Alex Saab o cómo golpear a Maduro donde más le duele
La extradición a Estados Unidos del empresario que sedujo al chavismo agita el avispero venezolano. El Departamento de Justicia le acusa de lavar el dinero con que pagar corruptelas y de actuar como testaferro en tramas de narcotráfico
jon g. aramburu
Domingo, 24 de octubre 2021, 01:20
En el Departamento de Justicia de Estados Unidos se deben estar frotando las manos. Alex Nain Saab, uno de los colaboradores más próximos de Nicolás Maduro, a su disposición para imputarle por lavado de capitales y corrupción después de 491 días retenido en Cabo Verde, el archipiélago donde el avión privado del empresario aterrizó un día de junio procedente de Teherán para repostar. Una decisión, además, que ha venido seguida de la adoptada por la Audiencia Nacional española de hacer efectiva la entrega del 'Pollo' Carvajal a las autoridades norteamericanas.
Saab no es una presa cualquiera. Se le acusa de innumerables tramas de blanqueo, enriquecimiento ilícito, conspiración... todo a la sombra del chavismo y por espacio de diez años. El juez John O'Sullivan, de Miami, le ha negado de entrada la libertad bajo fianza, a lo que el arrestado ha contestado por carta «No voy a colaborar con Estados Unidos». También que no tiene intención de suicidarse mientras esté detenido, ha dicho su mujer, Camilla Fabri, durante un acto de apoyo celebrado en el centro de Caracas.
La historia de Saab y su meteórico ascenso desafía el manual del perfecto arribista, el hombre que mejor ha seducido al régimen venezolano. La entrada en la escena de este colombiano de Barranquilla con ascendencia libanesa se remonta a 2011, en el transcurso de una reunión bilateral entre Venezuela y Colombia, cuando firmó un acuerdo de inversión de tintes aparentemente sociales con el Gobierno de Caracas.
Saab, elevado a embajador para blindarlo, ha estado 491 días retenido en Cabo Verde. Venezuela califica su traslado de «secuestro»
La misión de Saab era importar materiales prefabricados de Colombia y Ecuador para la Gran Misión Vivienda, el programa chavista concebido para edificar dos millones y medio de viviendas para familias en situación de pobreza. El momento era propicio. El petróleo manaba en abundancia y el proyecto bolivariano, liderado aún por Chávez, tenía más predicamento que en la actualidad. Los norteamericanos aseguran ahora que las casas no se construyeron o que lo hicieron con sobrecostes descabellados, y que de los 160 millones de dólares inicialmente consignados para el proyecto sólo tres se destinaron a su legítimo propósito. Del resto nunca más se supo.
Los negocios de Saab se orientaron con el tiempo al comercio de divisas en el marco de un sistema de control del cambio conocido como Cadivi, con el que este empresario y otro compatriota, Álvaro Enrique Pulido, acabarían obteniendo pingües ganancias. La operativa, señalan quienes han metido a Saab en una celda, consistía en beneficiarse de divisas a tasas preferenciales para luego darles salida en el mercado negro. Un negocio por el que Saab y su compinche habrían obtenido 350 millones de dólares que luego se apresuraron a 'lavar', actividad esta que ahora figura en su 'Debe'.
Pero el mayor negocio de Alex Saab apunta al ramo de la alimentación, en concreto a la estrategia del Gobierno venezolano para combatir lo que llaman campaña de acoso y derribo de los Estados Unidos para rendir de hambre al socialismo. El CLAP es una caja con productos básicos a precio reducido que el régimen bolivariano lleva años entregando a las familias en situación vulnerable. Productos subsidiados, todos importados, que se han convertido en la tabla de salvación para, según el presidente Maduro, 9 millones de familias. Una idea heredada de la 'canastilla' cubana, que en el mejor de los casos permite aguantar 10 días. Tres kilos de arroz blanco, uno de alubia pinta, otro de lentejas, 2,5 kilos de espagueti, dos de harina mexicana, un sobre de salsa de tomate y otro de mayonesa... Con suerte alguna lata de atún.
El CLAP, que se confecciona en Colombia, se vende con sobreprecio al Gobierno venezolano, que bien visto no debería tener ninguna necesidad de comprar frijoles en los mercados exteriores. No hay carne, queso, pescado ni verdura, pero es moneda habitual para comprar voluntades en un país donde el salario mínimo no alcanza los 2,5 euros, menos del 1% de la cesta de la compra. Pues bien, a Saab se le acusa de servirse de este programa, que esconde una red de empresas tapadera diseminadas desde México a Emiratos Árabes, para amasar una fortuna.
Terremoto político
Como no podía ser de otra forma, la extradición de Alex Saab ha desatado un terremoto en la Cancillería venezolana, que se había esforzado en los últimos tiempos por blindar el estatus del empresario ante el cerco legal que crecía y crecía a su alrededor. No ha bastado para evitar la detención ni su nombramiento como embajador plenipotenciario cuando estaba en Cabo Verde ni su elección para integrar el equipo encargado de negociar con la oposición de Guaidó en México, unos contactos que han saltado por los aires nada más conocerse el arresto.
La noticia ha tenido ya repercusión en casa. Seis antiguos ejecutivos de Citgo, filial norteamericana de la petrolera estatal PDVSA, que cumplían arresto domiciliario acusados de corrupción, han sido de inmediato conducidos a la prisión de alta seguridad de El Helicoide. Cinco de ellos son estadounidenses. La represalia está servida.
El Departamento de Justicia tiene otro as en la manga y este tiene que ver con sus sospechas de que Saab actuaba de testaferro para Maduro en una compleja trama de narcotráfico. De prosperar las acusaciones que los estadounidenses tienen contra él, el empresario podría pasar a la sombra los próximos 20 años. Un futuro lo bastante negro como para que algunos ya especulen con la fortaleza de las convicciones de este hombre de negocios con probada cintura y el riesgo que representa tenerlo fuera de su alcance. «Enfrentaré el juicio con total dignidad, no tengo nada que ocultar». Él mejor que nadie sabe que somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras.