Gestión sostenible de nuestros sistemas acuáticos
OPINIÓN ·
Desde el año 1993, y según una proclama de la ONU, el 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, un buen momento para reflexionar sobre su relevancia para el bienestar de las poblaciones humanas, más aún cuando su lema para este año es 'Agua y desarrollo sostenible'María Rosario Vidal-Abarca Gutiérrez
Lunes, 21 de marzo 2022, 14:32
Se han escrito ríos de tinta sobre la gestión sostenible de nuestros ecosistemas acuáticos, pero su consecución está aún lejos de alcanzarse. En primer lugar, hay que insistir en que el agua no puede tratarse como un recurso más, desligado de su ecosistema. El agua circula por ríos, arroyos, ramblas, barrancos..., se retiene en pantanos y humedales y se infiltra para acumularse en las aguas subterráneas. No es un recurso estático. Se mueve a través del ciclo del agua, y como tal no es infinito.
En segundo lugar, la gestión del agua no significa convertir nuestros ecosistemas acuáticos en almacenes de agua conectados por tuberías para distribuirla, según nuestras necesidades sin control. La gestión del agua significa compatibilizar su extracción para distintos usos de manera que no comprometa su capacidad para generar vida (biodiversidad) y para proveernos de muchos servicios ecosistémicos de los que depende nuestro bienestar, como disfrutar de agua limpia para beber, de su capacidad para autodepurar, distribuir y controlar los nutrientes, fertilizar las vegas, gozar de muchas actividades de ocio y recreo y muchos más.
De igual manera, el desarrollo sostenible no significa crecer sin límite. Estas dos palabras juntas tienen una connotación perversa porque desarrollo significa crecimiento, aumento, reforzamiento, progreso... sin límite, y sostenible significa mantenimiento durante largo tiempo sin causar daño, lo cual parece bastante incompatible. La sostenibilidad implica mantener y conservar nuestros ecosistemas acuáticos resilientes, es decir, capaces de minimizar los efectos del cambio global, que incluye el climático, los cambios de usos del suelo, la pérdida de biodiversidad, y la pobreza que ya estamos padeciendo.
El cambio global nos obliga a repensar los modelos actuales de la gestión de agua y abordar una transformación hacia la sostenibilidad
Pero no solo eso, el cambio global nos obliga a repensar los modelos actuales de la gestión del agua y abordar una transformación hacia la sostenibilidad que incorpore otros valores del agua y de los ecosistemas acuáticos completamente obviados. Hasta el día de hoy han prevalecido, en un continuo enfrentamiento, aquellos que atribuyen al agua su valor como medio para satisfacer necesidades o intereses humanos (valores instrumentales) y aquellos que consideran que estos ecosistemas son merecedores de su protección por el mero hecho de existir (valores intrínsecos).
Hay que empezar a pensar en otros valores que conectan a las personas con su entorno y con otras personas dentro de ese entorno, con su identidad cultural, su sentido del cuidado del agua que le permite vivir y con su responsabilidad en mantener los ecosistemas para las generaciones futuras (valores relacionales). La valoración plural de los ecosistemas acuáticos es importante no solo para la sostenibilidad sino también para la justicia ambiental.
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