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En el Domingo de Resurrección, el FC Cartagena evidenció estar más muerto que vivo. El 20 de abril de 2025 quedará guardado en el negro recuerdo de esta temporada por ser derrotado tres veces en el mismo día: en el verde, el equipo prolongó a casi cinco meses su última victoria; en la grada, la afición visitante superó en número a la local; y en el palco, donde la directiva mantuvo su particular huelga y se quedó en casa, a pesar de que el descenso a Primera RFEF ya es matemático. Perdieron todos y lo más grave es que ya a casi nadie le importa.
El estadio municipal Cartagonova ofreció este domingo la imagen más surrealista y dolorosa que puede verse en un campo de fútbol: que el número de aficionados visitantes sea superior al local. Es lo que sucedió en el Cartagena-Granada, correspondiente a la jornada 36 de Segunda División, donde los simpatizantes del cuadro nazarí se sintieron como en casa. Se movilizaron por los alrededores y camparon a sus anchas sin intercambiar ni siquiera cánticos con la otra afición. De los 2.650 espectadores, unos 1.500 eran granadinos.
Esto quiere decir que solo poco más de mil aficionados del Cartagena se animaron a ver a su equipo, el equivalente a algo más del 11% del total de los nueve mil abonados que sacaron su carné el pasado verano. Es sangrante y doloroso comprobar cómo todo se ha podrido tan rápido.
Las inmediaciones del estadio se tiñeron de rojiblanco desde primera hora del domingo. Once autobuses más centenares de vehículos llegaron de Granada para hacer del Cartagonova el Nuevo Los Cármenes. Fue prácticamente misión imposible encontrar camisetas albinegras. Toda Cartagena estaba en el casco histórico, en las procesiones del Domingo de Resurrección, ajena a lo que se cocía en el verde de Benipila. Y algunos, en familia, jugando al baloncesto en las canastas o en el parque infantil situado a solo unos metros de la puerta principal. Nadie quiere saber nada y todos miran hacia otro lado.
El descenso matemático del Efesé a Primera RFEF tampoco ayudó. La imagen desangelada de las gradas volvió a ser noticia. Nadie cantó el himno ni las alineaciones en la asistencia más baja de toda la temporada, una tónica habitual en este 2025. Tampoco se escuchó el homenaje a Miki Roqué en el minuto 22 y la mascota, 'Suru', se ahorró el bochorno de desfilar por un campo desértico y, como es lógico, sin ganas de fiesta.
El Granada fue mayoría en la grada y también en el palco, donde la directiva local mantuvo su desaparición a pesar de que deportivamente ya no hay nada en juego. «Los partidos de casa los veremos desde un sitio distinto al palco, centro de la distracción y de una ira que no ayuda en nada al objetivo de la permanencia», dijo Belmonte en febrero. Ahora, certificada la caída a Primera RFEF, los responsables siguen sin pisar el estadio. Ya son siete partidos ofreciendo una imagen institucional totalmente fuera de lugar y en una categoría profesional. Es insostenible.
La edil Cristina Mora y el propietario del bar del estadio (José Manuel Bernal) fueron las caras visibles en el palco. También el lesionado Luis Muñoz, quien ha regresado de su Málaga natal para continuar aquí el proceso de recuperación. Y nadie más. Lo más chocante fue ver a Mariano Belmonte en el Espacio Business. Es el hermano del presidente, es miembro del Consejo de Administración y es el responsable de las secciones polideportivas, a pesar de que hace tiempo que no aparece tampoco por los partidos de baloncesto del Cebé.
En el césped al principio hubo guasa. Algunos aficionados de la tribuna alta pidieron al árbitro que señalara el final del partido cuando Álex Millán adelantó al Cartagena en el minuto 11. Son 18 jornadas sin ganar desde el lejano 9 de diciembre y ya a cualquier cosa se agarra la gente para llevarse una alegría. El equipo, pese a ese buen inicio, fue víctima de sus errores y con suma facilidad encajó el 1-2 en el 29 y en el 42. Antes, el delantero albinegro erró el penalti del 2-0 y se evidenció la falta de sintonía entre los jugadores. Primero debatieron entre Daniel Luna y Pepín Machín. Y finalmente este último accedió a ceder el balón a Millán.
«Desde que estoy aquí ha pasado siempre [...] Hemos consumado el descenso y está esa sensación un poco institucional y de división en la que estamos un poco todos. Yo en ese sentido siempre apoyando a los que vengan, que es difícil. Además son días de familia y no somos capaces de darles nada positivo y en los partidos que nos quedan dar una buena versión y ojalá ganar algún partido», aseguró Guillermo Fernández Romo. El entrenador no conoce el triunfo en catorce jornadas con doce derrotas y dos empates. Son 2 puntos de 42.
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