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El Mar Menor, un año después del apocalipsis

El Mar Menor, un año después del apocalipsis

El ecosistema está «desordenado» tras la anoxia y la mortandad masiva de peces del 12 de octubre de 2019: casi han desaparecido el caballito y las agujas, y proliferan doradas, lubinas y el temible cangrejo azul

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Domingo, 11 de octubre 2020

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En el Mar Menor es más fácil ver ahora mismo un cangrejo azul que un caballito. El primero es un crustáceo invasor del que hace unos años nadie tenía noticia, y el segundo es la especie emblemática de la laguna. El animal que la simboliza, y que se contaba por millones décadas atrás. Esta paradoja representa bien la transformación del humedal, acentuada en el último año después del episodio de anoxia -falta de oxígeno- del 12 de octubre de 2019 que provocó la muerte de decenas de miles de peces y otros organismos y arrasó la vida en la mitad de sus fondos -en 9.000 de sus 17.000 hectáreas, según un informe firmado por científicos de diferentes centros de investigación-.

Las lluvias torrenciales del mes anterior habían arrastrado a la albufera 60 hm3 con 100.000 toneladas de sedimentos y entre 500 y 1.000 toneladas de nitratos, más de 100 de fosfato y 35 de amonio. Demasiado para el pobre Mar Menor, que ya entonces malvivía con respiración asistida. Doce meses después, el ecosistema no está muerto pero sí «desordenado», en palabras del experto en fauna marina Miguel Vivas, del Centro Oceanográfico de Murcia, la sede regional del Instituto Español de Oceanografía (IEO).

Este desorden significa que, de puertas para adentro, el Mar Menor ha sufrido cambios de los que aún no ha podido recuperarse. Y si podrá hacerlo es una incógnita. De momento, la recomposición del ecosistema tras el paso de la DANA -que no hizo sino agravar el deterioro provocado por agresiones de todo tipo durante décadas- ha dejado una laguna en la que faltan unas piezas y sobran otras. El puzle no encaja.

«Por ejemplo», enumera Miguel Vivas a LA VERDAD, «hay peces que casi han desaparecido y otros que presentan una biomasa enorme, como la dorada y la lubina. Que se pesquen abundantemente no significa que el Mar Menor esté bien, sino todo lo contrario: tiene un desajuste muy grande, es la prueba del impacto fortísimo que ha sufrido y lo lejos que está de un estado de madurez deseable».

«Que algunas especies como la dorada y la lubina se pesquen abundantemente no significa que el Mar Menor esté bien»

Miguel Vivas. IEO

«El ecosistema se encuentra en un estado más alterado, más vulnerable a los cambios del medio y más inestable»

Juan Manuel Ruiz. IEO

Los grandes perdedores de este nuevo Mar Menor son sus pobladores más tradicionales, como los caballitos y los peces aguja. Acerca de los hipocampos, y aunque el censo aún está en elaboración por la Asociación Hippocampus, Miguel Vivas calcula que su presencia actual puede suponer solo el 1% de la estimada en 2016, ya muy reducida. Lo que arroja unos 1.500 ejemplares sobre los 145.000 de hace cuatro años.

Otros signátidos -los tres tipos de agujas de la laguna- apenas se encuentran ya, «cuando antes era imposible bucear en el Mar Menor y no verlos», y peces como los gobios y los blénidos «han sufrido muchísimo y aún tienen que recuperarse», añade el investigador del IEO.

Este diagnóstico coincide con el estudio 'Evaluación de la recolonización de la ictiofauna tras la mortandad por fenómenos de anoxia', elaborado en julio por el Departamento de Zoología y Antropología Física de la Universidad de Murcia, que constata un descenso notable de las especies residentes -gobios, agujas...- y nula afección a peces migrantes como las doradas y los mújoles. Sobre el chirrete y el escaso y diminuto fartet, este último gravemente amenazado y propio de aguas someras, el informe señala que «no hay cambios respecto a los datos obtenidos en el periodo 2015/19».

