Que no le tomen el pelo
Mi amiga es una persona normal, una más entre las decenas de miles que se manifestaron en Murcia, que no entiende cómo se ha tolerado la destrucción del Mar Menor
Una buena amiga escribió ayer este mensaje en nuestro grupo de WhatsApp: «Luego iré a la manifestación». Y el emoticono del pulgar hacia arriba. Pasadas ... las nueve de la noche subió una foto y un par de frases que reflejaban la emoción del momento. Y el dibujito de los aplausos. No creo que se haya bañado muchas veces en el Mar Menor. Una o ninguna. Su playa es el Hornillo, en Águilas, frente a la isla del Fraile, nada que ver con la calma habitual de la laguna y su horizonte limitado. No cambia la vista del centenario embarcadero de mineral por un atardecer de fuego en La Ribera —¡qué belleza!—, pero tenía claro que anoche no podía quedarse en casa.
Mi amiga es profesora de Inglés en un instituto de Murcia, una persona culta e informada que sin embargo es ajena a la discusión política de las competencias administrativas. Le suena a chino. Como supongo que a la mayor parte de los participantes en la marcha de protesta. En esa confusión de las acusaciones partidistas, los diagnósticos científicos y las soluciones técnicas solo nos aclaramos, y no del todo, los periodistas y los activistas medioambientales más involucrados. Mi amiga es una persona normal, una más entre las decenas de miles que ayer expresaron cívica y responsablemente su indignación en Murcia, que no entiende cómo se ha tolerado la destrucción de este espacio natural, y menos aún que cinco años después del estallido de la 'sopa verde', sus aguas sigan igual de putrefactas.
Mi amiga es una de esas personas que hablan claro y que agradecen que le hablen claro, que está harta de políticos que confunden y que no se atreven a tomar medidas que pueden costarles votos y por tanto el cargo, y que juegan frívolamente con el patrimonio económico y sentimental de miles de familias. Por eso no traga con la teoría del fracaso colectivo y la culpa compartida.
Mi amiga, como usted, no se merece que le sigan tomando el pelo.
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