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Varias personas protestan contra Kavanaugh. Foto: Yuri Gripas (Reuters) I Vídeo: Atlas

Kavanaugh avanza hacia el Supremo

El candidato de Trump será refrendado por el Senado en las próximas horas

Mercedes Gallego

Corresponsal en Nueva York (EE UU)

Viernes, 5 de octubre 2018

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A sus 98 años, el juez del Supremo retirado en 2006 John Paul Stevens tiene edad para haber visto las audiencias públicas de todos los candidatos al Supremo, un proceso que el Senado inició en 1955. Sólo uno le ha hecho cambiar de opinión: el del juez Brett Kavanaugh, cuya confirmación decidirá en las próximas horas el Senado, presumiblemente a favor.

Stevens, que debe su carrera judicial a dos presidentes republicanos -Nixon y Ford-, era hasta ahora un firme defensor de la candidatura de Kavanaugh, al que llegó a mandar una nota de felicitación por su brillante razonamiento judicial en una sentencia del Circuito de Apelaciones de Washington DC. El jueves, durante una charla en Boca Ratón (Florida), el juez retirado confesó que había cambiado de opinión «por razones que nada tienen que ver con sus habilidades intelectuales», explicó. «Su actuación básicamente me cambió la imagen que tenía de él».

Aleccionado por Trump, el juez de 53 años salió a la ofensiva después de que una educada y convincente profesora de Psicología de la Universidad de Palo Alto lo acusara ante los senadores de haber intentado violarla a los 15 años. Nominado para un cargo vitalicio en el tribunal más poderoso del país, por un presidente cuya máxima es no disculparse jamás, Kavanaugh negó tajantemente los cargos y acusó a los demócratas cabreados por la derrota de Hillary Clinton de haber creado una conspiración de izquierda para destruirle. Gritó, respondió irrespetuosamente y dejó en shock a republicanos y demócratas, que nunca habían visto a alguien tan agresivo y arrogante en el banquillo de las audiencias para el Supremo. «No creo que nadie se esperase eso», confesó el senador republicano Jeff Flake.

Otra de sus correligionarias, la senadora de Alaska Lesa Murkowski, que responde ante el estado con mayor número de abusos sexuales del país, coincidió con 2.400 profesores de Derecho que le acusan de no tener «la personalidad ecuánime y cortés» que se necesita para ser parte del Supremo. Con todo, el elegido de Trump avanzaba con paso firme hacia su confirmación, lo que inclinará el equilibrio ideológico del tribunal hacia el ala conservadora hasta que la muerte o un retiro voluntario permita reemplazar a sus miembros. Desde Roosevelt ningún presidente ha nominado a más de tres miembros del tribunal, compuesto por nueve jueces, pero en año y medio Donald Trump ya ha elegido a dos. Ninguna decisión que pueda tomar un mandatario de EE UU es más importante que esa, al tratarse de cargos vitalicios que sobreviven con creces a sus mandatos. La votaciónde las próximas será «más importante que la de la reforma sanitaria o cualquier otra ley», subrayó el historiador presidencial John Meacham, «porque no se puede revocar».

Ayudante de Bush

De llegar al Supremo Kavanaugh decidirá sobre un potencial impeachment de Trump, la ley del aborto, la venta de armas y un sinfín de cuestiones vitales que definirán a la sociedad estadounidense. Kavanaugh es una animal político que sirvió en la Casa Blanca de George W. Bush y escribió el informe del polémico fiscal Kenneth Starr sobre Monica Lewinsky. Consciente de que su enfurecido testimonio perturbó a los senadores tanto como al juez Stevens, Kavanaugh publicó el jueves una carta en el Wall Street Journal en la que asegura ser capaz de poner a un lado sus emociones desde el banquillo para sentenciar con ecuanimidad de acuerdo a la ley.

Su iracundo testimonio de la semana pasada lo atribuyó a haber estado «más desbordado emocionalmente que nunca» por la falsa acusación, lo que le llevó a utilizar «un tono afilado» y a decir «algunas cosas que no debería de haber dicho», admitió sin precisar cuáles. «Espero que todo el mundo entienda que estaba allí no como juez, sino como marido, padre e hijo».

Miles o millones de hombres le tienen como ejemplo de alguien que ve su vida y su reputación destruida por falsas acusaciones, pero para muchas mujeres de EE UU su confirmación potencial hoy es la prueba de que la sociedad no ha cambiado ni cambiará fácilmente, por mucho que resuene en los medios y en las redes sociales el movimiento del #MeToo.

La mujer que ostentaba el voto clave para su nominación, la senadora de Main Susan Collins, decidió apoyarle basándose en las más de 300 decisiones judiciales que dice haber revisado y una presunción de inocencia que el FBI no ha puesto en cuestión en la breve investigación que ha realizado. Collins cree que Kavanaugh es «más de centro» de lo que temen sus detractores y le ve capaz de mantener la ecuanimidad en el banquillo en el que presuntamente servirá hasta el final de sus días. Más de 300 mujeres fueron detenidas el jueves cuando protestaban por su nominación y es previsible que en los próximos días den nuevas muestras de furia.

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