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Hamilton con Toto Wolf, jefe del equipo Mercedes AFP
Hamilton y el síndrome Schumacher
Mundial 2020

Hamilton y el síndrome Schumacher

Los siete títulos del mundo del británico le convierten no solo en el primer piloto en igualar al alemán, sino en el único con posibilidad real de superarle… si sigue en Mercedes

David sánchez de castro

Domingo, 15 de noviembre 2020, 16:05

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Una de las muchas frases atribuidas a uno de los mayores músicos de todos los tiempos, Freddie Mercury, es: «No voy a ser una estrella; voy a ser una leyenda». Vanidad, confianza excesiva en uno mismo o autoconsciencia de su propia genialidad, el cantante de Queen realmente cumplió su intención, y nadie está en condiciones de negarlo. No fue el grupo que más discos vendió, ni el que llenó más estadios, pero su lugar en el olimpo musical es de honor.

Pocas discusiones más bizantinas que las de los gustos musicales, no obstante. Los fans de Queen dirán que ese grupo es el mejor, los de Rolling Stones saltarán a lo suyo, los de Beatles lo propio… Y estas discusiones se pueden ampliar a cualquier otro ámbito de la vida, como lleva demostrando Lewis Hamilton desde hace un tiempo en la Fórmula 1.

¿Es el piloto más grande de todos los tiempos? Los fríos números dejan poco lugar a la duda. Ya lleva siete Campeonatos del Mundo, los mismos que Michael Schumacher, pero le supera en victorias de gran premio desde hace ya unas cuantas carreras. Si no está en el mismo escalón del podio es porque está un pequeño paso por encima, ateniendo únicamente a las estadísticas.

Pero en el deporte, como en tantas otras facetas, los números solo son los muros de carga sobre los que se sostiene un palacio: puede ser gigantesco, que si las paredes no están alumbradas de obras de arte… Construir un imperio en cualquier competición depende en la mayor parte de ocasiones en el equipo donde se realice, y hay infinidad de ejemplos. En la Fórmula 1 este factor es determinante. Lewis Hamilton ha llegado a ser el segundo heptacampeón de la historia gracias a que en 2012 dejó McLaren para marcharse al año siguiente con Mercedes. Desde entonces, seis Mundiales en ocho temporadas, gracias a que ha contado con un monoplaza muy superior.

Uno de sus grandes, y escasos rivales en los últimos años, Max Verstappen, decía lo que todo el mundo sabe: «El 90% de la parrilla podría ganar con el Mercedes de Hamilton». No le falta razón, posiblemente, aunque ese porcentaje podría discutirse. El W11, como sus predecesores, ha estado a años luz del resto de coches de la parrilla. Igual que los Ferrari de los años de Schumacher (aunque estos no gozaron de tal superioridad de manera continuada), o de los McLaren de los años de Senna y Prost, o de los propios Red Bull del lustro dorado del hoy defenestrado Vettel, en la Fórmula 1 el dominio de un equipo suele ser determinante.

Pero al igual que el factor X de Queen fue Freddie Mercury, el de Mercedes es Hamilton. Porque, ¿cómo se explica que Valtteri Bottas sea arrasado con solvencia en cada gran remio, con muy pocas excepciones? Nadie duda de que el finlandés entraría en ese 90% del que hablaba Verstappen y, sin embargo, no lo consigue. Hamilton y Mercedes han sabido consumar un matrimonio perfecto, no sin sus altibajos (el año 2016 fue traumático para todos y acabó con la retirada de un quemadísimo Nico Rosberg, pese a ser campeón), pero tan exitoso que los números abruman.

A Hamilton le pasa ahora lo que le ocurrió a Schumacher. Cuando el alemán igualó y luego superó a Juan Manuel Fangio se le infravaloró con el mismo argumento: el 'Chueco' no solo ganó cinco Mundiales, sino que lo hizo en una época en la que era casi más difícil sobrevivir a un gran premio que ganarlo. El tiempo y las circunstancias aplacaron ese debate, que ahora recae sobre el de Stevenage: ¿Es Hamilton más grande que Fangio? Y, sin mirar los números, ¿que Senna? ¿Y que el no siempre bien ponderado Jim Clark? Volviendo al mismo ejemplo: ¿Son los Beatles más grandes que Queen?

Pulso entre Mercedes y Hamilton

El séptimo Mundial de Hamilton llega con un nubarrón de fondo, que ya se lleva fraguando muchos meses: su continuidad. La renovación tan clara a principios de 2020 no acaba de firmarse entre Toto Wolff, el jefe de Mercedes, y el piloto que ha convertido a su equipo en una dinastía.

Hamilton echó un jarro de agua a la fiesta de los siete títulos de Mercedes advirtiendo lo que, en privado, ya dejaba entrever: lo que ve y vive fuera del 'gran circo' le atrae mucho. A una ausencia clara de motivación deportiva se une que su activismo le está granjeando más satisfacción personal que antes, que tiene una prometedora carrera musical en ciernes y que siente que ha devuelto con creces todo el esfuerzo que pusieron sus padres en él y en su carrera.

La próxima F1 que llegará a partir de 2022 quizá ya no sea tan atractiva para Hamilton. Ni la posibilidad de luchar de tú a tú con un viejo rival como Fernando Alonso, la incertidumbre que hay sobre el nuevo reglamento o la certeza de que aún tiene mucho que dar le atraen lo suficiente. Quizá decida empezar una carrera en solitario, pero tiene que pisar sobre firme si no quiere hundirse. Que se lo cuenten a Bryan May, el genial guitarrista de Queen…

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