El Mar Menor y la mala política
La recuperación de la laguna se complica aún más con la polémica del 'trasvase cero' y el enfrentamiento entre los gobiernos central y regional
El polémico 'trasvase cero' para los regadíos de Levante parece una respuesta airada a la tímida ley integral del Mar Menor (cuyo borrador ha detallado estos días 'La Verdad'), por lo que vamos sabiendo una normativa 'light' más que asumible para los agricultores (pese a sus quejas un tanto sobreactuadas) pero quizá no tanto para el humedal. Aunque es cierto que no se entiende que el Ministerio para la Transición Ecológica castigue a todos los usuarios del acueducto Tajo-Segura (Teresa Ribera ha conseguido poner de acuerdo a todos los partidos en la Región de Murcia, de Vox a Podemos), cuando si quisiera podría señalar a los del Campo de Cartagena «echando el tablacho» en el embalse alicantino de La Pedrera, como ha apuntado en su 'newsletter' semanal (todos los miércoles, no se la pierdan) mi compañero Manuel Buitrago.
Las diferentes posiciones de los gobiernos central y regional sobre cómo afrontar la recuperación de la laguna estaban claras, pero ahora son transparentes: desde Madrid se responsabiliza a la actividad agraria y en el palacio de San Esteban siempre se va a proteger al sector del campo. Si ambos Ejecutivos tienen que ponerse de acuerdo (llevan a medias el plan de 'vertido cero') pero la ministra plantea mano dura y Fernando López Miras impone medidas blandas, ¿a dónde vamos?
Volviendo al borrador de ley integral del Mar Menor: la reserva de una franja de solo 500 metros de distancia con respecto a la laguna donde no se puede cultivar con nitratos es algo así como un amago que se queda muy corto. Un puñetazo en la mesa con la mano blanda. A 500 metros no, pero a 550 metros sí. Que se lo expliquen al acuífero Cuaternario. He escuchado en privado la opinión de altos cargos del Gobierno regional partidarios de fijar en al menos un kilómetro esa zona de reserva. Al final no se han atrevido a más.
Y algo parecido ocurre con la supuesta moratoria urbanística, que salva todos los proyectos en curso y no prevé una sola demolición. Alrededor del Mar Menor ya casi no cabe un ladrillo más, así que... qué más da.
Abrir o no abrir las golas, esa es la cuestión
Entra tanta confusión, regresa la presunta solución del dragado de las golas para 'enjuagar' la suciedad del Mar Menor. Da igual que los científicos repitan una y otra vez que sería muy contraproducente por las diferentes características de las dos masas de agua y otros condicionantes. Lo ha pedido Vox en el Congreso, lo plantea el exconsejero de Agua y Agricultura Miguel Ángel del Amor en las redes sociales, y el exdiputado regional Juan Guillamón va a proponer que se estudie en el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.
Todo apunta a que viviremos tiempos interesantes, como dice el proverbio chino. Ya sea por torpeza o por estrategia política, la situación crítica del Mar Menor se ha complicado aún más con la eterna controversia del Trasvase Tajo-Segura, el enfrentamiento entre dos gobiernos que en este asunto deberían ir de la mano y el levantamiento de un sector económico con influencia decisiva en el Gobierno de la Comunidad Autónoma (el presidente regional ya se proclamó «un soldado más» junto a los regantes, en marzo del año pasado, antes de culpar «a la sociedad en su conjunto» de la degradación de la laguna, hace unos días).
Es una pena que la política (la mala política) se convierta en un obstáculo más para salvar el Mar Menor.
PD. ¿Qué pensarán de todo esto los científicos, tanto los que abandonaron el Comité de Asesoramiento Científico como los que aún resisten en este órgano consultivo?