Lost in Sierra Morena

Hacía tiempo que no terminaba un libro con pena, con ganas de más. Acaba de ocurrirme con 'La frontera interior' (RBA), de Manuel Moyano (Córdoba, 1963), una obra con la que el escritor afincado en Molina de Segura (Murcia) ha ganado recientemente el XVI Premio Eurostars Hotels de Narrativa de Viajes. Una idea sencilla, recorrer Sierra Morena de este a oeste al encuentro de sus pueblos, sus habitantes, su historia, su naturaleza y sus leyendas, ejecutada con gran oficio literario. Si en otras ocasiones Moyano ha marchado a pie y con la mochila a cuestas ('Cuadernos de tierra', 'El lobo de Periago'), esta vez utiliza su coche para adentrarse durante ocho días, con los ojos y los oídos bien abiertos, en un territorio aislado y un tanto olvidado. Efectivamente, una frontera interior que separa la Meseta Central de la depresión del Valle del Guadalquivir.

Manuel Moyano inicia su expedición literaria en Aldeaquemada «en un frío amanecer de febrero» y lo termina en la Raya de Portugal con la sensación de haber «viajado en el tiempo a través de los reinos y las edades». Entre medias sube y baja puertos de montaña entre caseríos perdidos de Jaén, Ciudad Real, Córdoba, Sevilla, Huelva y el país vecino dejándose sorprender por las circunstancias de una geografía apenas documentada hasta ahora salvo por los cronistas oficiales de los ayuntamientos, a los que el autor busca en cada pueblo.

'La frontera interior', con prólogo de Sergio del Molino, arranca con la reconstrucción de la batalla de las Navas de Tolosa y completa kilómetro a kilómetro el mosaico histórico y cotidiano de Sierra Morena a través de las Nuevas Poblaciones (la repoblación con colonos centroeuropeos impulsada por Carlos III y ejecutada por Pablo de Olavide); las monterías y las grandes fincas de caza como La Garganta, el mayor latifundio de España, propiedad del duque de Westminster; los bandoleros y el contrabando; la huella del Quijote, que nos lleva hasta la Venta de la Inés y sus moradores, padre e hija, un vestigio de otro tiempo; espectros como el Enlutado y la Pantaruja; el paisaje de encinas, pinos, alcornoques y olivos; y la fauna salvaje: buitres, ciervos, lobos, linces...

En 'La frontera interior' nos encontramos además con los bares y las ventas, los hostales y las oficinas de información turística, y tenemos la sensación de que se nos permite echar un vistazo a los folletos que Moyano pide puntualmente en cada ventanilla. Este material, tan prosaico, es oro en manos de un escritor con tanto talento.

Y se agradece que durante su periplo se cite con otros escritores (como Alejandro López Andrada en Villanueva del Duque y Manuel Moya en Fuenteheridos) para que le descubran sucesos y lugares y le ayuden a comprender las singularidades de esta cordillera que no es fácil transitar: sus escasas vías de comunicación están concebidas no para recorrerla longitudinalmente, sino para salvarla lo más rápidamente posible mediante pasos, de norte a sur. Como el de Despeñaperros.

Moyano es un tipo curioso que se trabaja cada dato: «Oscurecía cuando llegué a Fuencaliente. Me acerqué al cuartel de la Guardia Civil, movido por la infundada esperanza (habían transcurrido ya once lustros) de que aún prestase servicio allí alguno de los agentes que capturaron en su día a Marcos Rodríguez Pantoja, el niño lobo».

Y que sabe pegar el oído: «'Mañana voy a capar unos guarros que tengo por ahí (le oí decir); como hace tanto frío, no he querido caparlos hoy'. Me pregunté si esa consideración la guardaba hacia los cerdos o hacia sí mismo».

En las páginas de este libro también es posible aspirar el aroma de Sierra Morena, en el que se mezclan la pureza del bosque, el humo de la chimenea y el olor intenso de las almazaras. Y se lee con gusto lo bien que comió su autor durante el trabajo de campo: tarta de hojaldre con malahúva, salmorejo, flamenquines, aliño de melva, venado en salsa, lagartito ibérico a la brasa, castañetas, sorpresa con salsa de setas, menudo de chivo... y vino de pitarra y del Alentejo.

Cuando llegamos al final de 'La frontera interior' todavía descubrimos un misterioro hilo negro que une varias muertes, relacionadas con la escritura del libro y el propio autor. Una hebra de la que nos invita a tirar Manuel Moyano.

PD. Manuel Moyano es autor de más de veinte libros, entre novelas, relatos y ensayos. Los más relevantes son 'El imperio de Yegorov' (Anagrama, 2014), finalista del Premio Herralde y Premio Celsius en la Semana Negra de Gijón; 'El amigo de Kafka' (Pre-Textos, 2001), Premio Tigre Juan; 'La coartada del diablo' (Menoscuarto, 2006), Premio Tristana; 'La hipótesis Sant-Germain' (Algaida, 2017), Premio Carolina Coronado; 'El abismo verde' (Menoscuarto, 2017); 'La agenda negra' (Pez de plata, 2016); 'Dietario mágico' (Nausicaä, 2002); 'Mamíferos que escriben' (Newcastle Ediciones, 2018); y 'Travesía americana' (Nausicaä).

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