Los ocho pájaros que solo vuelan en España
SEO/BirdLife publica el III Atlas de las Aves en Época de Reproducción, en el que destacan endemismos a escala mundial y europea
España tiene una gran responsabilidad en la conservación de la avifauna y de los hábitats en los que se cobija: ocho especies solo viven y se reproducen en territorio nacional, que para otras diez es el único territorio de cría en todo el continente europeo. Esta es la principal conclusión del III Atlas de las Aves en Época de Reproducción, que la organización científica y conservacionista SEO/BirdLife ha publicado este jueves. Este documento actualiza el anterior Atlas, que cubrió el periodo 1998-2002, y confirma un declive generalizado en la mayor parte de las especies que ya se recoge en informes anteriores, como el reciente Libro Rojo de las Aves en España.
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El Atlas es fruto de cinco años de trabajo de campo por parte de más de 3.000 voluntarios. Sus observaciones han servido para elaborar 2.132 mapas, 931 gráficos y 230 tablas de datos que constituyen una 'fotografía' actual del estado de conservación de las aves en España. La información recogida en el último lustro documenta la pérdida de biodiversidad general en la península, el fuerte bajón del grupo de las esteparias y el impacto del cambio climático y la desertificación.
De las 450 especies citadas en España durante la primavera, ocho de ellas sólo crían aquí y otras diez son únicas a nivel europeo. Las ocho rarezas mundiales, todas ellas en los archipiélagos balear y canario, son la curruca balear, el mosquitero canario, la paloma rabiche, la paloma turqué, la pardela balear, el pinzón azul de Gran Canaria, el pinzón azul de Tenerife y la tarabilla canaria.
Los diez endemismos europeos presentes en territorio nacional durante la época de cría son la alondra ricotí (-26%), la avutarda hubara (-19%), la focha moruna, la ganga ortega, el herrerillo canario, el vencejo cafre, el corredor sahariano, el zarcero bereber, el bulbul naranjero y el vencejo moro.
Además, otras 32 especies tienen en España más del 75% de su población europea. De las 450 incluidas en el Atlas, 302 se reproducen en la península y/o sus islas y otras 148 están presentes durante la primavera.
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El caso de la cerceta pardilla
El Atlas de las Aves en Época de Reproducción divide España en 5.600 cuadrículas de 100 metros cuadrados. La comparativa sobre el antes y el después en el territorio permite apreciar «el impacto que ha supuesto la transformación del campo por actividades humanas, como la intensificación e industrialización de la agricultura y ganadería, o un despliegue desordenado de las energías renovables, con proyectos planteados directamente sobre las escasas áreas donde sobreviven algunas de las especies amenazadas de nuestro país», advierte SEO/BirdLife.
Un ejemplo claro es la cerceta pardilla –en peligro crítico de extinción–, que desaparece en el 52% de las cuadrículas en las que anteriormente tenía presencia. En apenas 20 años, esta anátida, con una presencia masiva en humedales como Doñana, ha reducido su área de distribución en nuestro país en un 40%. En la Región de Murcia, por ejemplo, ha desaparecido, aunque actualmente se trabaja en su recuperación en el Sureste.
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Otra ave en situación de máxima alerta es el urogallo cantábrico, también en peligro crítico, que presenta datos similares: «En los últimos 20 años se ha reducido en un 36% y ha desaparecido en el 38% de las escasas cuadrículas donde sobrevive esta emblemática especie de los bosques del norte de España».
El alcaudón chico, declarado igualmente por el Gobierno de España en situación crítica, ha desaparecido en el 67% de las cuadrículas que antes ocupaba y, en los últimos 20 años no ha logrado ocupar ninguna zona nueva. Desde el año 2010, todas las parejas han criado en radio de apenas diez kilómetros.
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El Atlas refleja, además, la crítica situación del arao común, la gaviota tridáctila y el torillo andaluz, «que podrían considerarse extintas en poco tiempo».
Los efectos del cambio climático
Los datos del Atlas corroboran una tendencia que la comunidad científica observa desde hace dos décadas: «Los cambios en las áreas que ocupan las aves representan uno de los primeros y más evidentes impactos del cambio climático. Esta subida de la temperatura global genera en la avifauna ibérica ganadores y perdedores. Así, por ejemplo, la curruca cabecinegra, que hace 20 años se concentraba en la mitad sur y la costa mediterránea, ha ganado nada menos que 400 cuadrículas en los últimos 20 años, la mayoría de ellas en el norte, donde hasta ahora no era habitual por la gran diferencia térmica. Se ha extendido especialmente en Galicia y en la franja cantábrica, pero también en Soria, Ávila, Zamora o al sur del Pirineo. Por el contrario, el gorrión alpino –muy vinculado a la alta montaña– ha perdido 29% de su área de distribución», señala la organización científica.
«Los análisis del Atlas podrían estar reflejando también el impacto de la desertificación en el sur de la península ibérica. Puede ser un factor para que aves africanas, habituadas a este medio y a altas temperaturas, no solo hayan alcanzado el territorio de España y Portugal, sino que han podido reproducirse y expandirse con éxito. Es el caso del vencejo moro, sin presencia hace dos décadas y que ahora ha ganado un 1.800% de ocupación; o el vencejo cafre, que gana un 132% en áreas de ocupación. El avance de otras especies, como el bulbul naranjero o el buitre moteado, certifican esta tendencia», añade.
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Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife, destaca que este nuevo trabajo «permite comprender cómo interactuamos con el medio. Estas distribuciones reflejan las transformaciones del territorio, el tipo de gestión que se realiza del medio agrícola, cómo se desempeña la gestión forestal o el desarrollo urbanístico, así como la explotación energética. Este Atlas ofrece, por tanto, una valiosa información para que los usos del campo sean compatibles con la biodiversidad, sin la que no tendremos ni seguridad alimentaria ni podremos poner freno a la dependencia energética, dos cuestiones claves en el contexto actual. Hay una crisis económica y humanitaria que afrontar, y una de las herramientas para hacerlo es frenar la crisis de naturaleza que estamos atravesando. No podemos permitirnos seguir fotografiando la reducción de la biodiversidad», avisa la experta.
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