Nuria Hernández-Mora: «El Mar Menor es una víctima más de este ciclo de insostenibilidad»

–¿Cómo se ve desde fuera el problema del Mar Menor?

–El Mar Menor es una víctima más de este ciclo de insostenibilidad, que se inició con la puesta en marcha del Trasvase Tajo-Segura. Las consecuencias han regresado como un bumerán y lo han golpeado con fuerza. En su día tuvo cierto sentido porque entonces no conocíamos tan bien como ahora el funcionamiento de los ríos en el contexto de los ecosistemas. Pero ya están superados el concepto de necesidad de control de la naturaleza y el paradigma hidráulico de producir electricidad y agua de riego.

–Un paradigma que no es exclusivo de la Región de Murcia...

–Desde luego, lo estamos viendo también, por ejemplo, en Arizona (Estados Unidos), donde se ha producido un gran crecimiento urbanístico y también se ha desarrollado una importante industria agraria, todo basado en un trasvase del río Colorado. Yahora también están allí al borde del colapso. Cuando se construye todo un sistema socioeconómico basado en una infraestructura tan rígida en su funcionamiento es muy difícil adaptarse a los cambios.

–¿Es necesario recortar el Trasvase para salvar al río Tajo?

–El impacto del Trasvase ha condicionado durante décadas la gestión del Tajo. Yo invito a la gente de Murcia a que conozca el problema del Tajo. Que viajen a Toledo y a Aranjuez y que bajen al cauce, que es ya un cadáver hidrológico. Que vean que en Talavera de la Reina, bajo un puente romano de cinco ojos, corre un hilillo de agua de unos pocos centímetros. Y que comprueben cómo han colapsado todos los negocios que florecieron alrededor de lo que conocemos como el mar de Castilla por el bajísimo nivel de los embalses. Esto no es aceptable en el siglo XXI, y la recuperación de un río también es un problema de todos. Y el Tajo no es un río cualquiera: une las dos capitales de la península ibérica.

Nuria Hernández-Mora sabe bien de lo que habla. Su padre, murciano del barrio del Carmen, participó como ingeniero de Caminos en las obras de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla que ejecutó la empresa constructora Bernal Pareja, y ella ha veraneado desde pequeña en el Mar Menor, donde cogió caballitos con sus propias manos y ha asistido con asombro a la edificación al completo de la barra de arena de La Manga, que desde su casa de Santiago de la Ribera conoció aún muy despejada.

–Regresa la guerra del agua...

–Yo soy partidaria de desterrar el lenguaje bélico, eso de los ganadores y los perdedores no es productivo ni responsable. El discurso del 'Agua para todos' [eslogan del Gobierno regional en legislaturas anteriores para defender el Trasvase Tajo-Segura y la llegada de caudales del Ebro] se ha instrumentalizado políticamente y es necesario escuchar nuevas voces. También las voces de parte de la agricultura que no se escuchan, porque el sector agrario es amplio y diverso.

–¿A qué se refiere?

–Meter a toda la agricultura en el mismo saco sería injusto: está el regadío industrial pero también la agricultura familiar. Por eso es necesario analizar qué partes del sector agrario hay que apoyar para minimizar el sufrimiento económico que pueda producirse. Y hay que pensar en todas las personas, en las que se dedican a la actividad agrícola y en las que no.

–El recorte del Trasvase se ha recibido por parte del sector agrario y buena parte de la clase política como un ataque a la Región de Murcia.

–Sin embargo, la agricultura supone menos del 6% del PIB de la Comunidad Autónoma, incluyendo los cultivos regados por el Trasvase, cuando el turismo supone el 10% y el sector servicios el 67%. Protestar en Madrid es legítimo y comprensible pero no sirve de nada porque no va a haber más trasvases.

–¿Qué propone?

–Hay que iniciar un debate valiente sobre cómo se puede hacer una transición justa, sobre el regadío que queremos. Ydeben hacerlo los líderes políticos elegidos por los ciudadanos. Conviene hablar de esto lo antes posible porque el escenario futuro de reducción de caudales es muy pesimista. Los efectos los vemos ya con gran dureza en el Mar Menor, que es una parte fundamental del imaginario social murciano, pero también en Doñana y en la Axarquía de Málaga. Lo que no es solidario es meter la cabeza bajo tierra e ignorar una situación que supone una emergencia para todos.