladares, profesor de Investigación en el Museo de Ciencias Naturales (CSIC), ha censurado el papel del comité asesor, al que acusa de falta de independencia y de «desprestigiar a los científicos» por suavizar la influencia de la agroindustria: «Es necesario abordar el origen del problema si no queremos seguir con el ecosistema al límite», opina.

En el comité asesor, del que son cabezas visibles Pérez Ruzafa y el profesor de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) Javier Gilabert, predominan actualmente responsables y técnicos de la Administracion regional.

Pérez Ruzafa, un referente en ecología lagunar, no se siente cuestionado ni se plantea dimitir: «El cansancio se nota y llega un momento en el que te planteas si esto vale la pena. No me importa lo que digan de mí, lo único que me importa es no equivocarme», insiste. «Agradezco la crítica y que haya discusión, pero cualquier apreciación o descalificación tiene que estar basada en datos. Y aún estoy por ver el hilo argumental que contradiga nuestros estudios. Me da pena esta situación, este juego político que ha creado un ambiente lamentable de enfrentamiento», se defiende.

El veterano profesor, que siempre se ha mostrado contrario a los dragados indiscriminados, mantiene ahora que ganar medio metro de calado ayudaría a oxigenar el Mar Menor y además facilitaría la salida de posibles bolsas de agua anóxicas ante previsibles DANA otoñales. «Esto es como una traqueotomía; no se la recomendaría a nadie para respirar mejor, pero si te estás ahogando es necesaria», plantea.

Más allá de la discusión sobre medidas concretas para recuperar el Mar Menor, la controversia científica revela una fuerte tensión entre dos posturas: la que considera compatible la agricultura y la ganadería con la recuperación del humedal y la que cree necesaria una reconversión total de la actividad agraria, con una reducción drástica de cultivos en la cuenca vertiente.

Entre los defensores de la primera opción, Pérez Ruzafa se posiciona sin complejos con el mensaje que transmite el Ejecutivo autónomo: «No podemos renunciar a la producción de alimentos; hay que decidir entre depender del exterior o buscar soluciones, como bajar el nivel freático y construir infraestructuras para gestionar el drenaje del regadío».

Frente a este compromiso con el sector agrario, un bloque de investigadores relevantes –que abandonaron el comité asesor en desacuerdo con la gestión de sus conclusiones científicas por parte de Ruzafa, entre ellos Esteve, Julia Martínez, la catedrática de la Universidad de Alicante Francisca Giménez Casalduero y todos los representantes del IEO– apuesta por levantar cultivos y naturalizar el entorno del Mar Menor. En la línea de las soluciones 'blandas' que propugna el Ministerio para la Transición Ecológica, como expropiar terrenos para sustituir sandías y lechugas por vegetación autóctona y recuperar áreas de encharcamiento.

Todos son investigadores de prestigio, manejan los mismos datos y exhiben argumentos basados en el método científico. Pero sus deducciones, sus recetas y sus mensajes son contradictorios.