Garum | La crítica
La cocina de Ángel G., 'real food'Este restaurante de menú ofrece elaboraciones caseras perfectamente ejecutadas a un precio razonable y en un ambiente familiar
Ángel G. (Martínez Garay) ha cumplido su sueño. Le ha costado encontrar un local amplio, con aparcamiento, que tenga pocos gastos fijos, que le sirva ... para grabar sus recetas para las redes sociales y que pueda abrir al público, a sus seguidores y amigos, sin estrés y sin todas las partes malas que tiene un restaurante, pero por fin lo ha conseguido. De jueves a domingo al mediodía y bajo reserva para no tener mermas y cien por cien cocina real, casera, de la de toda la vida elaborada por quien tiene un amplio conocimiento en asuntos gastronómicos.
Ángel lleva años ejerciendo en el mundo de la hostelería en su restaurante La Caleta de Mazarrón, pero es ahora en La cocina de Ángel G. donde pone en valor el producto cercano, el recetario tradicional y la cuchara por encima de cualquier otra forma de ingesta.
6
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Cocina
7/10
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Calidad/precio
7/10
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Servicio
6/10
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Local
5/10
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Bodega
4/10
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Dirección N-344, 4 (junto a gasolinera)
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Teléfono 665 241 455
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Horario De jueves a domingo al mediodía
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Precio medio Menú de 22 euros con una bebida o de 36 el menú degustación
La gracia de este restaurante es que ahora podemos probar en persona que las recetas que lleva enseñándonos Ángel en YouTube desde hace tres años -lo reconocerán porque se abre un litro de cerveza antes de ponerse a cocinar-, realmente funciona. Un menú del día por 22 euros con una bebida incluida y un menú degustación de platos clásicos -jamón asado en su jugo, conejo al ajo cabañil, lechazo al horno, arroces de verduras y bacalao, pollo y magra con tomillo fresco, etc.- por 36, elaborados íntegramente al momento y donde el comensal solo tiene que encargarse de elegir el principal.
Solo con el primer plato, una estupenda ensalada murciana con huevo cocido, aceitunas de cuquillo, cebolla roja y un filete de caballa en escabeche, uno entiende que está sentado en un restaurante que se ciñe al movimiento 'real food', ya que los productos de calidad son tratados dando como resultado una cocina real, quizás, más real y próxima de la que podemos hacer en casa. La ensaladilla rusa es diferente a todas las que encontramos en los bares, mucho más suave y con menos tropezones de los que me gustaría encontrar. Viene con tres rosquillas y con una aceituna a modo de bandera.
El pan de barra llega con un chorreón de aceite de oliva y pimentón a modo de espolvoreo espontáneo, ideal para empujar el carpaccio de salmón con habitas frescas. En la base, un tomate rallado que encuentro poco sazonado, al igual que el pescado, que ha reposado con una sal de pimentón sin haber adquirido demasiada salinidad y al que con un poco de acidez o de salsa de soja subiría varios enteros. La textura, carnosa y melosa, y las habitas, crujientes y frescas, otro buen detalle.
Las croquetas, un espectáculo
Las croquetas de gamba son un espectáculo. Una bechamel muy bien trabajada y un sabor elegante a mar en una textura sedosa que convive con un fino rebozado y una fritura perfecta en un aceite limpio. El plato llega con una buena cucharada extra de la propia bechamel y unas patatas fritas en dados. Riquísimo el salmorejo, con tropezones de huevo y jamón, y muy recomendable el queso frito con salsa de tomate, no tanto por el queso, que también, sino por la salsa de tomate reducida hasta convertirse en una confitura.
Termino con un caldero con atún y rape. Ciertamente, el arroz tradicional de la costa cartagenera no necesita los tropezones de pescado, pero el cocinero prefiere dejar un fondo más suave de ñora, no tan potente, y compensarlo con el pescado. Un poco pasado de punto encuentro el atún y muy tiernas las de rape.
Pruebo también una estupenda ternera -parte de la falda- en salsa con patatas y pimientos verdes como guarnición, y termino con un surtido de postres en los que encontramos arroz con leche, pan de calatrava, flan de chocolate y coco y piña natural, en donde uno no sabe por dónde empezar. Café de puchero y camino a casa con media sonrisa de ver que con locales como La Cocina de Ángel G. la cocina de verdad, la de siempre, cuando se hace bien, es la más reconfortante y nos pone a salvo ante tanta moda culinaria que se han empeñado en meternos a calzo. Larga vida.
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