«No sé cómo fui tan valiente; solo sé que lo volvería a hacer»

Rosa María López echa la vista atrás y no se reconoce. La pandemia ha hecho de ella una mujer valiente y empoderada, capaz de asumir cualquier desafío. Todo ocurrió muy rápido. Los primeros días no era consciente de lo que estaba pasando. Y de un día para otro se vio en la segunda planta del hospital Virgen del Castillo, destinado exclusivamente a pacientes con Covid.

«Me hice fuerte y me dije que esto no podría conmigo, aunque las circunstancias no ayudaban porque los primeros días todo era caos y desconcierto, sin la protección necesaria para hacer nuestro trabajo», relata Rosa, que confirma que no tardaron en llegar los EPI y pudo empezar a desarrollar su trabajo con menos nervios. Pero ya había visto demasiado. Sabía el sufrimiento que causaba la enfermedad, de ahí que se agarrara a su profesión con más respeto que nunca, a sabiendas de que «hacemos un servicio esencial importantísimo».

El miedo le atenazó cuando le transmitieron que había muerto por Covid uno de los pacientes para los que limpiaba cuando su única protección era una mascarilla. Fueron días de mucha incertidumbre. «Tenía unas jaquecas enormes por el estrés y el cansancio y pensé que me había contagiado, aunque la prueba acabó dando negativo».

La responsabilidad hizo que se sacrificara también en lo familiar. Su marido y sus tres hijos pasaron el confinamiento en la segunda residencia que la pareja tiene en el campo y ella se aisló en su hogar. «Ahora es cuando empiezo a ser consciente de todo lo que ha pasado. No sé cómo fui tan valiente; solo sé que lo volvería a hacer una y mil veces».