Pradera de algas 'Caulerpa prolifera' y 'Dasycladus vermicularis', en Villananitos.
Pradera de algas 'Caulerpa prolifera' y 'Dasycladus vermicularis', en Villananitos. Javier Murcia

Una de las imágenes más impactantes del infausto 12-O en Villananitos (San Pedro del Pinatar) fue la de miles de anguilas muertas y apiñadas en las orillas después de boquear dramáticamente. Este pez en peligro de extinción a nivel mundial tenía en el Mar Menor un «notable reservorio» que se ha reducido muchísimo, advierte Miguel Vivas, quien reconoce la rápida reacción del Gobierno regional, que vedó su pesca cuando, pocos días después de la mortandad masiva, se produjo un fenómeno extraño: comenzaron a aumentar las capturas, como si la anoxia hubiera multiplicado las anguilas en lugar de diezmarlas. Pero lo que sucedió fue que las pocas que quedaban se concentraron en las orillas, adonde se habían desplazado en busca de oxígeno.

Sigue el parte de bajas: la tita y otros gusanos presentes en el lodo también han sido borrados del mapa, al igual que el cangrejo verde. De la nacra, el bivalvo gigante en peligro crítico de extinción, solo quedan con suerte entre 1.000 y 2.000 ejemplares, cuando llegaron a superar el millón.

Praderas desequilibradas

La situación de las praderas marinas es otro reflejo del desequilibrio del ecosistema, según Juan Manuel Ruiz, experto en esta materia del Instituto Español de Oceanografía. Como se recoge en el informe elaborado en julio por un equipo multidisciplinar del IEO y otros equipos de investigación, la planta 'Cymodocea nodosa' sigue «relegada a zonas someras de menos de tres metros de profundidad» y no ha recuperado nada de la superficie perdida en el año 2016, cuando la 'sopa verde' provocó la desaparición del 85% de la vegetación sumergida en la laguna. Sin embargo, el alga 'Caulerpa prolifera' sí ha recolonizado casi toda la extensión del Mar Menor, «dominando los fondos profundos en muy poco tiempo», incluso después del episodio de anoxia del pasado otoño.

La debilidad de la 'Cymodocea' y la resistencia de la 'Caulerpa' no es una buena noticia para el Mar Menor, de acuerdo con esta explicación de Juan Manuel Ruiz: «Teniendo en cuenta que antes del colapso la biomasa total de 'Cymodocea' en la albufera era incluso mayor que la de 'Caulerpa', y que la angiosperma ejerce un mayor control de los nutrientes que el alga, la pérdida neta de 'Cymodocea' ha supuesto una merma considerable de la capacidad del ecosistema lagunar para controlar los aportes de nutrientes, que continúan produciéndose por diferentes mecanismos. El ecosistema se encuentra, por tanto, en un estado más alterado», añade, «con unos mecanismos de resiliencia significativamente erosionados, más vulnerable a los cambios del medio y más inestable».

Perdedores del 'nuevo' Mar Menor

  • Caballito de mar . Solo quedarían unos 1.500 ejemplares

  • Nacra . Entre 1.000 y 2.000 ejemplares

  • Agujas . Aguja de río, aguja mula y aguja de mar

  • Anguilas .

  • Gobios y blénidos .

  • Cangrejo .

Ganadores del 'nuevo' Mar Menor

  • Cangrejo azul .

  • Dorada .

  • Lubina .

  • Berberecho .

En el Mar Menor de la era post-DANA, el rey es el cangrejo azul: este tanque marino invasor sin enemigos naturales -solo se le combate pescándolo, y los pescadores están desesperados- arrasa con todo: destroza las redes y depreda langostinos, caballitos y pequeños peces. Según expertos en especies exóticas, como el profesor de la UMU Francisco J. Oliva, coordinador del proyecto europeo Life Invasaqua, ya es imposible erradicar un gran crustáceo con un potencial reproductor de hasta dos millones de crías por hembra que solo tiene un depredador conocido: el pulpo. Y como en el Mar Menor no hay pulpos, no queda otra que pescarlo.

Caballito de mar junto al bivalvo invasor 'Fulvia fragilis'.
Caballito de mar junto al bivalvo invasor 'Fulvia fragilis'. Javier Murcia

La evolución de las capturas de jaiba, como también se conoce al cangrejo azul ('Callinectes sapidus'), dan miedo: 31 kilos en 2016 (cuando fue detectado por primera vez en el Mar Menor); 620 en 2017; 4.567 en 2018; 8.829 en 2019; y 12.023 hasta septiembre de este año, según la información facilitada por la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar.

