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Jean-Baptiste Vidalou. LV

Hermano árbol

Se publica en España 'Ser bosques', el potente alegato forestal del francés Jean-Baptiste Vidalou

Lunes, 17 de febrero 2020, 23:43

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«No parece descabellado juzgar una época por cómo trata sus bosques. A ésta se la juzgará por cómo mide, píxel a píxel, su propia devastación». Vaya, el filósofo y activista medioambiental Jean-Baptiste Vidalou (pseudónimo) marca bien el terreno en el inicio de su ensayo 'Ser bosques', un libro que ha sacudido conciencias en Francia y que ahora publica en España la editorial Errata Naturae.

Ni un árbol menos, cueste lo que cueste, se defiende en un texto que se subtitula en su edición española, traducida por Silvia Moreno Parrado, 'Emboscarse, habitar y resistir en los territorios en lucha'. El bosque no es solo un espacio natural, una referencia geográfica, un refugio para personas y animales, sino también el símbolo de la civilización, mantiene un escritor que se hace llamar como un héroe del pueblo que en el siglo XVIII luchó contra la deforestación y el acaparamiento de tierras por Carlos X en Francia.

Él mismo tuvo su época de resistencia, cuando vivió durante ocho años en el bosque de las Cevenas y participó en la lucha colectiva contra la construcción de la planta de biomasa de Gardanne. Actualmente trabaja como maestro de obras en la construcción de muros de piedra seca en la región francesa de Occitania.

Es 'nature writing' pero sobre todo es escritura política: para el autor (de cuyo nombre real no hay rastro en internet), defender los árboles es defender la dignidad humana, en un discurso radical en el que incluso se cuestiona la transición energética: «Si el gran relato de la economía verde cumple hoy la función de única solución ante la crisis climática, es sin duda porque este cuento oculta el verdadero plano sobre el que opera: la economía como forma concreta de gobierno».

Bueno, tengamos cuidado de que los árboles no nos dejen ver el bosque: J-BV no firma un panfleto ni mucho menos, sino que aporta abundante documentación (histórica y actual) sobre el rodillo económico que crece y empuja arrasando masas arbóreas, y con ellas a sus habitantes, ya sean tribus o paisanos del cada vez más escaso ámbito rural, una dinámica perversa que el escritor identifica con la denominación cínica de 'ordenación territorial'.

Cierro el libro, cojo la bici y salgo a dar una vuelta por el campo. No me cuesta encontrar, en el Sureste murciano cada vez más árido, montañas mordidas por la maquinaria pesada, laderas cortadas con escuadra y cartabón donde ha sido arrancada la vegetación natural y en cuyas cicatrices pronto crecerán árboles postizos: frutales o el cultivo que sea más rentable en ese momento.

Qué paradoja.

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