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Los primeros 50 años del FICC

Sábado, 9 de octubre 2021, 01:44

Quizá porque tengo la misma edad que el festival y porque la vida me llevó lejos de Cartagena, el FICC se ha convertido en el mejor enlace posible con la ciudad que me vio nacer. Gracias a él, año tras año, encuentro una excusa para aparcar mis obligaciones profesionales y realizar un paréntesis en mi vida y así regresar a mis raíces.

Lo mejor de todo es que, encima, el festival no solo me da motivos para volver, sino que me cubre gran parte de las carencias que tengo durante el resto del año.

Porque como cinéfilo disfruto de esa programación que realizan con precisión rebuscando en festivales y distribuidoras de todo el mundo, consiguiendo traer a la ciudad películas que de otro modo jamás podrían verse.

Porque como cineasta he tenido la ocasión de proyectar mis películas aquí, pudiendo charlar con los espectadores y disfrutando el privilegio de conocer de primera mano sus impresiones y emociones al verlas. He tenido la suerte de asistir, como espectador y como invitado, a distintas charlas donde he podido comprobar la enorme labor del personal del Festival en la creación de un espacio crítico y lúdico, de divulgación y diálogo, que siempre ha tenido una gran acogida por parte de los asistentes. Incluso he tenido la gran fortuna de ser jurado y he podido comprobar de primera mano el cariño con el que tratan cada una de sus películas a concurso, sea un largometraje internacional o el más pequeño de los cortometrajes de los chicos de las escuelas de la Región.

Porque como persona siempre me he sentido querido y cuidado por el fantástico equipo de personas que trabajan en el FICC. Desde Esther, Nacho y Reyes hasta el último de los trabajadores de la organización. Por mi experiencia en distintos festivales, sé que no es fácil organizar un evento de este calibre y conozco los niveles de estrés y agotamiento que supone; y tengo que decir que el esfuerzo que hacen por sobreponerse a todos los reveses con una sonrisa y con el mejor de los tratos es digno de admiración.

Porque como cartagenero no puedo sentirme más orgulloso de ver cómo, a pesar de pandemias y crisis económicas, a pesar de vaivenes políticos de todos los colores, a pesar de internet, la dispersión de los jóvenes y la apatía de los no tan jóvenes, el Festival sigue luchando la CULTURA, así con mayúsculas, y cumpliendo su labor de fomentar la afición al cine y la creación audiovisual en la Región.

Ojalá que estos cincuenta años sean simplemente un aperitivo de todos los que van a venir y podamos seguir disfrutando de este regalo que el trabajo de tanta gente nos proporciona.

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