«Hay que descargar el freático entre 1,5 y dos metros y establecer una red de infraestructuras para la gestión y tratamiento del agua»

Ángel Pérez Ruzafa. portavoz del Comité Científico

«Algunos de los parámetros físico-químicos y biológicos han mejorado o mantienen niveles estables, aunque no la salinidad»

Pablo Rodríguez Ros. oceanógrafo

La densa cantidad de nutrientes en la columna de agua también ha favorecido a los berberechos -molusco filtrador- y a doradas y lubinas, que entraron a la laguna por decenas de miles desde el Mediterráneo, tras la rotura de jaulas de acuicultura por los temporales, y se encontraron con abundante alimento a su disposición. Por este motivo, las capturas han sido históricas en el año de la anoxia: 218.798 kilos (de todas las pesquerías, hasta el mes de septiembre), por 126.817 kilos en el mismo periodo de 2019, según datos de la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente.

Sin embargo, no todo es desastroso bajo las aguas del Mar Menor, que al menos en su cubeta norte han lucido este verano más limpias de lo esperado: «La vida va volviendo poco a poco, el ecosistema sigue muy impactado pero no tiene más remedio que ir recuperándose porque ha estado en el punto de ser casi una charca ponzoñosa. Su capacidad de recuperación es asombrosa», destaca con esperanza Miguel Vivas, aunque avisa: «Estuvo en la UCI y ahora ha subido a planta, pero si viene otra DANA volverá a retroceder».

Nadie conoce los fondos del Mar Menor como el fotógrafo submarino Javier Murcia, que ha aceptado la propuesta de este diario de retratar su estado actual, su belleza y su miseria. Autor de las imágenes más sorprendentes del interior de la laguna, su testimonio es de gran valor para calibrar la evolución de su flora y fauna. «He notado cambios incluso de un día para otro», relata. «El agua ahora está muy bien de transparencia, con la excepción de la zona comprendida entre Los Alcázares, Los Nietos y Los Urrutias», informa.

Arriba, la mano del buceador destapa el fango en el fondo de la laguna. Abajo, a la izquierda, ascidias fijadas en un cabo. A la derecha, un ejemplar de 'Gobius cobitis', una de las especies más comunes del Mar Menor, ahora muy escasa. Javier Murcia
Imagen principal - Arriba, la mano del buceador destapa el fango en el fondo de la laguna. Abajo, a la izquierda, ascidias fijadas en un cabo. A la derecha, un ejemplar de 'Gobius cobitis', una de las especies más comunes del Mar Menor, ahora muy escasa.
Imagen secundaria 1 - Arriba, la mano del buceador destapa el fango en el fondo de la laguna. Abajo, a la izquierda, ascidias fijadas en un cabo. A la derecha, un ejemplar de 'Gobius cobitis', una de las especies más comunes del Mar Menor, ahora muy escasa.
Imagen secundaria 2 - Arriba, la mano del buceador destapa el fango en el fondo de la laguna. Abajo, a la izquierda, ascidias fijadas en un cabo. A la derecha, un ejemplar de 'Gobius cobitis', una de las especies más comunes del Mar Menor, ahora muy escasa.

De sus inmersiones casi diarias anota varias observaciones: la escasez extrema del caballito -«este verano solo he visto nueve o diez, cuando lo normal eran ochenta o noventa»- y de las agujas, también de gobios y blénidos -peces tan familiares como los zorros son ahora raros-. Y le ha sorprendido una superpoblación de anémonas y la ausencia de medusas. En general, percibe que la vida «va abriéndose paso poco a poco en las orillas» y que las zonas centrales de la laguna siguen siendo algo parecido a un desierto marino.

«En transición a otro estado»

Que nos encontramos ante 'otro' Mar Menor también es la tesis del oceanógrafo cartagenero Pablo Rodríguez Ros, autor de 'Argonauta' (Raspabook), libro en el que relata diez años de investigación en mares de todo el planeta, incluida la albufera murciana: «Pese a que algunos de los parámetros fisico-químicos y biológicos han mejorado o mantienen niveles estables -no así otros como la salinidad, elemento clave para la biodiversidad característica de la laguna-, todo el sistema está en transición hacia otro estado», argumenta.

«Ese estado puede ser semejante a lo que había antes de la DANA de 2019 o diferente. Todo depende de si las medidas que se toman van encaminadas a recuperar lo que había, si es que a ello se le puede catalogar como un ecosistema idóneo para las formas de vida que lo habitan y las comunidades humanas adyacentes -mi opinión es que no-, o a perseguir otro Mar Menor cuyos servicios ecosistémicos funcionen a pleno rendimiento, a la vez que mantiene una biodiversidad y características ambientales únicas».

