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El PSOE gana y puede elegir socio para gobernar

El PSOE gana y puede elegir socio para gobernar

El PP sufre un descalabro, Ciudadanos le pisa los talones, Unidas Podemos cae y Vox no cubre sus expectativas

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Lunes, 29 de abril 2019, 00:26

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Pedro Sánchez ganó con comodidad las elecciones, aunque no por el margen que apuntaban las encuestas. Los socialistas, con sus 123 escaños, pueden elegir socios para la investidura y para gobernar. El Partido Popular (PP) sufre un descalabro nunca visto desde de los tiempos de la UCD. Ciudadanos casi toca con los dedos el liderazgo de la derecha, pero se quedó con la miel en los labios. Unidas Podemos, aunque cayó, no se hundió. Vox defraudó sus expectativas, entrará en el Congreso de los Diputados, pero con menos fuerza de la prevista.

Once años después, el PSOE volvió a ganar unas elecciones generales. No fue un triunfo arrollador, se quedó a 43 escaños de la mayoría absoluta, pero sí suficiente. Obtuvo 38 diputados más y dos millones de votos adicionales. Con todo, los resultados han sido más modestos que los de José Luis Rodríguez Zapatero en 2008. Pero fue una victoria homogénea, sin agujeros negros. Los socialistas se encaramaron a la primera posición en todas las comunidades y en 43 de las 52 circunscripciones. Cataluña, donde ganó Esquerra, y Euskadi, donde venció el PNV, fueron los únicos territorios del mapa que escaparon de la marea roja. Un éxito en el Congreso que se traducirá en una mayoría absoluta en el Senado, cámara clave en la próxima legislatura si se agudiza el desafío independentista catalán y el Gobierno decide aplicar el artículo 155 de la Constitución.

Los socialistas, si se aíslan los números de los argumentos políticos, hasta pueden elegir socio. Con Ciudadanos suma 180 diputados, pero también bordea la mayoría absoluta con Unidas Podemos y los nacionalistas del PNV, Compromís, Coalición Canaria y los regionalistas cántabros. Necesitaría bien el apoyo, bien la abstención de Esquerra para una investidura. Todo apunta a que la primera opción es la más asequible y que Albert Rivera puede verse abocado, una vez más, a desdecirse y a levantar el veto al entendimiento con el PSOE. Aunque los gritos de «Con Rivera, no» de los militantes socialistas en la calle Ferraz apuntan a que no va a ser tarea sencilla.

La política de bloques que ha jalonado la campaña tiene papeletas para saltar ahora por los aires. Por lo pronto la suma de PP, Ciudadanos y Vox se queda con 148 diputados bastante lejos de la mayoría para gobernar. En el de la izquierda, PSOE y Unidas Podemos, sin nacionalistas e independentistas, llegan a los 164.

El peor resultado

La victoria del PSOE palidece como noticia al lado del descalabro sufrido por los populares. Pierden 71 escaños y obtienen el peor resultado desde que el PP se llama PP tras la refundación de la Alianza Popular de Manuel Fraga. Los socialistas casi les doblan. El peor resultado era hasta hoy el de los 107 de José María Aznar en 1989. Se mire por donde se mire, las cifras de Pablo Casado son desastrosas. Desaparece del País Vasco, apenas logra un escaño en Cataluña, en Madrid pasa a ser la tercera fuerza tras perder la mitad los votos que obtuvo en las últimas generales y también en Andalucía es tercero a pesar de gobernar la Junta. Feudos históricos, como Murcia y Castilla y León, en los que el PP llegó a cosechar el 60% de los votos no hace muchos años, dejaron de serlo en beneficio del PSOE.

El PP salva los muebles y se mantiene como primera fuerza de la derecha gracias a Galicia. El partido que lidera Alberto Núñez Feijóo, aunque también sucumbió ante el PSOE, cosechó nueve escaños por dos de Ciudadanos en esa comunidad, una diferencia que permitió a los populares aventajar a los liberales solo por ocho asientos en el Congreso.

Los sentimientos estaban encontrados en la sede nacional del partido naranja. Alegría a raudales, por los 25 nuevos diputados y casi un millón de sufragios más que hace tres años; satisfacción que se mezclaba con rabia por haberse quedado a menos de un punto del PP, a 200.000 votos. La mejor estructura nacional de los populares evitó que la primacía de la derecha pasara de los populares a Ciudadanos. Los de Albert Rivera superaron a los de Casado en casi todas las grandes circunscripciones, pero su arraigo en las provincias de la España vaciada permitió que el PP siguiera a flote.

Batacazo pero menos el de Unidas Podemos. Mejor de lo que preveían las encuestas, pero bastante peor que hace tres años. Los morados han pasado de ser la tercera fuerza a la cuarta, con una hemorragia de más de un millón de votos y 25 diputados. Las caras serias apenas se consolaban por una hipotética entrada en un eventual Gobierno de Sánchez. El anuncio lo hizo Pablo Iglesias adelantándose a Sánchez, pero no hubo confirmación por parte de la calle Ferraz.

En Vox reinó la euforia y proclamas del cuño de que «la resistencia ya está dentro del Congreso» caldearon los ánimos en los aledaños de la plaza de Colón. Pero los números no fueron los previstos. El partido de ultraderecha esperaba superar los 40 escaños, y se quedaron en 24 y el 10% de los sufragios. Su implantación se limita casi en exclusiva al sur de Madrid. Su discurso, en cambio, tuvo un claro efecto en donde menos lo buscaba, movilizó a la izquierda.

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