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El eje árabe anti Irán gira en torno a Israel

El eje árabe anti Irán gira en torno a Israel

Las nuevas relaciones israelíes con Baréin y Emiratos y el acercamiento a Riad mueven el tablero en Oriente Próximo

Mikel Ayestarán

Jerusalén

Domingo, 29 de noviembre 2020

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La amenaza compartida de Irán y un aliado común como Estados Unidos han ayudado a que salga a la luz un nuevo eje en Oriente Próximo que rompe con décadas de consenso árabe sobre Israel. Emiratos Árabes Unidos (EAU), Baréin y Sudán han normalizado sus relaciones con el Estado hebreo sin que éste haya tenido que reconocer un Estado palestino. El príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salman (MBS), se reunió con Benyamin Netanyahu en Neom, a orillas del Mar Rojo, en un encuentro secreto que ninguna de las partes hizo nada por ocultar.

El relevo en la Casa Blanca y la llegada de Joe Biden, que ha manifestado su deseo de devolver a Estados Unidos al acuerdo nuclear firmado con Irán en 2015 y del que Trump se salió en 2018, siembran el nerviosismo entre quienes han sido firmes aliados del presidente republicano y se preparan para el nuevo escenario. Faltan dos meses y la cuenta atrás ha comenzado con el asesinato del padre del programa nuclear iraní en Teherán, un crimen del que Irán culpa a Israel y tendrá una respuesta.

«Los acuerdos se basan en la seguridad nacional y en el sentimiento que compartimos respecto a Irán. Al mismo tiempo tienen un gran potencial económico en campos como el comercio, el turismo, el transporte, las comunicaciones, la tecnología, la energía, las finanzas, la salud o el cambio climático», indica un informe del Institute for National Security Studies (INSS), uno de los centros de estudios estratégicos de referencia en Israel, al referirse a los llamados Acuerdos Abraham, nombrados así en honor al padre de las religiones monoteístas.

Marruecos u Omán podrían adherirse pronto a esos pactos, pero quien realmente marcaría un antes y un después sería Arabia Saudí, con quien los israelíes mantienen contactos no oficiales desde hace años, pero que de momento se resiste a una normalización.

Así se posicionan los actores regionales implicado en este eje anti Irán

  1. Emiratos Árabes Unidos

    Venta de los F35

Venta de los F35. El príncipe Mohamed Bin Zayed, la figura más importante del pequeño país del Golfo, fue el primero en mover ficha y anunciar de manera pública la normalización con Israel. Los emiratíes justificaron este paso en la promesa de Netanyahu de frenar de manera temporal la anexión de Cisjordania. La primera consecuencia tras la firma de los llamados Acuerdos Abraham, en los que también tomó parte Baréin, fue la luz verde por parte de Estados Unidos a la venta de los aviones de combate F35. Washington siempre ha cumplido su compromiso de garantizar la superioridad militar cualitativa de Israel, pero el acuerdo de normalización podría incluir una promesa similar a EAU.

Emiratos es la segunda economía más importante de la región y dispone de las séptimas reservas mundiales de petróleo. A los israelíes se les abre una nueva posibilidad de mercado. En el mundo del turismo, pese al coronavirus, esta ventana ya se ha abierto con los primeros vuelos comerciales entre Tel Aviv y Dubai. Los medios locales elevan a más de 300 las conexiones programadas entre los dos países en diciembre, lo que supondrá la llegada de 50.000 israelíes al Golfo.

  1. Israel

    Preparados para un ataque de EE UU a la república islámica

El portal Axios informó de que el Ejército se prepara desde hace semanas para un posible ataque de Estados Unidos a Irán antes de la salida de Trump de la Casa Blanca. Esta posibilidad suena con fuerza tras desvelar 'The New York Times' que Trump puso la opción del ataque sobre la mesa para frenar los progresos nucleares de Irán. El asesinato el viernes del científico Mohsen Fakhrizadeh en Teherán añade un nuevo factor desestabilizador ante la más que probable represalia iraní.

Los éxitos diplomáticos de Netanyahu no le están reportando demasiado a nivel doméstico. El primer ministro con más tiempo en el cargo de la historia de Israel se enfrenta a un juicio por corrupción, a la crisis económica provocada por el coronavirus, al malestar de los colonos por frenar la anexión de Cisjordania y a protestas semanales en las que miles de ciudadanos piden su dimisión. El líder conservador ha culminado su sueño de dejar el conflicto palestino en segundo plano para fortalecer la relación árabe israelí.

Durante los cuatro años de Trump, Netanyahu ha logrado que Estados Unidos reconozca a Jerusalén como capital del Estado, el traslado de la Embajada de Tel Aviv a la ciudad santa o el reconocimiento de la soberanía israelí sobre el Golán. Ahora se prepara para la llegada de Joe Biden con la petición de que no vuelva al acuerdo nuclear con Irán.

El relevo en la Casa Blanca devuelve a primera línea de la política estadounidense a quienes trabajaron con Barack Obama, un presidente que tuvo una pésima relación personal con Netanyahu.

  1. Arabia Saudí

    Nervios ante la salida de Trump y el relevo

Mohamed Bin Salman ha seguido la estrategia de acercamiento a Israel de Mohamed Bin Zayed ya que esto le puede servir de escudo tras la salida de Trump. El joven príncipe quiere hacer historia por la modernización y apertura del reino, pero la guerra en Yemen, el asesinato y descuartizamiento de Jamal Khashoggi, la pelea continua con Qatar o la detención de sistemática de activistas de derechos humanos no resultan del agrado de la administración demócrata.

En Riad tomaron buena nota de la entrevista que el ahora elegido por Biden como nuevo secretario de Estado, Antony Blinken, concedió a la cadena CBS el pasado mes de mayo. En ella adelantó que, en caso de victoria en las urnas, «revisaremos la relación con el Gobierno de Arabia Saudí, al que el presidente Trump básicamente ha dado un cheque en blanco para seguir un conjunto de políticas desastrosas, incluida la guerra en Yemen, pero también el asesinato de Jamal Khashoggi y la represión doméstica».

Este cambio en la sintonía entre Estados Unidos y los países del área se extenderá también a Egipto, donde parece que la política del «dictador favorito» de Trump, Abdel Fatah al-Sisi, no goza del favor de Blinken. El futuro hombre fuerte de la política exterior estadounidense criticó a comienzos de semana la detención de varios activistas de derechos humanos en El Cairo.

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