«Aún hoy no se conocen datos de la biomasa, composición específica y análisis de individuos muertos»

Isabel Rubio. Pacto Mar Menor

«El agua ahora está muy bien de transparencia, con la excepción de la zona entre Los Alcázares, Los Nietos y Los Urrutias

Javier Murcia. fotógrafo submarino

La plataforma ciudadana Pacto por el Mar Menor, que sostiene en alto y sin desánimo la bandera reivindicativa, critica la falta de información sobre el «tremendo episodio» que dejó las orillas de la laguna llenas de cadáveres de peces y crustáceos: «Aún hoy no se conocen datos de la biomasa, composición específica y análisis de individuos muertos», se quejan.

«Los informes y declaraciones durante este año se han centrado en culpar a la Administración central de la cantidad de agua y nutrientes procedentes del acuífero que llegan al Mar Menor, sin mencionar la causa fundamental que ha producido este exceso de agua cargada de nitratos y otros agroquímicos: la agricultura intensiva del entorno», acusa este colectivo que agrupa a asociaciones en defensa de la laguna y a particulares. «Se obvia que la entrada masiva de agua del Mediterráneo ha contribuido, y sigue contribuyendo, a la bajada de la salinidad de este ecosistema y se insiste, a pesar de todos los informes en contra, en dragar una de las golas del único espacio natural que queda en la albufera: las Encañizadas».

Para Isabel Rubio, profesora de inglés jubilada y una de las portavoces de la plataforma, pionera en la divulgación de los valores del Mar Menor desde una web que mantiene activa desde hace una década, el futuro del humedal está «lleno de incertidumbre, situación agravada por la crisis sanitaria, porque siguen ausentes las medidas en origen», afirma, que reviertan la crisis ecológica que hace un año dio la vuelta al mundo.

Peces muertos en la playa de Villananitos, el 12 de octubre de 2019. Vicente Vicéns / AGM

«La laguna no está mejor que el otoño pasado, sigue en el filo de la navaja»

El Mar Menor ha superado la prueba del verano, cuando se preveía un empeoramiento de su estado por las altas temperaturas, «pero eso no significa que esté a salvo, si viene otra DANA volverá a pasar lo mismo», avisa el investigador Ángel Pérez Ruzafa, catedrático de Ecología de la UMU y portavoz del Comité de Asesoramiento Científico para la recuperación de la laguna.

«La situación no es mejor que el otoño pasado, sigue en el filo de la navaja», insiste en una conversación con este diario, pese a que algunos de sus parámetros han recobrado niveles aceptables desde el 12-O, cuando la gran entrada de sedimentos y agua dulce por la DANA de septiembre empeoró la calidad del agua. «Hasta el mes de abril ha fluctuado con subidas y bajadas de nutrientes y clorofila, pero a partir de ahí empezó a recuperar su pulso. Nitratos, fosfatos y clorofila han bajado, la transparencia media se ha situado en 4,5 metros, salvo turbideces puntuales cuando se levanta viento, por las partículas finas que arrastraron las lluvias», continúa el profesor.

Sin embargo, la salinidad, un parámetro clave para el buen estado del Mar Menor, «ha vuelto a caer por debajo de 40 gramos/litro, cuando había superado los 42 [su nivel óptimo es 46]», lo que indica, según Pérez Ruzafa, «que sigue llegando agua dulce por el freático», ya que la entrada de caudales en superficie desde la rambla del Albujón se ha reducido desde la puesta en marcha del bombeo.

Por este motivo, en su último informe Pérez Ruzafa recomienda «una vigilancia extrema en los posibles vertidos, descargar el freático entre 1,5 y dos metros y establecer una red de infraestructuras para la gestión y tratamiento de las aguas que se utilizan y se generan en la cuenca de drenaje».

El portavoz del Comité de Asesoramiento Científico también aconseja «una agricultura sostenible a medio y largo plazo, incluyendo las propias estrategias de diversificación de secano y regadío; la implantación de setos; prácticas conducentes a minimizar el uso y la movilidad de nutrientes, las escorrentías superficiales y la erosión y transporte de sedimentos; y la recuperación de zonas naturales».

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