Ladrillazo en Monte Blanco
Ayuntamiento de Cartagena y Comunidad Autónoma no han encontrado otra ubicación para un futuro edificio multiusos que uno de los escasos arenales de La Manga, reforestado durante la última década. Más de lo mismo en el entorno del Mar Menor
No es difícil imaginar la escena: varios técnicos y responsables municipales, seguramente también uno o dos concejales, repasan un plano de La Manga y uno de ellos, finalmente, posa el dedo índice: «Aquí». Es lo de menos si fue así como se eligió el solar en el que construir el edificio multiusos que proyectan el Ayuntamiento de Cartagena y la Consejería de Fomento e Infraestructuras; lo grave es que nadie reparase (o nadie considerase relevante, o a nadie le importase) en que la parcela seleccionada, en Monte Blanco, está situada sobre uno de los últimos arenales de este tramo costero ya suficientemente asfixiado por el cemento y el asfalto, donde además se ha desarrollado en los últimos años un proyecto de reforestación con especies autóctonas que ha convertido ese enclave en un pequeño oasis entre torres de apartamentos y chalés.
Cuesta entenderlo: el Ayuntamiento de Cartagena lleva casi diez años prestando apoyo a la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), a voluntarios ambientales y a varias organizaciones vecinales en la recuperación del arenal de Monte Blanco (20.000 m2 de propiedad municipal) con la plantación de sabina de las dunas, palmito, lentisco, cambrón, margarita marítima, enebro, esparraguera, azucena de mar y otros arbustos propios de este entorno costero, para decidir una década después que no existe un lugar más apropiado donde levantar el centro social (que costará 1,9 millones de euros, financiado en un 80% con fondos europeos) y sus correspondientes accesos.
Seguro que el edificio es necesario para albergar actividades sociales, pero choca la decisión de enladrillar uno de los últimos espacios libres de La Manga en puesto de buscar un edificio ya construido y en desuso, como marcan las directrices de un urbanismo más respetuoso con el medio ambiente y el bolsillo de los ciudadanos. El propio Gobierno regional habla con frecuencia de la necesidad de conservar las últimas 'ventanas de paisaje', tan necesarias en un espacio tan urbanizado, en sus estrategias para revitalizar La Manga.
¿A quién le extraña entonces la oposición casi unánime a este proyecto (de organizaciones ecologistas, asociaciones de vecinos y de empresarios, y de partidos como PSOE, Podemos y MC), y que se lance una campaña de recogida de firmas?
Mi compañero Manuel Buitrago adelantaba el domingo en LA VERDAD que el Gobierno regional ha adjudicado a la consultora Idom Consulting Engineering Architecture la redacción del Plan Territorial del Mar Menor, un documento llamado a ordenar las actividades en las 120.000 hectáreas que rodean la laguna, y que en teoría limitará las edificaciones para evitar que el anillo de hormigón en torno al humedal se siga cerrando. Pues eso, solo en teoría.
Muchos planes, estrategias, consultas públicas y promesas, para al final seguir haciendo lo mismo: poner ladrillos, ya sea un centro social en Monte Blanco o torres de apartamentos en El Vivero.