¿Lo pillan, señores políticos?
López Miras no tiene más remedio que volcarse con una restauración ambiental cuyos resultados quizá no vea como presidente
La presencia en la manifestación del #SOSMarMenor de altos cargos del Gobierno regional –los consejeros Antonio Luengo y Manuel Villegas y varios directores generales–, de alcaldes y en general de servidores (?) públicos –también de la oposición– es la demostración de lo desubicados que han estado los políticos todos estos años con respecto al proceso que ha terminado pudriendo la laguna: nunca a la altura ni en su sitio. Ni han sabido defender el humedal de todo tipo de agresiones, pese a tantas advertencias durante las últimas décadas, ni supieron quedarse ayer en sus despachos. No cuela que se mezclaran con los manifestantes como unos afectados más, con caras compungidas, cuando son los responsables de poner solución a un desastre ambiental que quizá no ha mostrado aún su peor cara. Lo bueno es que al menos comprobaron a pie de calle que la indignación social ha tocado techo.
La protesta que recorrió anoche las calles de Cartagena envía al presidente de la Comunidad Autónoma un mensaje que no tiene más remedio que escuchar, en un trance en el que su carrera política seguramente depende de decisiones que le enfrentarán con un sector económico –el agroalimentario– con el que el Partido Popular ha ido tradicionalmente de la mano, con sus más y con sus menos.
Pero Fernando López Miras sabe que es ahora o nunca, y caiga quien caiga, como insistió en la breve declaración institucional con la que respondió a la movilización masiva: 55.000 personas según la Policía, cada una de su padre y de su madre. «El mensaje de la ciudadanía es claro y esta misma tarde lo hemos podido comprobar en las calles», admitió. «Aunque solo consiguiera eso en todo mi mandato, sería para mí un motivo de satisfacción. No existe obstáculo que nos lo impida», añadió. Pues a qué espera.
La recuperación del Mar Menor, sin embargo, tiene sus propios tiempos, que difícilmente coincidirán con los de la política. Lo dicen los científicos: no hay plazos, no se sabe cuándo, estamos en el kilómetro cero de un camino con muchas incógnitas y pocas certezas. Una de ellas es que la salvación de la laguna será lenta y cara, y quizá con altibajos.
No es un logro que podrá vender durante esta legislatura. Pero López Miras no tiene más remedio que volcarse con un proyecto de restauración ambiental cuyos resultados quizá no pueda ver como presidente. Incluso en esas circunstancias, un buen político se sentiría orgulloso: «Me tocó hacerlo a mí, y lo hice por todos nosotros».