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Boris Johnson. Reuters
Johnson arropa a unionistas y 'brexiters' ante el desenlace

Johnson arropa a unionistas y 'brexiters' ante el desenlace

La semana decisiva deja por ahora la impresión de que los radicales han sentido vértigo ante la marcha sin acuerdo

ÍÑIGO GURRUCHAGA

Londres

Miércoles, 16 de octubre 2019

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Ecologistas que han bloqueado calles y transportes en Londres desde hace diez días se sentaban en grupos de diez en Trafalgar Square para debatir en asambleas ciudadanas las grandes cuestiones del mundo, pero en el Parlamento el presidente del Comité del 'brexit', Hilary Benn, no lograba que su ministro, Stephen Barclay, le dijera explícitamente que el Gobierno enviará una carta a Bruselas solicitando una extensión si Reino Unido se enfrenta el sábado a una marcha de la Unión Europea sin acuerdo.

Colorido, desorden, una clase política quebrada. La situación parece repetitiva, para algunos angustiosa. La portada de la revista satírica 'Private Eye' resumía la coyuntura inminente de la política británica: «Semana decisiva, momento crucial, final de partida, cerca del abismo, día del juicio final, final del camino, última oportunidad, semana del colapso… o quizás no».

La ventaja de tener un primer ministro gracioso es que al borde del abismo cuenta un chiste. Boris Johnson reunió al Gabinete, con la mayoría de los ministros desinformados, y les dijo que negociar con la UE estaba siendo como la escapada de los dos presos por la alcantarilla en la película 'Cadena Perpetua' (Shawsank Redemption). El de Sanidad, Matt Hancock, habría confesado que no vio la película. Es para mayores de 18 años, le habría replicado el de Defensa, Ben Wallace.

Más tarde, acudiendo brevemente a la reunión del grupo parlamentario, informó Johnson a sus ansiosos diputados, que al igual que la prensa seguían la negociación en Bruselas como los hombres que paseaban los domingos con transistores para escuchar Carrusel Deportivo, que la negociación se encontraba en el Escalón de Hillary, una roca aparentemente inexpugnable a pocos metros de la cima del Everest; pero que ya se veían cielos despejados. Eruditos apuntaron que el escalón se desmoronó hace unos años en un terremoto.

Héroes

Nadie puede acusar a Nigel Dodds de tomarse la política y la vida como asuntos de risa y eran él y su herida líder, Arlene Foster, pareja inestable en la cima del Partido Democrático Unionista (DUP), los interlocutores más asiduos del primer ministro, a pesar de que Johnson dinamitó la posibilidad de que los diez diputados del DUP le asegurasen mayorías en el Parlamento cuando purgó a conservadores de su grupo opuestos a la marcha sin acuerdo, en uno de los primeros pasos de su mandato.

Los norirlandeses no son ya tan decisivos en la aritmética de los escaños, pero son diez votos y además su apoyo o rechazo a un acuerdo -que desde hace dos años consiste en encontrar una solución a los problemas que plantea la creación de una frontera en Irlanda tras el 'brexit'- tiene mucha influencia sentimental en un partido que desde las tensiones irlandesas del fin del XIX y principio del XX se llamó Partido Conservador y Unionista.

El diputado Dodds vio a Johnson votar por el Acuerdo de Retirada firmado por Theresa May en su tercera votación en el Parlamento, cuando el DUP y sus fieles en los escaños 'tories' lo mataron definitivamente por ser inadmisible para los unionistas de Ulster. Lo que se negociaba ahora en Bruselas era contrario también a todo lo que dijo el entonces aspirante y ahora 'premier' en un discurso a la asamblea de afiliados del DUP, el año pasado.

Una ventaja de tener un primer ministro de moral liviana como Johnson es que puede adoptar cualquier posición que preserve su poder. Y como esta semana sí que tiene algo de juicio final o final del camino, esa personalidad voluble parece haber ayudado a los unionistas de Foster y Dodds, a los euroescépticos ultras de su grupo parlamentario, a aceptar cualquier trato un poco aseado que les permita evitar su heroísmo también chistoso de la marcha sin acuerdo. O quizás no.

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