El peso de la genética en el sobrepeso
Nuestro organismo es como una pistola donde, en ocasiones, los genes ponen las balas dentro del cargador; pero son nuestros hábitos de vida los que casi siempre disparan el gatillo de la obesidad
Juan Madrid
Jueves, 16 de marzo 2023, 01:59
Cumbre de la dieta mediterránea, tierra de magníficas frutas y saludables verduras, agraciada además con un clima que invita a salir a pasear, correr y, ... en la costa, hasta nadar... cualquiera negaría que esta pudiera ser la región española con mayor tasa de sobrepeso. Pero lo es. A casi el 60% de los murcianos les escupe la báscula una cifra demasiado alta cuando se suben encima. ¿Cómo es posible, con tan buenos alimentos? ¿Nos falla la genética? No parece, aunque es cierto que de los 20.000 genes de nuestro genoma hay más de 80 implicados en la obesidad. «La genética es importante», pero rara vez es la responsable última de nuestros excesos, aclara el endocrino Juan Madrid. «Haciendo un símil, sería como una pistola, en la que la genética pone las balas dentro del cargador, pero son nuestros hábitos de vida (una alimentación inadecuada, hipercalórica, con muchos ultraprocesados, poca fruta, pocas verduras, pocas legumbres, poco pescado, etc., y falta de ejercicio físico) los que disparan la bala que la genética ha puesto dentro de la pistola».
Lo explicamos más detenidamente, empezando por la pistola. Nuestro cuerpo es el arma que, según como se use, puede resultar inofensiva, si no se le pone munición ni se le quita el seguro, o muy dañina, si nos dedicamos a pegar tiros sin control. La realidad es que cada vez hay más cuerpos cargados. «La tasa de obesidad infantil en España se ha duplicado en las dos últimas décadas», apunta Juan Madrid. El último Estudio de Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad en España (conocido por el acrónimo Aladino), editado por el Ministerio de Consumo con datos de 2019, refleja que el 40% de los niños españoles de entre seis y nueve años tienen un exceso de peso, incluidos los directamente obesos, que ya superan el 17%. En Europa, solo los niños italianos y griegos ganan a los nuestros en prevalencia de obesidad. Y dentro de España, ya hemos dicho que la Región de Murcia se lleva la palma con la mayor tasa de sobrepeso y obesidad del país. «Lógicamente, en dos décadas no se puede producir un cambio genético tan importante» como para duplicar el sobrepeso infantil, aclara el especialista. Así que podemos descartar que la culpa sea del arma: no dispara sola.
Vamos con la bala, en este caso, la genética. Podemos distinguir dos tipos de problemas en lo que podríamos llamar «genética de la obesidad». Por un lado está la obesidad monogénica, que implica la alteración de un gen que sí nos lleva a desarrollar directamente y de forma severa el exceso de peso, pero a ella únicamente podemos atribuir el 5% de los casos de obesidad. En la inmensa mayoría de los casos, el 95%, se trata de la llamada obesidad poligénica, en la que son muchos genes los que influyen, pero no son tan determinantes: «El componente genético puede tener hasta un 50%-60% de importancia en el desarrollo de la obesidad». Se trata de unos genes «que pueden favorecer la obesidad, como el llamado gen FTO, que se activan o desactivan según nuestros hábitos de vida». Es decir, cargan la pistola, pero no son los responsables últimos de que esta acabe disparando. De eso se encarga el gatillo, claro.
Y el gatillo somos nosotros, con nuestro modo de vida. «Por ejemplo», nos guía el doctor, «las personas con el gen FTO tienen una mayor tendencia a ser obesos, porque tienen mucho menos desarrollada la saciedad, y al saciarse menos comen más». Aquí, continúa, «nosotros podemos desactivar esos genes haciendo ejercicio físico, por ejemplo. También se ha visto que la dieta mediterránea puede desactivar estos genes que favorecen el desarrollo de la obesidad».
Por resumir, la genética, malvada, pone la munición que puede desatar la obesidad, «pero quienes disparan la bala son nuestros hábitos de vida». Así que «con unos hábitos de vida saludables podemos compensar esa mala genética». Hablamos, lógicamente de las poligénicas, que son el 95% de los casos. En el otro 5% podemos decir que el arma falla y sí se dispara sola, por lo que la solución es más complicada. Así que quizá tengan en sus manos una pistola sin saberlo. Lo mejor que podrán hacer en ese caso, y en realidad en todos aunque no vayan armados, es desarrollar unos buenos hábitos de alimentación y ejercicio. Si al mirarse al espejo el cristal le devuelve una pistola humeante, casi seguro que está viendo al culpable. Sométalo a un cierto régimen penitenciario con trabajos forzados (caminando, corriendo o en el gimnasio) y un buen control de las comidas. Verá cómo se redime con el tiempo.
La madre como fabricante del arma
Los primeros meses
«Una vez nacido, para evitar la obesidad infantil es importante la lactancia materna, al menos seis meses». Y si es más tiempo, mejor. A partir de esa edad, conforme se le vayan introduciendo otros alimentos, «es el mejor momento para ir desarrollándole hábitos de alimentación saludables». Aquí el padre sí puede hacer un buen papel, dándole buenos alimentos y estimulando el ejercicio.
Al quedarse embarazada
Podría sonar mal en la necesaria lucha contra el patriarcado que este peso recaiga sobre la madre, pero es pura biología. «Como mensaje práctico para evitar la obesidad infantil, la mujer debería tener un peso normal cuando se quede embarazada». Si no es así, propone el doctor Juan Madrid, «debe hacer una alimentación adecuada y ejercicio físico para que se quede embarazada con un peso lo más cercano posible a la normalidad». De esta manera prevendrá en gran medida que el niño acaba teniendo problemas de obesidad, lo que en último término le encamina a reproducirlos cuando sea mayor. «El 80% de los niños obesos serán adultos obesos. Por tanto, si evitamos la obesidad infantil, estamos evitando la obesidad en las personas adultas».
Durante el embarazo
Para no despertar en el bebé el arma cargada de la obesidad, siguiendo el símil del endocrino, «durante la gestación, la madre debe ganar el peso adecuado, que es variable según tenga un peso normal o bien tenga sobrepeso u obesidad, que entonces debe de ganar menos peso durante el embarazo», asesorada por el médico.
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