Dice la Biblia en el Libro Génesis, «...Noé, labrador, plantó la viña, y bebiendo el vino se embriagó y quedose desnudo en medio de su ... tienda...». Ya ven ustedes lo que le pasó al buen patriarca, falta de costumbre, piensa una que sería. El pueblo hebreo decía que lo que sucedió fue que Noé vio un macho cabrío, que había soltado después del Diluvio, comiéndose los frutos de la vid silvestre, y arremetía desmadrado contra los demás animales. También se cuenta que el hombre se encontró apilados un montón de racimos dejados hacía tiempo, y que desprendían un olor muy agradable. Los probó, y encontró bueno aquel zumillo, y se sintió eufórico y poderoso, capaz de cargarse él solo uno de aquellos bichejos que poblaban el mundo. A los albores de la prehistoria se remontaría esto, porque excavaciones en Europa han descubierto pepitas y racimos que dan fe de aquel vino prehistórico.
Para los griegos, el gran impulsor fue Dionyssos, heredero de los pueblos del Asia Menor. El Sabazio frigio era hijo de Ma, la diosa maternal de la Naturaleza, y le hacían unas fabulosas fiestas, a las que llamaban 'orgías', nombre que ha quedado como el no va más de la juerga y el desenfreno. Baco era hijo de Deméter, la diosa de la fecundidad, y recibía culto en la noche del solsticio invernal.
Hace más de veinte siglos que el médico Dioscórides escribía tratados hablando de sus propiedades curativas. Los romanos, que dejaron huella de su paso en todo el mundo conocido, trajeron a España, aparte de calzadas y acueductos, el gusto por el vino. Su dios era el Pater Liber, y en su honor se bebían cada copazo, que a una no le extraña que hicieran grande el imperio. Aunque se cuenta que aquí el impulsor fue el mítico Gerión, y se da por seguro que fueron los griegos quienes lo trajeron en sus escapadas coloniales. Pero la viña silvestre existía en este suelo casi a la vez que el hombre.
Hace más de veinte siglos que el médico Dioscórides escribía tratados hablando de las propiedades curativas del vino
Durante la Edad Media, los monjes tenían que procurarse el vino de misa, y elaboraban otros que ofrecían a los caminantes. Ellos fueron los más genuinos conservadores de la riqueza vinícola, y si hubieran existido 'guías del buen beber', en lugar principal hubieran aparecido las Abadías. Tintos, claros, secos o dulces. Vino valiente, fortificado, cuando se le añade su miajilla de buen aguardiente.
Los italianos fueron los primeros que crearon en el Renacimiento unas bellísimas botellas planas de cristal muy fino, arropadas con una envoltura de mimbre. A principios del XVII, los franceses fabricaron unas botellas de vidrio grueso, que llamaban de cristal negro o de cristal verde, y que fueron un avance en lo de embotellar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión