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Cartel en el collado de la Sierra de Pinilla. M. A. R.

Pinilla limpia

Historia de un cartel y de una modesta experiencia de educación ambiental

Martes, 22 de septiembre 2020, 00:31

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Hace algo más de diez años subí a la Sierra de Pinilla una tarde de verano para limpiar de basura el collado en el que acostumbran a descansar los ciclistas antes de iniciar el descenso por una senda accidentada y preciosa. Recogí botellas de plástico, latas, envoltorios de barritas y geles energéticos, cámaras pinchadas... Até como pude el saco a la mochila y, antes de pedalear cuesta abajo de regreso a Calabardina, en las ramas de un pino sujeté con bridas un cartel que me habían plastificado esa misma mañana en una papelería de Águilas y que decía, y sigue diciendo: 'Pinilla limpia. Ciclista, motero, cazador, senderista: no tires basura en este rincón de la naturaleza que todos disfrutamos tanto'. Calculé mal el tiempo y llegué a casa de noche, jugándome el tipo sin luces en la carretera de la Cuesta de Gos. Y pensando que el cartel no duraría ni dos semanas.

Me equivoqué: en los años siguientes estuve subiendo con frecuencia para retirar los desperdicios que se iban acumulando, aunque lo cierto es que cada vez necesitaba una bolsa más pequeña. El cartel seguía en su sitio pero la lluvia y el sol lo habían deteriorado, así que lo imprimí de nuevo, lo plastifiqué y lo coloqué al otro lado del collado, en un pino más tupido y esta vez en el tronco, así que el mensaje quedó perfectamente resguardado.

Hace cuatro o cinco años me encontré con una sorpresa: alguien había retirado el cartel del pino y se había tomado la molestia de construirle un marco y clavarlo en el suelo. Sin duda, causaba mejor impresión. Nunca supe quién había decidido presentar con tanta dignidad mi viejo cartel, igual que él no sabe quién lo colocó hace más de una década. Aunque seguramente nos conozcamos. En los pueblos nos conocemos todos, ya se sabe.

El caso es que este verano, hace apenas tres semanas, subí a Pinilla en bicicleta y metí una bolsa de basura en la mochila por si acaso. Llegué al collado, me bajé de la bici y eché un vistazo a mi alrededor. Ni un papel, ni una bola de papel de aluminio, ni una botella... Ni rastro de basura: en lo alto de esta sierra litoral desde la que se aprecia Cabo Cope en la lejanía, a casi 600 metros de altitud y con diez grados menos de temperatura que al nivel del mar, solo estábamos el cartel, mi bicicleta en equilibrio con el pedal derecho apoyado en una piedra y yo. Bueno, y un bando de perdices que levanté al llegar.

El primer pino en el que fijé el cartel está ahora en el suelo, derribado por la sequía y los insectos perforadores, pero el mensaje que ayudó a difundir ha calado. Es una pena que la basura se siga acumulando en cunetas, zonas verdes y urbanas, espacios naturales y en general en cualquier sitio donde ponemos los pies los seres humanos. Y es lamentable que necesitemos un cartel para recordarnos lo guarros que podemos llegar a ser. Pero algo es algo.

PD. La Sierra de Pinilla se levanta entre los términos municipales de Águilas y Lorca, a unos 10 kilómetros del mar en línea recta. En sus laderas y al borde del camino hay algunos pozos mineros, todos protegidos, y también restos de una explotación de galena argentífera. Todo el monte está repoblado con pinos, aunque también crecen cipreses y algarrobos. Al pie de la montaña, en la rambla, aún resiste algún madroño y unos monumentales pinos piñoneros. La senda que sube hasta la cumbre está cortada con una cadena porque se trata de una propiedad privada, pero sus dueños nunca han puesto problemas para que transiten ciclistas y senderistas, siempre con educación y respeto.

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